Entrevistas
Esclavo de la historia
12 abril Por: R.C. P.H.
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El pasado lunes inició la veda electoral. Comienza, para muchos, el desfile animado de globos de colores, patriotismo desmesurado y sorpresiva –al igual que momentánea- solidaridad respecto a la población más vulnerable, o como se le conoce en este tiempo, votos fáciles.

Por ello, en los pasados días se ha visto por parte de este medio el compromiso exhaustivo por incentivar al voto informado, al voto consciente o al menos, a la invitación a la concientización electoral que cada uno de nosotros posee. Quizá, y digo solo quizá, nosotros seamos los menos desafortunados en la veda electoral. Quiero creer que todos disponemos de un acervo lo suficientemente maduro como para saber discernir entre una promesa de campaña y acciones reales. Me atrevo a juzgar que muchos de nosotros hemos sido testigos de la actividad política realizada en los últimos años. Tomamos conciencia desde aquella primera gota de rebeldía que se manifestó por aquellos años pueriles donde nos dimos cuenta de una realidad menos agobiante que el hogar: la nación.

Escucharemos en campaña la misma cantaleta de siempre, fuera de este circo, están los intereses reales no del candidato sino del partido y de todo aquel que esté detrás de un rostro puesto en una lona. Hablar del voto informado no se reduce al solo conocer la vida del candidato en cuestión, sabemos que ellos solo siguen directrices partidistas, en donde ahí sí, hemos de ser cuidadosos por conocer las líneas que van siguiendo.

No obstante, caemos aquí en una nueva problemática, nos controlan partidos. Una pequeña brutalidad cometida por los países en donde la democracia partidista parece triunfar sobre los antiguos vestigios totalitarios que los golpes de estado militares y guerrilleros dejaron en nuestra querida Latinoamérica. Es interesante, entonces, descubrir en esto una nueva línea de la investigación política. Ya Hegel nos centraba las bases para comprender el curso de la historia, la dialéctica nos permitía comprender de mejor manera cómo la historia va fijando rumbo frente a nuestros ojos.

Ante esto hay una cuestión interesante, la razón parece dirigir todo el rumbo de la historia, toda nuestra historia está movida por hombres que han decidido guiarse por la razón –o es lo que piensa Hegel- pero, cuando se deja la razón de lado, la historia no puede continuar, hay un atasco, un bache en rumbo de la historia, no hay ese ejercicio dialéctico entre la razón y la no razón –entre el ser y el no ser, si queremos sonar románticos-.

Es por esto que Hegel argumenta que, si algo en la historia se repite, es porque no se ha superado, caemos en lo mismo una y otra vez recordándonos aquél antiguo dicho donde errar es de humanos pero seguir en el error es diabólico, y precisamente, es diabólica la idea de creernos progresar o prosperar en la historia sin una buena razón para justificarlo -¿entiende el chiste? No hay una buena razón, porque la razón no se sigue.

Y es que, si le hacemos caso a Hegel, estamos varados, perdidos en una isla desierta, donde nada de lo que hacemos se supera. Los mismo modelos y estructuras se repiten año tras año, periodo tras periodo, no hemos sido racionales, no obedecemos a la razón que nos dicta salir de esto. Quizá, entre tanta revolución la razón pasó a segundo plano y la mano de obra se convirtió en el motor que mueve –o intenta mover– la nueva historia. Poder, vanagloria, dinero podrían entenderse como la nueva guía para interpretar la historia –o la no historia– en que vivimos. En todo caso, estamos condenados, pero ¿hasta cuándo?

La superación de este paso está en tela de juego, no sabemos hasta cuando hemos de cambiar de nuevo de sistema democrático. Informarse del voto es llegar a la comprensión de un modelo político y económico que nos ha gastado bromas al decirse distinto. No hemos superado la monarquía y por muy republicano –en función a la defensa de la república y no al partido americano– que alguien sea, ha de reconocer que al final del día, el poder y la autoridad sigue siendo el mismo juego en el cual reyes, emperadores, caudillos y dictadores tuvieron el deleite de participar y ahora, son los partidos que no salen de la sombra de éstos para seguir exigiendo su prima nocte con el salario ganado digna y justamente.

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