Entrevistas
Experiencia de intercambio en Estados Unidos
25 septiembre Por: Yolanda Jaimes
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[Rebecca García Garibay vivió 1 año en Williamsport, Pensylvania y ahora comparte su experiencia con nosotros.]

Por: Gibsy Sagrario González García

Rebecca García Garibay es una estudiante de Psicología que hace un año empacó sus sueños y  se fue de intercambio por 12 meses a Lycoming College en Williamsport, Pensylvania, Estados Unidos. Ahora está de regreso y nos cuenta cómo fue su experiencia, tanto lo bueno como lo malo y las habilidades y aprendizajes que adquirió en esta gran aventura.

Cuéntanos ¿por qué decidiste irte de intercambio?
Tenía el ejemplo de mi hermana, ella se había ido de intercambio, entonces desde que entré a la universidad me dije “tengo que hacerlo, sí o sí” y quise ir a ese lugar porque mi objetivo era salir de mi zona de confort, alejarme de mi idioma natal y, en este caso, practicar más el idioma inglés. A su vez, soy fan de las películas, entonces quería ir a EE.UU. para comprobar si su ambiente estudiantil era como lo retrataban.

¿Cómo fue el proceso de elegir?
La decisión fue rápida, estaba en clases un día y dije “me quiero ir”, en ese momento fui con Jeanine, de Internacionalización, a preguntar sobre los requisitos necesarios y a la semana ya había empezado el proceso, todo fue muy rápido y fácil. Creo que lo más difícil fue el proceso de la VISA, por la espera, pero realmente quién lo quiere, lo hace.

¿Cómo fue el llegar a Estados Unidos?
Fue relativamente fácil porque llegué con mi mamá; conocí un grupo de extranjeros en Nueva York quienes también iban a Williamsport y aunque por un momento pensé “¿qué estoy haciendo aquí?” me tranquilicé; todos eran muy amables y atentos conmigo, nos llevaron en un autobús desde Nueva York a Williamsport, que realmente es muy pequeño, cuenta con únicamente dos universidades y un hospital, por lo que la vida ahí se sustenta alrededor de eso. Llegar finalmente fue muy bonito, el lugar era muy limpio y contaba con muchas áreas verdes.

Algo duro fue despedirme de mi mamá, eran sentimientos encontrados porque fue la ceremonia de bienvenida y estaba feliz, pero a la vez no quería que se fuera, aunque las relaciones que hice desde que llegué me brindaron un gran apoyo respecto a eso.

¿Experimentaste algún choque cultural?
Uno de los choques culturales más grandes que tuve fue que todos eran demasiado amables, desde el primer día uno de los Decanos hizo una reunión en su casa para los 9 internacionales que éramos e hizo de comer, fue algo así como una albercada, cosa que en México realmente no harían.

¿Cómo fue integración en términos académicos?
Desde que llegué empecé a hacer prácticas profesionales, la chica de internacionalización que me ayudaba allá, me platicó de la vacante y comencé haciendo investigaciones en la American Cancer Society. También di cursos en escuelas, lo cual fue curioso, ya que pensé que por mi acento quizá se burlarían, pero desde el inicio puse las cartas sobre la mesa y de ahí todo marchó bien.

La diferencia académica más grande que encontré, fue que los profesores eran muy empáticos y las clases más dinámicas, por ejemplo, de Psicología Forense, que es muy útil en negociación de rehenes, tener empatía con el secuestrador, hacerlo sentir escuchado y llegar a un acuerdo es algo muy importante; por lo cual, tomábamos casos reales y adoptábamos posturas tanto de defensa como en contra para simular un juicio, eso ayuda muchísimo para prepararte profesionalmente más allá de la teoría. Fue interesante porque podías entender los motivos del secuestrador y en el campo real así es. Finalmente, al terminar las dinámicas, el profesor daba retroalimentaciones sobre nuestras participaciones.

¿Recomendarías Lycoming?
¡Definitivamente! Es una escuela excelente, porque son muy atentos contigo como estudiante, por su dinámica y sus convenios (por ejemplo, de transporte). Además, se preocupan porque conozcas y disfrutes tu estancia, por lo cual organizan viajes, en mi caso a Broadway, a Washington, entre otros.

Los dos lados de la moneda, lo bueno y lo malo…

Algo bonito que pasé fue que al llegar diciembre, fui con mis amigos a Nueva York, vimos la nieve y el día estuvo increíble; ¿el problema?  Llegó la noche y pues la dueña del Airbnb no recordaba que estaríamos ese día, entonces no dejó llave; al llegar a atendernos se metió por el sótano y nos abrió la puerta, lo cual nos dio un poco de miedo pues cualquier persona podría haberse metido por ahí; al final fue una experiencia divertida.

Un momento muy difícil que pasé fue que me dio vértigo y terminé en el hospital y aunque no era nada grave, allá es normal terminar ahí. El problema llegó tres semanas después con la factura del hospital, porque mi seguro aún no estaba validado, pero finalmente la Universidad me ayudó con ese tema. Recomendaría muchísimo que tomen un seguro de llegada y lo tengan en orden porque te facilita mucho las cosas en casos como el mío.

¿Cómo fue tu regreso a México?
Al regresar reafirmé mi vocación, además de poder independizarme y buscar alternativas a mis propios problemas, porque estás por tu cuenta. Un choque fue también los horarios de comida, la seguridad, entre otras cosas. Allá formé una familia y un vínculo muy fuerte con mis amigos, incluso más fuerte que el que tenía con mis amigos en México. Actualmente estoy segura de que puedo viajar sin problemas, mi idioma inglés ahora da para más y tengo muchas herramientas para realizar más actividades, perder el miedo es la clave.

No cabe duda que la experiencia que vivió Rebecca el año pasado transformó su forma de ver el mundo, ya que tuvo el valor de desafiar sus límites y con ello ampliar su zona de confort; porque a final de cuentas de eso se trata la vida, de transformarse cada día en una mejor versión de ti. Esperemos que tú lector, al igual que Rebecca, te animes a dar ese gran paso y con ello abrir tus alas de triunfo para surcar nuevos horizontes.

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