Estrategia y competitividad
Las organizaciones que aprenden
07 octubre Por: Soraya Reyes Guerrero
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En la ruta de la calidad es indispensable reflexionar sobre el valor de los aprendizajes que vamos acumulando en el camino. La experiencia ganada y las reflexiones que hagamos de los pasos y acontecimientos que enfrentamos es fundamental en la construcción de la mejora continua. Somos todos parte de esta organización y por ello tenemos una responsabilidad compartida de contribuir en su crecimiento, desarrollo y posicionamiento.

En ese sentido, el caminar conjunto, aportando desde nuestro espacio y área de trabajo, nos permite ir capitalizando experiencias y hacer de UPAEP una organización que aprende. Juntos forjamos un carácter institucional compartido, tenemos una misma visión y un sentido de logro que nos caracteriza, el cual va ganando madurez a partir del autoconocimiento y la reflexión.

Este ámbito del aprendizaje organizacional corresponde al dominio personal porque se gesta a partir de nuestras contribuciones individuales para lograr la visión institucional. Pero, se fusionan con las del resto de nuestra comunidad a partir de un trabajo sistémico y un sentido de equipo. Así, los aprendizajes y experiencias propias se transforman en aprendizajes grupales que enriquecen a nuestra comunidad y su actuación.

La manera de abordar retos, desafíos, encomiendas y compromisos parte de un sentido de comunidad y de modelos que se establecen de forma colegiada. Al volverlos vida en el diario accionar, crean patrones, buenas prácticas y procesos que la organización va adoptando como propios, madurando y mejorando.

Los procesos o modelos que empleamos para responder ante lo que se presenta o lo que se espera de nosotros como institución educativa forjan nuestro sistema de mejora continua. Ello es fuente constante de aprendizaje institucional, por lo que podemos decir que estos procesos que delineamos e implementamos son un fenómeno propio de las organizaciones que aprenden.

El sentido de comunidad, los objetivos comunes y el compromiso de cara a la sociedad, en lo general, y a nuestro alumnado, en lo particular; fomentan una actitud de indagatoria y análisis, así como un espíritu inquisitivo que propicia la optimización de recursos, la adopción de mejores prácticas, la innovación y la búsqueda de la excelencia académica. Esto implica una mente abierta al cambio y una flexibilidad para adaptarnos a entornos dinámicos que son pieza fundamental en los aprendizajes presentes y futuros que la organización gana.

Indiscutiblemente nada de lo anterior se construye en soledad; el crecimiento y dinamismo de una institución se da por el trabajo colaborativo de sus miembros. Y este tipo de trabajo, en el seno de una institución educativa, es aún de mayor riqueza porque presupone interdisciplinariedad. Y es en la diversidad de miras o enfoques en donde se obtiene mucha riqueza.

El trabajo hecho a partir de la participación de miembros de diversas disciplinas multiplica resultados, los vuelve más asertivos y relevantes por el simple hecho de incorporar múltiples perspectivas. En entender la mirada del otro hay aprendizajes, en incorporarlo en nuestras formas de trabajo hay crecimiento, rasgo de toda organización que aprende.

Compartir valores, tener una visión rectora, estar abiertos al cambio, capitalizar experiencias, explorar e investigar nuevas alternativas, abrazar el trabajo colaborativo, adoptar un enfoque sistémico y enriquecernos de la diversidad contribuye, sin duda, a ser una organización que aprende. Pero, estos mismos rasgos forman parte de la construcción de calidad académica pues nos hablan de enfoque, de esfuerzos bien orquestados a favor de un fin, de adaptación y de mejora continua. Por ello, en nuestro cometido por la excelencia académica y éxito estudiantil, nos refrendamos como una organización que aprende.

Dra. Soraya Reyes Guerrero
Profesora – Investigadora
UPAEP

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