Argentina, Perú y Chile estaban entre sus opciones, pero Edwin Clemente Vilchis Solórzano quería un reto mayor. Un desafío que le permitiera conocerse a sí mismo no en el aspecto académico o deportivo sino en lo social y cultural.
Edwin Clemente Vilchis Solórzano, estudiante de Ingeniería en Biotecnología regresó de Turquía hace unas semanas gracias a un vuelo humanitario que Canadá, como nación hermana de México, envió para apoyar a ciudadanos mexicanos que se encontraban varados debido al cierre de fronteras por la pandemia.
Aunque internamente su decisión estaba dividida por una parte racional y otra sentimental: la primera que le decía que se regresara a México y la otra que le pedía que se quedará un poco más, el tiempo le dio la razón.
“No quería regresarme pero cerraron las fronteras y eso te pone a pensar porque en México aún no pasaba nada. Yo hablaba con mis papás y me decían que todo estaba tranquilo, pero si en el momento en que pasara el punto crítico en Turquía empezaba la peor etapa de la pandemia en México yo ya no iba a poder regresar”, expresó.
Recordó que desde que inició su intercambio en su escala en el aeropuerto de Dubai, leyó una noticia que hablaba sobre la pandemia, pero confiado continuó su camino pues esperaba que no le afectara a él.
“Desde que yo me fui estaba el tema de la pandemia y en el aeropuerto de Dubai conocí a unos mexicanos con quienes me puse a platicar. Vimos un periódico donde aparecían personas que llevaban su cubrebocas y decía algo sobre la pandemia COVID-19. En ese momento, pobre iluso de mí, me reí y dije, eso no va a pasar a mayores y si pasa algo pues solo espero que no me pase nada en el intercambio”, narró.
Así pasaron cerca de dos meses pues sus clases se desarrollaron de manera normal, y aparentemente no pasaba nada. Transcurrieron los días y por las noticias sabían de la situación crítica en los países de alrededor, pero no de Turquía. Hasta que al final, empezaron sacaron las primeras cifras oficiales de coronavirus y el gobierno de un día para otro empezó a prohibir la apertura de restaurantes, de tiendas, de todo.
<p“Todo fue de un día para otro, fuimos por parte de Erasmus a Capadoccia y en el camino íbamos platicando de la vida, de los amigos de la escuela, de los países porque iban muchas personas de Europa, y tres días después, ya veníamos hablando de si íbamos o no a regresarnos a nuestro país. Todo fue muy rápido”, relató.
Y de ahí, empezaron a cerrar lugares públicos. La Universidad de Sabanci hizo lo propio y al igual que UPAEP, mudó sus clases en formato digital.
“La universidad actuó muy rápido, un día anunciaron que después de las 12, nadie podía entrar ni salir del campus, y a la semana ya estábamos en clases en línea. Pero realmente allí dentro no nos hizo falta nada, la universidad estaba muy bien equipada, tenía cocinas, supermercados, restaurantes, incluso fue un buen lugar para pasar la pandemia pues podíamos disfrutar de las áreas verdes y del lago que también formaba parte del campus”, compartió Edwin.
Confesó que dentro del Campus nunca se sintió mal ni triste, pero sí extrañaba la vida social a la que se acostumbró muy rápido estando en Turquía, como el ir a tomar un té, comer un poste, y ver a sus amigos.
“Yo me enamoré por completo de la cultura del té, es algo muy barato y muy común de consumir allá, lo ves en el metro, en la calle. El té es amargo y los dulces turcos, son deliciosos, así que contrastan muy bien con este sabor”, describió Edwin.
Pese a esta experiencia, Edwin Clemente Vilchis asegura que el simple hecho de haberse ido fue ya un logro pues le sirvió para conocerse en otro ámbito de su vida que no había experimentado.
“Ya me conocía en lo académico, en lo deportivo, pero me quería conocer en otras áreas que no había experimentado. El simple hecho de hablar otros idiomas, conocer otra gente, saber qué me gusta, qué no me gusta. Para mí, es lo medular de haber me ido, conocerme más en muchos sentidos. Igual volví a apreciar las cosas mexicanas en mi y en mi país. Y aprendí a relajarme y vivir las cosas con más ligereza y mejor actitud”, indicó.
De su decisión de elegir Turquía como destino de intercambio, señaló “escogí el mejor lugar que pude haber encontrado, todo lo que yo quería encontrar, lo encontré en Turquía, quería algo diferente y éste es un país que lo tiene todo, tanto en arquitectura, idioma, gente, hábitos, pero a la vez hay muchas cosas en común con la gente, porque es muy unida y solidaria. Hay muchas experiencias que normalmente no hubiera podido vivir, y que sin esta experiencia hubiera seguido desconociendo”.
Finalmente, el también miembro del equipo representativo de Taekwondo de la UPAEP, invitó a la comunidad estudiantil a salir de su zona de confort y a atreverse a explorar lugares más allá de Europa que les ayuden a crecer internamente.