En el transcurso de las últimas dos semanas hemos experimentado casos de extrema brutalidad policiaca que resultó en la horrible muerte de dos personas desarmadas en Minnesota en los Estados Unidos y en Jalisco en nuestro país. Las manifestaciones resultantes en contra de la inhumanidad de la policía – a veces violentas - de cientos de miles de personas no solo en nuestro país y en E.U.A. pero también en todo Europa y hasta Australia nos obliga a preguntarnos: ¿Se habrá convertido la policía en un instrumento de seguridad pública indebidamente militarizada?
En los Estados Unidos desde los años 70´s, se ha visto un movimiento hacia la militarización de la policía que va en aumento año tras año especialmente con el regreso de los soldados combatientes de las guerras en Irak y Afganistán y la incorporación de muchos de ellos en los 18 000 departamentos policiacos de los Estados Unidos.
Ya en el año 1996, el National Defense Authorization Act le permitió al secretario de la defensa proveerle a policías locales de equipos militares del Departamento de Defensa que estaban en desuso. Desde que entró en vigor esta ley, se le ha provisto de billones de dólares en equipo a los policías, incluyendo rifles automáticos, ametralladoras, lanzagranadas, aviones, helicópteros de combate, tanquetas, carros blindados y uniformes de camuflaje. Los promoventes de esta práctica arguyen que la militarización es necesaria para proteger la vida de los policías y los ciudadanos, pero estudios socio-psicológicos han revelado que las fuerzas policiacas que han recibido este tipo de equipo militar son más propensas a tener encuentros sumamente violentos contra la ciudadanía y a violar flagrantemente los derechos civiles, sin importar la tasa de criminalidad, la cual tampoco disminuye bajo estos programas.
Existen cuatro problemas graves con la militarización de la policía: Primero, una fuerza policiaca belicosa ve a los ciudadanos, que juraron salvar y proteger, como su enemigo y piensan que están en guerra con ellos. Uno de los autores en su entrenamiento básico en tácticas de infantería hace muchos años fue instruido: ¡Hay que identificar al enemigo – atacar al enemigo – y destruir al enemigo! Esta, hoy en día es precisamente la mentalidad que está causando tanta violencia en las, calles de las grandes ciudades.
Segundo, en E.U.A. las fuerzas policiacas militarizadas se usan más en barrios donde hay grandes concentraciones de afroamericanos e hispanos. Así se aplican estrategias policiales agresivas desproporcionadamente y se mantienen las jerarquías basadas en clase y raza. Esto explica el problema de racismo institucional y estructurado que existe en la mayoría de las fuerzas policiales en Estados Unidos.
Tercero, las fuerzas militarizadas tienden a no respetar el hecho de que aún dentro de la violencia y el caos de una guerra, existen reglas. En tiempo de guerra, ya sea por las Convenciones de Ginebra y la Haya, se establecen explícitamente las reglas sobre cuándo y a quiénes usan un arma y la responsabilidad de salvaguardar a civiles y a las personas que estén bajo custodia. Sin embargo, en video tras video de las recientes manifestaciones en E.U.A. y en México también, hemos podido apreciar que las fuerzas policiacas altamente militarizadas no siguen este tipo de reglas, ya sea disparando y arrestando periodistas, echando gases lacrimógenos a personas desarmadas y sumisas, o incluso infiltrándose en las manifestaciones para escalar la violencia. En otras palabras, las normas, en las cuales están fundamentadas las constituciones de E.U.A. y de México, y los derechos que allí se protegen han sido ignoradas.
Y como cuarto y último problema: los policías perpetradores de claras violaciones de las situaciones antes mencionadas, por norma históricamente han resultado esencialmente impunes. En México nos encontramos frente a una tensión entre la legalidad y la realidad. El artículo 129 de nuestra Constitución dice: “En tiempo de paz, ninguna autoridad militar puede ejercer más funciones que tengan exacta conexión con la disciplina militar…” Conviene mencionar que la Suprema Corte de la Nación ha publicado en cinco tesis del pleno que las tres fuerzas pueden participar en acciones civiles a favor de la seguridad pública en auxilio de las autoridades civiles. (SCJN 2000: Tomo X, 556 y 557).
Esta interpretación artificial del Artículo 129 Constitucional fue reforzada y ampliada el 11 de mayo de 2020 por un “Acuerdo” de Andrés Manuel López Obrador publicado en el Diario Oficial de la Federación: “Se ordena a la Fuerza Armada permanente a participar de manera extraordinaria, regulada, fiscalizada, subordinada y complementaria con la Guardia Nacional en las funciones de seguridad pública a cargo de ésta última durante el tiempo en que dicha institución policial desarrolla su estructura, capacidades e implantación territorial.”
Con esta nueva estrategia, como el ejemplo de los Estados Unidos ha demostrado, no vamos a obtener ningún beneficio a la seguridad de la ciudadanía. Al contrario – debemos abogar por la desmilitarización de la policía y de la Guardia Nacional y devolverlas a sus inicios: a ser entidades colaborativas que mantienen su juramento de salvaguardar la vida de los ciudadanos y no los ataquen y mucho menos los asesinen. Aboguemos por una policía que verdaderamente sea policía, y no una que se pueda confundir con soldados combatientes.
El problema de fondo es, sin lugar a duda, la falta de un cuerpo policial verdaderamente entrenado, equipado y con absoluta claridad en sus competencias. Históricamente, este se ha convertido en un problema sistémico a nivel nacional. Pocos son los ejemplos que han demostrado que la integración de un cuerpo policial ha funcionado como es el caso de la fuerza civil en Nuevo León. La falta de claridad en las funciones de la guardia nacional traerá graves problemas a México porque la presencia militar en las calles en vez de infundir respeto traerá miedo y reacciones negativas en contra del nuevo cuerpo de seguridad. Ahora bien, no sólo ese es el problema. Habrá que considerar el discurso de odio por parte del gobierno federal que día a día se suma en las mañaneras.
Las protestas recientes en Jalisco y en Ciudad de México son parte de ese discurso en el cual se exacerba el odio hacia las clases sociales que cuentan con un poder adquisitivo alto. Sin embargo, vale la pena plantearnos la pregunta sobre qué hay detrás de las manifestaciones o quién está detrás de todo ese movimiento. Curiosamente, los hechos de Jalisco y Minneapolis se relacionan entre sí por las muertes de ciudadanos en manos de la policía, pero el caso de Jalisco pareciera que tiene otro tipo de vinculación, la política.
Y es que el gobernador Enrique Alfaro se ha mostrado últimamente como aquél que puede hacer el contrapeso al desastroso gobierno de la 4T. Alfaro tiene el apoyo de varios gobernadores de la república mexicana y lo muestra la reciente reunión que tuvieron en Jalisco donde, seguramente se está planeando el nuevo rumbo del país. El gobierno federal ya se dio cuenta de ello y ha decidido actuar en consecuencia. Este martes Jesús Ramírez Cuevas dio a conocer en la mañanera una noticia falsa (creada por ellos mismos) en dónde dan cuenta de la existencia de la BOA (Bloque Opositor Amplio) y destacan una serie de acciones que tomará este bloque para hacerle frente a AMLO. Esto lo único que demuestra es el miedo del presidente de perder las elecciones intermedias que están por venir.
Dr. Juan Carlos Botello Dr. Werner G.C. Voigt |