Nota del día
Hoy el nido está vacío
28 febrero Por: Fernanda Bretón
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[Consternación palabra que describe el luto que vive la comunidad universitaria UPAEP.]

¡Hoy el nido está vacío!, pero lo llenaremos con amor. Estas frases sobre un Post-it, son el reflejo de una de las jornadas más intensas que la UPAEP recuerde en sus casi 50 años de vida.

El silencio que desde el lunes hizo cimbrar a la universidad, hoy se sintió con mayor eco en la explanada del campus central, donde estudiantes, profesores y administrativos en medio de un ambiente de tristeza, impotencia y duelo dieron el último pase de lista a Ximena, José Antonio, Francisco Javier y Josué Emanuel, cobardemente asesinados el pasado 23 de febrero en Huejotzingo.



Poco a poco los estudiantes se fueron concentrando en el patio central, todos haciendo evidente el duelo que vive la institución. Vestidos de negro o portando un moño en señal de luto. Ahí, en las escaleras del edificio “C”, los esperaban tres butacas y una silla vacías, cada una de ellas con una flor blanca al frente y los nombres de los ausentes.

La primera en tomar la palabra fue Paola Jurado, estudiante de Medicina quien visiblemente afectada por la situación, destacó que la voz de los estudiantes se hizo escuchar y enfatizó «que la indignación, que la tristeza que sentimos el día de hoy por el fallecimiento de nuestros compañeros nos motive a permanecer en la lucha de la búsqueda de la paz y seguridad de nuestra sociedad.»

Ante una comunidad muda de dolor, con los ojos nublados de tristeza y las lágrimas que corrían por las mejillas de algunos de los presentes, Itzel Montiel, estudiante de la licenciatura en Relaciones Internacionales, condenó enfáticamente la violencia que vive México.



«Hoy no existe la institución. En México, la situación se nos ha salido de las manos,  le permitimos a la violencia apoderarse de nuestra vida. Esta no discrimina, no discrimina entre edad, genero, ni clase social.Ella nos obliga como comunidad universitaria a un llamado de acción», consignó.

Además, reiteró que «con el puño en alto, exijamos justicia. Exijamos respuestas concretas, porque no podemos olvidar a los que ya no tienen voz.»

Con un sentido de empatía, pero condenando con dureza los hechos del 23 de febrero, José Antonio Llergo Victoria, secretario general de la UPAEP, reconoció a los jóvenes como los artífices de una sacudida a esta sociedad adormecida e indiferente para gritarle que despierte, que no puede quedarse pasiva mientras sus hijos e hijas son lastimados, violentados y asesinados todos los días. «Son ustedes los que han asumido el riesgo y la iniciativa y han sumado a otros para decirle a México, a sus autoridades y a toda la sociedad, que este despertar no lo para nadie y que nos debemos volcar a la acción para cambiar el estado de cosas que hoy prevalece.»

«En pocas horas ustedes han logrado ponerse en el primer plano con sus reclamos a nivel nacional, han movido a la acción a los rectores de las principales Universidades de nuestro estado, el día de ayer han sido acompañados de nuestro Rector para decirle al Gobernador y a las autoridades responsables de la seguridad pública que es necesario hacer más, que lo que se ha hecho no es suficiente», puntualizó.


El secretario general agregó que al interior de la comunidad hace falta dar un paso más; nos hace falta reconstruir nuestro sentido de comunidad. «No podemos seguir siendo ajenos a nuestros más cercanos. Para construir comunidad se necesita construir humanidad y para construir humanidad son necesarias cuatro cosas que hemos olvidado: Mirarnos, sonreírnos, acercarnos, y abrazarnos.»

Tras finalizar los discursos, el suelo y las paredes de esta casa de estudios retumbaron al escuchar ¡presente! Que a voz unísona la comunidad universitaria replicó ante el último pase de lista de sus compañeros.

Más de 3 mil estudiantes se fueron acercando uno a uno para colocar una rosa blanca sobre las escaleras que conducían al altar coronado por tres butacas y una silla vacía, los cuales denotan la partida de estos jóvenes para sus familias, sus amigos y su universidad, además sobre dos pizarrones ubicados a los costados del edificio “C”, los alumnos pudieron externar su sentir sobre este hecho, al igual que proponer distintas acciones para mejorar su entorno.

 



Esta escalinata hoy es testigo del dolor y de la conmoción por una ausencia irreparable y del grito por justicia. Un recuerdo que debe permanecer en toda la sociedad.

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