Por Gibsy González García
Luisa, quien actualmente estudia el séptimo semestre de Mercadotecnia se fue de intercambio durante un semestre a Suiza, donde se enfrentó a situaciones nuevas, desde vivir sola, hablar un idioma distinto, conocer otro sistema educativo, hasta ponerse al nivel de sus compañeros de clase. Esta es su experiencia y la comparte con nosotros.
¿Qué te orilla a realizar un intercambio?
Tomé la decisión de irme cuando vi a mi hermana mayor irse a Estados Unidos, esa fue mi principal motivación. Considero que muchas veces la oportunidad de irte a otro lugar es, de cierta forma, desaprovechada, quizá por miedo a lo desconocido, y pensando en esto, mi meta era irme lo más lejos posible y a un lugar que me orillase a salir de la zona de confort que quizá mi lengua materna representaba, y así, pensando mis opciones, se redujeron a tres países: Austria, Suiza y Holanda.
¿Suiza, Austria u Holanda?
Aunque al inicio Suiza no era mi principal opción, tomé la decisión de irme para allá pues la universidad (University of Applied sciences and arts Northwestern Switzerland) me ofreció una beca que consistía en un estipendio para gastos personales con la condición de que cursara al menos 15 créditos, los aprobara y no fuera europea.
¿Cómo fue el proceso de preparación para tu intercambio?
Pese a que ya había salido del país, nunca había ido a Europa y mucho menos sola. Yo creo que esa fue la idea que más me pesó y la que me resultó más agobiante, no soy una persona que acostumbre estar sola mucho tiempo; sin embargo, la emoción era mucho más grande. Al llegar allá, viví con una pareja de adultos mayores así que realmente no estaba del todo sola, aun así aprendí a ser autosuficiente y cuidar de mí, ahorrar, entre otras cosas.
¿Cuál fue tu primer shock cultural?
Al llegar lo más impresionante, definitivamente, fue no entender nada, nada de lo escrito y muy poco de lo que la gente decía; la comunicación fue todo un reto. La primera vez que fui al supermercado tardé más de dos horas entre encontrar lo que necesitaba y tratar de leer si realmente era lo que estaba buscando. Lo segundo quizá fue darme cuenta lo caro que era todo, como por ejemplo el transporte. Afortunadamente, en este aspecto, el pueblo donde vivía era muy pequeño y podías recorrerlo caminando.
¿Cómo era la dinámica educativa?
Todo es muy distinto a México pero me gustó muchísimo. La primera clase que tomé fue muy interactiva, muy diferente a la típica clase donde el profesor sólo te lee diapositivas. Educativamente, yo creo el reto más grande que tuve fue al tomar “major marketing” porque yo era la única persona de intercambio y además de un semestre menor al de todos los demás; todos sabían más que yo y me tuve que poner a nivel, lo cual en cierta forma me hizo decepcionarme un poco, pues ellos habían aprendido más en dos semestres, que yo en los 6 que había cursado y, me hizo preguntarme si quizá realmente no sería mi culpa como estudiante. En términos de asistencia, allá realmente no hay ningún problema si faltas o te saltas clases, pero ello te enseña a ser más consciente, a fin de cuentas no vas a jugar, vas a aprender y se trata de aprovechar lo más que se pueda.
¿Cómo describirías la forma de ser de la gente?
La describiría como gente fría, obviamente no es tan cálida como estamos acostumbrados aquí, es decir, me tocaron los dos extremos de la experiencia, desde gente que me intentaba ayudar en todo lo que podía, a los que por el otro lado fueron extremadamente groseros conmigo, como un encuentro que tuve en el tren con una persona que sin más nos comenzó a insultar a una amiga y a mí. Pese a todo, siempre me sentí bienvenida; el contacto con las personas y su historia te hace ver el por qué son así y aprendes a valorar muchísimo más los pequeños detalles que tienen hacia ti.
¿En términos personales como fue tu experiencia?
Aprendí mucho, conocí mucho y, viendo en retrospectiva, no hubiera podido elegir un mejor lugar para hacer mi intercambio. Miro con ansias a volver pronto, quizá para mis prácticas profesionales. Mencionaba al inicio de la entrevista que no soy una persona que acostumbre estar mucho tiempo sola, pero este intercambio me ayudó a cambiar eso, ahora disfruto mucho de mis cosas y de tener tiempo para mí misma y eso se lo debo a esta experiencia. Estando allá, todos los chicos de intercambio vivían en un mismo edificio y yo por separado, pero no lo cambiaría, en serio valoré muchísimo tener mi espacio.
¿Cómo fue el regreso?
El regreso fue un poco duro, yo creo que finalmente procesé que ya no estaba en Suiza al tener que volver a mirar sobre el hombro mientras caminaba en la noche, o incluso a plena luz del día, o al caminar por las banquetas con grietas y demás, pues es algo que allá no se ve. No me sentía realmente lista para volver a tener que caminar sin audífonos por la calle y cuidarme de esta manera otra vez. Finalmente ese es el contraste más intenso que noté entre estar aquí y allá; la seguridad.
¿Qué recomendarías a los chicos que quieren irse de intercambio?
Primero que nada, este es un proceso que creo, se debe aprovechar al máximo; busquen expandirse lo más que puedan e ir lo más lejos posible para que realmente se convierta en una oportunidad de aprendizaje. El proceso empieza mucho antes de siquiera buscar universidad en otro lugar, es ir sacando buenas calificaciones para así poder elegir entre las mejores opciones para ti. Es una experiencia increíble y te hace crecer mucho tanto de forma personal como profesional, finalmente es mucho más fácil vivir una experiencia en el extranjero siendo estudiante que en otra parte de tu vida y aunque finalmente hay mil formas de prepararte para un intercambio, creo que por sobre todas las cosas, se trata de aventarse y perderle el miedo conforme te acerques a la experiencia.