Entrevistas
A LA MEMORIA DE UNA HISTORIA QUE AÚN NO ACABA
23 febrero Por: R.C. P.H.
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A un año del vil asesinato de Ximena Quijano, José Antonio Parada; estudiantes de intercambio en UPAEP y médicos internos de pregrado; Francisco Javier Tirado, estudiante de medicina de la BUAP y el conductor de Uber Josué Emanuel Vital, el clamor de la comunidad estudiantil sigue haciendo eco y a través del siguiente texto quieren mantener su promesa de que la muerte de sus compañeros no fue en vano. 

Nos enseñaron a guardar silencio, a modular nuestra voz y cuidar el tono con el que hablamos. Nos enseñaron que gritar era mala educación y que es mejor ser un niño silencioso y quieto frente a los adultos. Los amigos y los entornos seguros fueron nuestro escape de lo civilizado. A través de estos momentos éramos libres para creer en ser héroes, gritar, ensuciarnos, decir malas palabras y llamar por otros nombres a nuestros compañeros.

Nuestros supuestos entornos seguros se tiñeron de oscuras tonalidades a consecuencia de la madurez adquirida a conciencia o muchas veces impuesta de golpe por alguna eventualidad mayor. Somos adultos cuando nos damos cuenta que las decisiones son cada vez más complejas que un sí o un no, somos adultos supuestamente maduros cuando la noche significa descanso en lugar de fiesta. Nuestra vida nos orilla a la impronta de crecer más rápido de lo que nosotros quisiéramos, a elegir y ser responsables de las consecuencias.

Hay ocasiones en que nos olvidamos que un día gritamos, alzamos la voz en lugares no apropiados para avergonzar a nuestros padres. Fuimos una caricatura inocente que se transformó en un pesado itinerario de vida.

¿Qué nos hará recuperar la inocencia que perdimos? ¿Qué nos hará volver a gritar y ensuciarnos sin preocupaciones? Jamás volveremos a esa ciudad de la memoria que llamamos pasado, jamás seremos los mismos niños.

Sin embargo, sucede, sin embargo, lo que maravilla a la vida misma. Un despertar, una primavera de la niñez y de la inocencia, algo que solo se consigue cuando un golpe tan abrupto como la madurez misma trastoca los corazones de niños que todos nosotros tenemos, pero, que muchas veces está dormido. Las emociones que queremos reprimir buscan salir tal volcán en erupción para unirse de nuevo con el mundo que le rodea, que le sigue dando miedo pero que ahora, es capaz de ser el intento de adulto que puede cambiarlo.

Un golpe tan fuerte y seco, rudo, dinámico y desconcertante fue lo que todos nosotros presenciamos hace menos de un año. El mundo adulto mostró su verdadero rostro, lo civilizado reveló su lado oscuro, descubrimos lo que siempre hemos sabido, somos indefensos, seguido de un conocimiento nuevo y mucho más importante, no estamos solos.

Palpita el corazón inocente del niño que solo quiere ser él mismo junto al corazón racional del adulto que intenta dar explicación a todo lo que le rodea y sucede. ¿Qué sucede cuando no hay mayores explicaciones? ¿Qué sucede cuando el mundo que nos rodea es irracional? Ciertamente caemos en la terrible desesperación de no saber cómo continuar, darnos por vencidos, lamentarse y hasta justificar los hechos atroces que han podido suceder. El niño pequeño, con los ojos limpios, con mucha claridad, ese niño que no tiene miedo a caerse las veces que sean necesarias y ensuciarse, ese niño gritaría lo que es evidente ¡Nos están matando! fue la consigna más corta, acertada y atinada que leí durante la mega marcha. No es una teoría ni suposición, es una triste y desagradable verdad que a cada uno de nosotros nos concierne, enfurece y marca pavor. Mataron a tres estudiantes, mataron a un conductor de Uber, mataron a Mara, mataron a muchos compañeros, amigos y familiares. No importa en qué ciudad o estado lo digas ¡Nos están matando! es aplicable a todo género, a toda condición social y económica. 

Se cumple un año desde que escuchamos la noticia de tres estudiantes asesinados, se cumple un año de las primeras manifestaciones de la BUAP, de la toma de UPAEP por parte de estudiantes de Medicina y de los primeros diálogos que se llevaron a cabo entre alumnos y autoridades académicas y civiles.

Podríamos enumerar los hechos, crear una larga crónica de cómo se vivió segundo a segundo, mostrar los videos, ver las fotos cobrar vida en la memoria y volver a sentirnos de nuevo parte de una comunidad estudiantil tan grande como nuestros sueños y esperanzas. Por al final de todo, cambiar el mundo; pero nuestro corazón de adulto aún no sabe entender cómo funciona el corazón de un niño que no tiene miedo de ofender ni de ser molesto, con tal de decir la verdad y hacer lo correcto.

