De ente todas las condenas modernas, la democracia es sin duda la que más grande tiene el grillete. Digo condena porque no nos la podemos quitar de encima, es, para los supuestos países desarrollados, el último escalafón del devenir político. Democracia se ha convertido en sinónimo de progreso, de prosperidad ¡Vivan los países democráticos! Se escucha decir desde que un fantasma más antiguo que el comunismo ha recorrido los palacios y cuarteles militares de todo el mundo.
Nosotros estamos sumergidos hasta el cuello de la zozobra política de la democracia, en algún momento dejó de ser un ideal para volverse una institución democrática ¿aún hay espíritu de democracia en el mundo? Sea como fuere, es lo que nos ha tocado vivir, y no nos queda mayor remedio más que buscar el mayor desarrollo y supervivencia posible dentro del sistema.
Como sabemos el apogeo de la avaricia humana y de la democracia se ha desarrollado constantemente en las urnas, en los procesos electorales y en la compro y venta –descarada o no- de simpatizantes a tales o cuales partidos políticos.
Podría yo hablar de mis preferencias hacia otros sistemas políticos o mis sugerencias a los métodos democráticos. No obstante, me han pedido más que un desahogo, una invitación a elegir entre todo esto, algo un poquito mejor. No hablamos de inútiles e incompetentes candidatos, tan solo del uso del buen criterio y de la razón natural para poder discernir –más allá de un color, un rostro o promesas de campaña- lo que “mejor” iría al sabio pueblo de México. Me parece que el primer criterio para iniciar un discernimiento en torno hacia donde depositaremos nuestra confianza es entender, como primera cuestión, que la autoridad no está por encima de la comunidad que la eligió, que tampoco es organismo que arbitrariamente aprueba o frena leyes, que dispone de la Constitución al antojo.
Lamentablemente existe una idea generalizada, que nosotros mismos alimentamos, sobre la autoridad y el poder siempre han de estar ligadas al despotismo, ya ni nos sorprende cuando se descubre un caso de corrupción, de lavada o desvío de fondo, o lo que es peor, casos de violación, prostitución o abuso sexual. Nuestra indiferencia ante estos hechos se debe en que se ha perdido de vista que EL ESTADO, no debe de intervenir más velar las necesidades de la comunidad. Reza sobre algunos congresos estatales la célebre frase “La Patria es primero” ¿Cuándo olvidamos que la Patria no es un concepto abstracto, sino una entidad con rostro y corazón? ¿Cuándo olvidamos que el fundamento de la ley, su espíritu, está más allá de la jurisprudencia a la cual estamos habituados? pues encuentra su fundamento, principio y final en la persona, en su dignidad, en su correcta interpretación.
Ahí está nuestra posición respecto al voto que hemos de ejercer, a las decisiones que hemos de tomar en la temible y cercana temporada electoral. La participación ciudadana no es para elegir un candidato ni para escoger un nuevo amo que nos esclavizará con el yugo de su prepotencia, bastante tenemos en la experiencia de soportar ineptos y pusilánimes de todos los colores y sabores (porque algunos en Puebla sudan azúcar). Debemos, ante todo, hablar de la conciencia política de cada uno de nosotros y que, ya sumergidos en el fango de la democracia –como diría Guillermo Hurtado- usamos al menos un buen calzado para que no se nos pegue la porquería de donde caminamos.
Entrevistas
Del voto y otros demonios
22 marzo Por: R.C. P.H.