Estrategia y competitividad
Alexei Navalny y la Larga Historia de Opositores Rusos Envenenados
02 septiembre Por: Dr. Werner G.C. Voigt and Dr. Juan Carlos Botello
Pin It

El 20 de agosto, 2020 en el transcurso de una gira por Siberia, investigando la corrupción del gobierno de Vladimir Putin en la región, el opositor político principal del presidente Putin tomó una taza de té caliente en el aeropuerto de la ciudad de Tomsk y colapsó cayendo y quedando en coma pocos minutos después en un avión rumbo a la ciudad Omsk. Los servicios médicos ahí ofrecieron un diagnóstico totalmente inconsistente desde hiperglicemia hasta la posibilidad de un envenenamiento. 24 horas después un representante del hospital de Omsk informó a la prensa sobre un veneno mortal y rechazó cualquier intromisión de toxicólogos internacionales. Un avión de rescate de Alemania ya había aterrizado el jueves de la semana pasada, esperando el permiso del Kremlin para la evacuación de la víctima. El viernes pasado los médicos rusos finalmente aceptaron el traslado de Navalny al hospital “Charité” en Berlín Alemania – pensando que con ese retraso ya se hubiera metabolizado el veneno en el cuerpo del paciente. Al llegar a Alemania, los toxicólogos en Berlín afirmaron la presencia de un sofisticado agente neurotóxico del grupo de los inhibidores de la colinesterasa, el cual se absorbe en el cuerpo de manera muy rápida cuando es suministrado en un líquido caliente. Navalny sigue hasta este momento en un profundo coma.

La lista de opositores que ha enfermado de manera sospechosa en el último siglo es larga. Muchos han muerto. Aparentemente todos parecen haber sido víctimas de un laboratorio secreto especializado en la elaboración de venenos y establecido por Lenin en 1921. Su función era lidiar, de manera tan eficiente como despiadada, con enemigos del estado. Algunos eran domésticos y otros, exiliados incómodos para el Kremlin.

Según el exjefe de espías de Stalin, Pavel Sudoplatov, la KGB llegó hace mucho tiempo a la decisión que el veneno era el mejor método para eliminar a personas incómodas. La institución sucesora de la KGB, el FSB parece que tiene la misma filosofía. Durante la Guerra Fría, la KGB exterminó a sus adversarios con creatividad. En 1959, un agente asesinó al líder nacionalista ucraniano Stepan Bandera con una pistola con balas de cianuro escondida en un periódico. En 1979 otro agente asesinó al disidente búlgaro, Georgi Markov, mientras esperaba un autobús en el puente de Waterloo en Londres. El arma: un paraguas con punta envenenada.

En los años 90, durante la presidencia de Boris Yeltsin, se detuvieron estos ataques. Sin embargo, una vez que Vladimir Putin – un ex agente de la KGB – llegó a la presidencia en el año 2000, los asesinatos políticos regresaron. Se especuló con que la fábrica de veneno, un siniestro edificio de color gris a las afueras de Moscú camuflado como centro de investigación, había vuelto a ponerse manos a la obra.

Entre las víctimas de dicho “centro de investigación” está Roman Tsepov, guardaespaldas de Putin en San Petersburgo en la década de los 90. Tsepov murió después de beber un té 200 en una oficina local del FSB. Ese mismo año, la prominente periodista Anna Politkovskaya perdió el conocimiento en un vuelo interno a la ciudad de Rostov después de tomar un té en el avión. Ella sobrevivió al atentado, pero dos años después, un sicario asesinó a Politkovskaya en frente de su condominio en Moscú.

El envenenamiento quizás más notorio del siglo veinte tuvo lugar apenas unas semanas más tarde. El objetivo esta vez era Alexander Litvinov, un exagente del FSB convertido en un agresivo crítico del presidente Putin. Dos asesinos, Dmitry Kovtun y Andrei Lugovoi, se reunieron con Litvinienko en el hotel de lujo “Millenium” en el centro histórico de Londres. Se tomó una taza de té verde a la que los dos asesinos agregaron medio gramo de Polonio altamente radioactivo. Litvinienko murió en agonía inimaginable tres semanas después. El asesinato marcó una época de sospechas en los gobiernos europeos porque una investigación oficial del Reino Unido en 2016 determinó que era cierto que Putin aprobó la operación.

En marzo de 2018, otros dos asesinos fueron enviados por el Kremlin a Londres, siguiendo el mismo modus operandi usado con Litvinienko 12 años antes. Su objetivo era matar a Sergei Skripal, un doble agente ruso que había espiado para el MI-6. Los dos sicarios eran coroneles de la inteligencia militar rusa y según el gobierno británico, los dos utilizaron un sofisticado agente neurotóxico denominado Novichok en la superficie de la manija de la puerta de entrada de la casa de Skripal en la ciudad de Salisbury. Él y su hija Yulia colapsaron horas después en un banco del centro de la ciudad. Los dos sobrevivieron, pero otra mujer, Dawn Sturgess, murió dos meses más tarde después de tocar el frasco de Novichok desechado por los asesinos en un parque durante su huida a Moscú. No existen pruebas absolutamente concluyentes de la participación directa de Putin en estas operaciones, pero el hecho de que la lista de víctimas, tanto en Rusia como en el extranjero sea larga, sugiere que el Kremlin lo acepta como necesario al liquidar a opositores y, al mismo tiempo, aterrorizar a otras personas antagónicas a los intereses de Rusia. Y un consejo más: ¡No tomes té si vas a criticar a Vladimir Putin!

Ahora bien, ¿Quién es Alexei Navalni? Es uno de los opositores más connotados de Rusia nacido en 1976. Es un activista anticorrupción y no es la única vez que ha sido hospitalizado por los efectos de agentes tóxicos detectados en su cuerpo. La última vez fue en 2019, después de haber permanecido 30 días encarcelado por convocar a protestas ilegales para sacar de la boleta electoral a varios candidatos de oposición de unas elecciones locales.

Según Navalni, el partido de Putin es un lugar para delincuentes y ladrones y destaca que el pasado mes de junio la votación sobre la reforma constitucional en Rusia fue un golpe de estado y una violación a la constitución ya que las reformas permitirán a Putin permanecer en el gobierno otros dos mandatos más. A pesar de varias protestas más, Alexei no ha cumplido el sueño de estar en las urnas.

En 2018, su candidatura presidencial fue prohibida por las autoridades por una condena de malversación de fondos lo que lo inhabilita para contender a cargos públicos, aunque él argumenta que es una venganza del Kremlin ante sus duras críticas del gobierno desde 2008 cuando empezó a bloguear sobre malas prácticas y corrupción en las empresas paraestatales de Rusia. Su activismo en redes sociales va dirigido especialmente a jóvenes con un lenguaje agudo y crítico y ha impactado fuertemente a este grupo. Tal parece que Putin cuenta con una serie de críticos que no les gusta su forma de gobernar pero, además de Alexei Navalni, ¿Habrá alguien más en la lista?

Dr. Juan Carlos Botello
Director Académico
Facultad de Comercio Internacional y Logística
UPAEP

Dr. Werner G.C. Voigt
Profesor Emérito

Galerías