Por: Lilia Susana Ramírez Lara, estudiante de 2do semestre.
El dinero ha movido a la sociedad desde sus inicios. En muchas ocasiones el deseo por obtener poder y riquezas ha llevado a los humanos a cometer actos atroces hacia sus iguales y hacia los más débiles. La necesidad de ser mejor que los otros mediante la adquisición de bienes, muchas veces llega a devorar nuestro lado humano para simplemente convertirnos en bestias hambrientas de ambición.
Hoy en día el capital es lo que rige el orden, somos una sociedad consumista, definida como la tendencia inmoderada a adquirir, gastar o consumir bienes. Este estilo tan nocivo de vida que nos ha dirigido a una situación ambiental crítica y desigualdad social, depende en gran medida del actual sistema económico, en el cual las empresas son las encargadas de mantener la sostenibilidad. Sin embargo, muchas de ellas son las principales responsables de poner como principal objetivo el dinero en lugar del bien común.
El mundo, al regirse por un sistema en el cual el dinero es lo más importante, provoca que todos intenten acumular recursos. Esto, además de permitirles obtener bienes, les otorga poder. El poder y la autoridad son los objetivos de vida de muchos y, por eso, los buscan sin importar el precio. Hoy en día los llamados líderes mundiales dejan mucho que desear, pues al parecer el poder de cambiar las cosas para bien no está en su definición de lo que significa tener la autoridad y la oportunidad. La activista Greta Thunberg refirió en diciembre de 2018 en la 24 Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 24), en Katowice, Polonia: “No son lo suficientemente maduros para decir las cosas como son. Incluso esa carga nos la dejan a nosotros, los niños”. Esto lo dijo después de acusar a los presentes de hablar sólo sobre “crecimiento económico” sin tomar en cuenta el bienestar de la gente y plantear otras opciones. ¿Por qué a todos les importa más el dinero que el bienestar de los otros? ¿Por qué a nadie le interesa el futuro que se nos deja a nosotros los jóvenes?.
En 2017 dos informes de la Organización Mundial de la Salud (OMS) señalaron que más de 1.7 millones de niños menores de 5 años mueren al año a causa de enfermedades provocadas por la contaminación del aire, las deficiencias en el suministro de agua, la exposición a productos químicos y la falta de sanidad e higiene, “Un entorno contaminado es un ambiente mortífero para los niños”, dijo la directora General de la OMS Margaret Chan. Entonces, ¿cómo es posible que las emisiones de gases invernadero no se hayan reducido, o que las empresas de alimentos industrializados sigan produciendo plásticos de un solo uso simplemente porque es más “caro” implementar medidas que favorezcan al medio ambiente, lo cual provoca que nos estemos ahogando en nuestra propia basura y el futuro de los niños tome dirección a un agujero de problemas y crisis ambientales que tendremos que resolver cuando seamos mayores.
El problema es que todos seguimos preocupándonos por temas que, comparados con la crisis climática actual, deberían ser irrelevantes. Hay que comenzar a preocuparnos por las cosas que de verdad importan y exigir justicia ambiental a aquellos que tienen el poder suficiente como para intervenir en las acciones de la población y las industrias. Hoy en día ya no se necesitan pequeños cambios, requerimos de la implementación de cambios radicales en nuestro estilo de vida para que, así, los niños y jóvenes podamos tener un mejor futuro.
Entrevistas
El dinero por encima de todo
27 enero Por: Prepa Santiago