Entrevistas
Historia de un intercambio frustrado
14 mayo Por: Yolanda Jaimes
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Verano de investigación, misiones, viajes tentativos, titulación, posibilidad de trabajo, es lo que la pandemia por la COVID-19 le negó a Miguel Andrade, estudiante de la Facultad de Psicología.

Cursar su último semestre como estudiante universitario en el extranjero era el sueño de Miguel Ángel Andrade Carballo, el 2020 debía ser el año en el que terminaría su carga de materias, se titularía, conseguiría un trabajo e iniciaría quizá una maestría, pero la pandemia se lo impidió.

El primer país que eligió como destino para su intercambio fue Hong Kong, pero en marzo de 2019 inició un conflicto político originado por el proyecto de reforma de la Ley de Extradición que lo obligó a cambiar sus intenciones.

Su segunda opción fue Chile, pero a finales de octubre se desató un conflicto social que originó saqueos y toques de queda y tuvo que modificar sus planes nuevamente.

Finalmente, la Coordinación de Internacionalización le sugirió irse a Perú. Todo indicaba que era la tierra prometida pues empezaron a acomodarse sus proyectos.

A través de Pastoral de la Cultura había conseguido unirse a un grupo juvenil para irse de misiones, logró también ser aceptado por un investigador para  unirse al Proyecto Delfín y había conseguido las becas FEMSAC de la UPAEP y otra de Santander.

Su viaje estaba programado para el día 17 de marzo,  pero el 11 del mismo mes el director general de la Organización Mundial de la Salud realizó su declaratoria del coronavirus como pandemia.

El 15 de marzo recibió la llamada por la cancelación de su vuelo lo que significó la pérdida no sólo de un semestre de intercambio, sino de objetivos y planes para todo el 2020.



Estaba muy emocionado porque ya solo tenía 5 materias por cursar, con eso ya terminaba todo.  De hecho el semestre anterior se sobrecargó de actividades para poder disfrutar su intercambio, metió todo, la tesis, las prácticas, el servicio social, 8 materias, las dos becas: la artística y la académica.

“Fue un semestre estresante. La verdad me pegó bastante porque al final de cuentas son pérdidas, tenía dos viajes tentativos a Costa Rica y Ecuador, la investigación, las misiones, el intercambio. Sentí en su momento un poco de frustración, porque ya tenía todo planeado, la  tesis, la titulación, graduación, maestría, trabajo. Estaba muy emocionado con todo eso”, expresó.

Pese a estos daños colaterales, Miguel entendió que su situación personal no es más compleja que la de las personas que se quedaron sin trabajo, que no tienen para pagar su medicamento, que no tienen qué comer, o que tienen que salir a trabajar para poder llevarse el pan a la boca y que tampoco nadie es responsable de lo que sucedió.

“Al principio sí fue mucha frustración, de repente piensas que esto solo puede sucederte a ti, y no estás 100% consciente de que sí hay personas que la están pasando muy mal y que ese no es mi caso.

“Esta situación me ha ayudado a interiorizar en mi persona, he aprovechado el tiempo para aprender portugués, cocinar, sé tocar la guitarra así que me he puesto a practicar, he adquirido el hábito de ejercitarme estos días, de leer, de apoyar en casa en la limpieza, etcétera”.

Miguel ha decidido cursar sus materias de manera virtual este verano para no esperar hasta agosto a incorporarse a sus clases, pero no pierde la esperanza de que si se le presenta la oportunidad, pueda terminar el año de intercambio pues disfrutó tanto su primer intercambio a Canadá que quisiera volver a vivir esa experiencia. 

 

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