[Estudiar Relaciones Internacionales es toda una aventura.]
Estudiar Relaciones Internacionales me ayudó a no tenerle miedo al mundo, señaló Pedro Romero López, egresado de esta licenciatura y originario de Ciudad Obregón.
El Alumni UPAEP se ha destacado por su voluntariado en la misión Lasallista en Angola así como el haber dictado un discurso en Naciones Unidas referente a la migración de niños sin compañía.
“Tuve la oportunidad de trabajar en Angola en comunidades muy marginadas, principalmente mi trabajo estaba enfocado en trabajar con jóvenes en situación de riesgo teniendo como base el derecho a la educación, por que si no conoces tus derechos humanos no puedes acceder a todo lo demás que viene”.
“Estuve un año trabajando en la ciudad de Benguela en la periferia, una ciudad muy bonita que queda junto al mar, el nombre original era Mbaka que significa donde se cruza los ríos, ya después con la invasión portuguesa y sus colonizadores cambió el nombre, y eso es algo interesante porque a veces nosotros como mexicanos no nos damos cuenta de qué tan parecidos somos a otros pueblos y es algo que pude ver que esta alegría, esta fraternidad, te hacen sentir parte de la comunidad es algo que pude sentir en esta parte de África”.
Dentro de sus actividades era ser profesor de música donde buscaba que los jóvenes pudieran vivirlo, sentirlo, crear un espacio para que se pudieran expresar.
“Lo último que realmente me interesaba era que aprendieran a tocar un instrumento, me gustaba mucho que estuvieran ahí platicando, sacaran lo que tenían adentro, a veces lo combinamos con escribir poesía o lo que ellos pensaban, o hacer un dibujo, cualquier cosa donde ellos pudieran expresar lo que tenían dentro, nos fue muy bien, llegue al lugar donde debía llegar, ya al final de todo es cuando uno se pone a analizar y se da cuenta que como dice Saramago en el viaje del elefante, uno siempre llega donde lo esperan”.
Comentó que la situación en Angola no es la más favorable puesto que, vienen saliendo de una guerra civil de más de 30 años.
“Es trabajar con los hijos de la guerra donde todavía quedan ciertas heridas en la sociedad que son claras, es una sociedad muy pasiva debido a este proceso que tuvieron en el cual ahora solo quieren vivir en paz”.
Recalcó que al ser un país que acaba de salir de la guerra civil más larga de la historia hay mucho por reconstruir, hay muchas heridas, la gente tiene miedo, en algunos lugares está totalmente militarizado.
“Hubo momentos complicados, allá la malaria es como la gripa aquí, yo me enfermé en dos ocasiones, me dio malaria, nada grave pero si hubo una temporada en que a razón de que llovió mucho el mosquito se reprodujo más y murieron muchos niños de la escuela, alrededor de 30-40 niños”.
Otro aspecto que sobresale en la cultura Angoleña es la brujería, los papás llevaban primero a los niños con el chamán o el brujo y ya cuando acudían al hospital era tarde y no había mucho por hacer, “hay ciertas cosas que uno desearía que no fueran así pero son procesos”.
Mencionó que los primeros días fue algo complicado adaptarte, como sea estás en un lugar nuevo hasta cierto punto estas solo, aunque estás con toda una comunidad que te apoya y las Sores siempre estuvieron en todo momento para guiarme, de algo que me di cuenta fue de un encuentro con Dios , para mi anteriormente siendo un tanto ateo fue algo que me movió mucho, lo que le agradezco a la comunidad es que me enseñaron un amor basado en Dios.
Cuando ya estaba a punto de terminar su estadía en Angola le dieron la oportunidad de hacer una experiencia en Naciones Unidas con la misma organización, enfocada principalmente en la defensa del derecho a la educación, luchar por un derecho es luchar por todos, así que decidió que para no viajar a México y después a Suiza iría a Marruecos para poder aprender un poco de francés.
“Llegue a una casa de Padres Salesianos, me adoptaron como un hijo, la verdad vivir con sacerdotes es una de las cosas más bonitas que puedes hacer, me encontré con un grupo de sabios que me enseñaron a valorar muchas cosas, que me aceptaran como un hijo dentro de esa comunidad donde todos son musulmanes, me di cuenta que tan parecidos somos nosotros como cristianos con nuestros hermanos musulmanes”.
Terminada su estadía en Marruecos donde radicó por 3 meses inició su experiencia en Suiza, donde llegó a vivir con Sor María Grazia Caputo, encargada de la Oficina de Derechos Humanos de IMA (Instituto Internacional de María Auxiliadora) frente a Naciones Unidas.
Indicó que para alguien que estudia Relaciones Internacionales es un sueño llegar a la ONU y esta experiencia le permitió hacerlo.
“Es mucho trabajo de oficina, de investigación, de escribir; fue un proceso complicado el adaptarme a eso, viniendo de un ambiente muy distinto pero también fue una experiencia magnifica por que te da otra visión de las cosas, y te das cuenta de algo: Naciones Unidas funciona a pesar de todo, pero funciona gracias a la sociedad civil”.
Señaló que el momento cumbre fue cuando tuvo la oportunidad de dar el discurso en Naciones Unidas por la causa de los menores migrante no acompañados.
“Este problema no sólo se vive en México sino también para cruzar Gibraltar, a poca gente le interesa, sólo son estadísticas. Tuve un amigo que falleció cruzando Gibraltar y te das cuenta de que el mundo es más complicado de lo que crees y no por eso debes perder la esperanza, hay gente que se está rompiendo por los otros, buscando dar una oportunidad al otro y que lo hace con la intención de ayudar”.
Expresó que para un internacionalista este tipo de experiencias marcan, porque sales de los libros, de las aulas, de lo que te puede decir un maestro o una teoría para enfrentarte al mundo tal y cual es a ras de suelo, es salir a las calles y ver que puedes hacer.
“Busco que al menos mi experiencia sirva para que otros se atrevan a hacerlo, hay que arriesgarse a cumplir tus sueños”, concluyó.