No hay grandes expectativas de crecimiento para la economía mexicana, al menos durante este año, esto de acuerdo con el Banco de México.
Nuestra economía es receptora de los movimientos del extranjero, es decir, si a la economía mundial le va bien a nosotros también, si le va mal a nosotros nos va peor. Esto sucede, porque no se ha diversificado el comercio internacional con otros países; nuestro gran socio comercial sigue siendo Estados Unidos.
Lo anterior pasa porque somos un país que no es intensivo en tecnología, exportamos materias primas y productos manufacturados e importamos bienes de consumo final (tecnológicos).
La inflación en las economías avanzadas sigue siendo menor al objetivo de los bancos centrales, un reflejo de una economía pausada y que tarda en recuperarse por el efecto pandemia. Por si fuera poco, en México la inflación de mercancía superó a la de bienes y servicios, eso significa que los productos de consumo habituales aumentan su precio.
El aumento en el precio de la mercancía tiene un gran impacto en la población con menos recursos del país, recordemos que el 41.9 por ciento de la población se encuentra en situación de pobreza según el CONEVAL, por lo que el aumento de precio golpea de manera más fuerte a este sector de la población.
El efecto retardado de la economía puede ser solventado por un proceso de vacunación que genere confianza y agilice la normalización de actividades productivas. Sin embargo, hasta el momento las campañas de vacunación no son suficientes y según las estimaciones de algunos institutos, en caso de seguir esta tendencia se vacunará a la población en un promedio de 9 años.
Las expectativas de crecimiento en el país son poco alentadoras y parece que no hay una estrategia adecuada de vacunación que ayude a aligerar el problema, aunque el ritmo fuera adecuado, la economía no se va a recuperar este año. Hay que tener muy claro que los efectos de crecimientos son complejos y vienen de economías extranjeras y del dinamismo de la economía mexicana.