Tenemos un recuerdo no muy lejano, aún está fresco y vivo, aún podemos cerrar los ojos y escuchar el eco en los edificios provocado por más de 150 mil estudiantes, escuchar el marchar de las calles y gritar de un solo cuerpo y corazón convocado por la más noble tarea: cuidarnos entre todos.

Podemos recordar las flores blancas, las palabras de los papás, unos papás que podrían ser los nuestros, hablando con dolor y entrecortado, diciendo que nos cuidemos y que tengamos las más altas precauciones –lo mismo que nos dirían nuestros padres en cualquier momento del día-.

Pero no vivíamos en un recuerdo que mañana será olvidado. Es verdad, la pandemia nos ha delimitado en todos los aspectos de nuestra vida. Pero al igual que hace un año, el encierre no nos impide volver a gritar desde nuestras ventanas, a derribar los muros con nuestras voces ni mucho menos, el encierro nos limita a lo que podemos o no esperar, creer y amar.

Ponemos la noche boca arriba al pensar que se puede vivir y transformar nuestro entorno en lugar de sobrevivir y llevarla como si nada estuviese ocurriendo. Cantamos melodías de esperanza y de libertad al hacer de un recuerdo una verdad cercana, una vivencia cotidiana. No seamos mediocres de corazón que se abruman y perturban con la primera perturbación o dificultad. No seamos los torpes adultos que no saben qué hacer cuando la vida se torna irracional e ilógica. Seamos esos niños que se atreven a imaginar mundos no tan fantásticos ni utópicos, sino justos y verdaderamente humanos.

A un año de todo lo que vivimos en UPAEP y en Puebla, estés donde estés, seas de la universidad que sea, siempre podemos y debemos gritar

¡ESTUDIANTES, PRESENTES!

Sin temor a ofender, a incomodar, a ser desobedientes, nos mantenemos a pie de lucha, sin inmutarnos por las circunstancias que se nos presentan en el día a día. Con o sin pandemia somos la fuerza social más importante que tiene este país, somos los que con su preparación profesional pueden crear una verdadera lucha social y una auténtica transformación, nada de mentiras, de burlas a la incredulidad de la gente ni nada de falsas promesas o esperanzas. Hace un año, en tan solo una semana fuimos parte de la convocatoria estudiantil más grande que se ha visto. Fuimos esos jóvenes que paralizaron una ciudad por más de 8 horas, esos estudiantes que hicieron pequeño un edificio de gobierno, que dieron de qué hablar y que prometieron no callarse hasta que la justicia y la paz reinen sobre las calles y avenidas de la ciudad que nos ha recibido como un segundo hogar.

Hoy nada puede contra nosotros, hoy nada nos enseña más que el valor de la unidad y del compromiso. Pensamos distinto, somos quizá unos desconocidos, pero nos necesitamos. Así como hace un año, hoy sal a tu ventana y promete a esa ciudad en dónde estás, que nunca jamás volverá a estar sola, que nunca jamás habrá impunidad y si es necesario, darás tu vida para que otros no la pierdan.

Simplemente, volver a gritar como niños.

LA CONMEMORACIÓN UNIVERSITARIA EN ESTE ANIVERSARIO

La UPAEP invita a todos los miembros de la comunidad universitaria a participar el próximo miércoles en la celebración eucarística en punto de las 8:00 h para conmemorar el 1er. aniversario luctuoso de Ximena y José Antonio, estudiantes de la Fundación Universitaria Sanitas de Colombia a través de página oficial de Facebook Pastoral UPAEP. 

Así mismo, se les convoca a seguir la transmisión en vivo a través de la cuenta Estudiantes UPAEP de la misma red social para atender en punto de las 11:30 h del 24 de febrero el homenaje en memoria de Ximena y Coti así como a la apertura de la exposición virtual de la Mega Marcha que cimbró las calles de Puebla . 

 

EL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL QUE HIZO HISTORIA

A LAS AUTORIDADES DEL ESTADO Y DEL PAÍS, A LA SOCIEDAD TODA

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HOY EL NIDO ESTÁ VACÍO

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EL CLAMOR DE LOS JÓVENES DEBE SER ACOMPAÑADO: EMILIO BAÑOS

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“HOY ES UN DÍA HISTÓRICO. PUEBLA DESPERTÓ. SUS JÓVENES ESTÁN DE PIE”

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“VAMOS A ASEGURARNOS QUE LA SEGURIDAD LLEGUE A PUEBLA”

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UNIVERSITARIOS UNIDOS POR LA PAZ

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