A menos de 90 días de las elecciones en los Estados Unidos, una serie impresionante de opiniones y análisis de coyuntura, ante la posibilidad cada vez más evidente de que el 3 de noviembre próximo Donald Trump habrá sepultado su aspiración a la reelección, pero se presume que él no aceptará ese revés.
El debate suma y sigue sobre ¿qué pasaría si Trump decidiera no aceptar su derrota? La pregunta es muy seria y se la están haciendo en los niveles más altos de las esferas políticas, judiciales y legislativas también, a raíz de que Trump haya declarado públicamente que no está dispuesto a ceder fácilmente el poder si pierde la elección frente a Joe Biden. Hace diez días en una entrevista con la cadena noticiera Fox News el dijo textualmente: “I am not going to say if I’m going to concede defeat. I will have to see…” (“No voy a decir que si voy a conceder la derrota. Tengo que ver…”) Esta declaración elevó drásticamente el grado de alarma a nivel no únicamente nacional sino internacional también, dado que no es la primera vez que Trump insinúa su deseo de perpetuarse en el poder.
Si llegará esa situación el caos sería inimaginable, empezando porque no hay nada escrito en la Constitución ni en las leyes federales que garantice un traspaso pacífico de poder. El proceso ha funcionado sin incidentes durante 220 años, incluso a través de guerras, basado solo en el honor y buena voluntad de los dos candidatos involucrados.
Por impensable que ahora pueda parecer la ruptura de esa tradición, es totalmente posible. Estados Unidos se vería abocado a una crisis sin precedentes, para la que no existe un mapa claro de soluciones. Aunque sí hay caminos legales para evitar el descenso al infierno dantesco en Washington. La preocupación ante un eventual rechazo de Trump a dejar la presidencia no es nueva. Ha ido aumentando a medida que sus instintos autócratas iban saliendo a la luz. O mejor dicho, Trump iba exhibiéndolos, incluso alardeando: “El deseo popular es que yo me quede veinte años más en la presidencia”, es una de las fórmulas que ha repetido en los mítines que se siente arropado por sus fanáticos.
En torno al temor de un tirano Trump vitalicio fue publicado en los últimos días en el libro del profesor Lawrence Douglas de Amherst College: “Will he go? Trump and the looming Election Meltdown”. En esta obra Douglas está realizando un simulacro para gestionar el apocalipsis en caso de que Trump, como Nerón hace casi 2000 años decida incendiar Roma antes de ser forzado a salir de la Oficina Oval por tropas de la secretaría de seguridad nacional. Precisamente tres meses antes de las elecciones, la pandemia del Covid-19 complica la mecánica electoral a desaconsejar las aglomeraciones humanas, sea en contradicciones políticas o en los recintos electorales.
En contrapartida, las leyes electorales aceptan como perfectamente válidos los votos emitidos por correo. Esa modalidad es la que objeta Trump como la puerta expedita para denunciar - a priori – un grosero fraude en su contra. Cabe mencionar que algunas detalladas investigaciones de múltiples universidades han establecido la virtual ausencia de fraude electoral en la votación por correo (0.00006% en los últimos 50 años)
Es patente en este momento el continuo hundimiento de Trump en todas las encuestas – ahora él se ubica 14% por debajo de Joe Biden a nivel nacional – su incapacidad para gestionar la crisis epidemiológica y económica. Agregado a este, sus tácticas de militarizar las calles – empezando en Portland, Oregon – y próximamente con 60 mil tropas en Seattle, Chicago, Baltimore, Albuquerque y el intento de deslegitimar por adelantado la votación de noviembre son ejemplos de un Trump desesperado, calibrando hasta donde puede quebrantar la democracia, para aferrarse al poder.
Ante la presunción de un probable empecinamiento de Trump para reconocer la victoria de su contrincante debemos citar la vigésima enmienda constitucional de los Estados Unidos que a la letra dice: “El mandato terminará al medio día del 20 de enero y entonces comenzará el periodo de su sucesor”. Si aun Trump resiste, Joe Biden ironizó hace unos días que: “Los militares lo escoltarán hacia afuera de la Casa Blanca”.
Pues, este sería un paso más en los Estados Unidos en el que ganarían el estatus de una República Bananera.
Dr. Juan Carlos Botello Dr. Werner G.C. Voigt |