La amenaza del coronavirus de China se amplía a medida que su alcance se extiende por el país asiático y por casi todo el resto del mundo industrializado. Además de las tragedias personales por un número de más de 636 fallecidos y enfermos de gravedad que no paran de aumentar – tan sólo hasta este jueves 6 de Febrero se confirmaron más de 3000 nuevos casos. El brote ha contagiado a más de 31,000 personas en Asia, 31 en Europa, 61 en un crucero puesto en cuarentena en Japón. Además, no debemos olvidar que el Dr. Li Wenliang trató de advertir a la comunidad internacional en diciembre pasado sobre la gravedad del brote, pero fue silenciado por el gobierno y lamentablemente acaba de morir víctima del contagio de uno de sus pacientes. La crisis de salud en China derivada de este virus ha traído acciones gubernamentales en Wuhan tan drásticas como un cerco sanitario en toda la provincia. Se hace una revisión casa por casa para identificar a las personas infectadas y llevárselas a enormes centros cuarentenarios. Por otro lado, dado que China ahora cuenta con una economía más poderosa y es un país globalmente integrado, esto significa que las tragedias también se pueden globalizar, como es el caso del coronavirus. Así mismo, la epidemia ya está teniendo un impacto brutal en la economía mundial especialmente en el ámbito de la alta tecnología. La Organización Mundial de Salud ahora ha declarado una “Emergencia de Salud Pública de Alcance Internacional” que únicamente se emplea en epidemias sumamente graves (este solo es el sexto caso declarado como emergencia internacional por la OMS) y que muestra la preocupación ante el potencial de expansión exponencial del virus y sus repercusiones sanitarias y también económicas. El 2019-nCoV es un virus de nueva aparición que forma parte de la familia de los coronavirus ARN monocatenarío positivo. El primer caso fue detectado en diciembre de 2019 en la ciudad de Wuhan, producto del aparente contagio desde un animal a un humano en un mercado de la ciudad. El 7 de enero autoridades chinas finalmente identificaron el nuevo tipo de coronavirus y posteriormente se confirmó que se transmite de humanos a humanos. No se conoce hasta ahora el mecanismo concreto de transmisión, pero se cree puede hacerlo simplemente con gotas de saliva expulsadas a través de la tos o un estornudo. Su incidencia en humanos va desde efectos benignos similares a los de un resfriado común a complicaciones severas como enfermedades respiratorias agudas y neumonías como las que han padecido la mayoría de fallecidos por este virus. No hay ningún tratamiento hasta la fecha y la facilidad para su propagación de humano a humano es muy preocupante.
Ahora, gran parte de la fábrica global – como se conoce a China por su poder exportador – está virtualmente parada y la actividad económica en gran parte del país está paralizada. Como consecuencia, la factura para el país va a ser muy grave. El índice compuesto de Shanghái registró al cierre de la semana pasada su mayor caída en cuatro años con un retroceso de 8%. Con el pánico apoderándose de los mercados chinos, el Banco Popular de China (PBOC) se vio obligado a adoptar medidas excepcionales como la rebaja brusca de las tasas de interés y la inyección en el sistema financiero de unos 22 mil millones de dólares. (150,000 millones de yuanes). El daño económico se ve ahora sobre todo en los indicadores de consumo y de actividad. El brote está afectando a China en un momento sumamente inoportuno, ya que su crecimiento está en fase de desaceleración con un crecimiento del PIB de solo 6% (lo peor en los últimos 35 años) y, en la opinión de los autores, la emergencia probablemente va a causar un retroceso de 2% más al PIB anual. Esto supone un alarmante viento en contra no sólo para el gigante asiático, porque si China se desacelera, el impacto se deja sentir también en el crecimiento económico global. Hay que tener en cuenta que en los últimos 20 años el peso de China en la economía mundial ha crecido enormemente. Si en 2003 la contribución era de 1.6 billones de dólares, en 2019 fue de 14 billones de dólares. Si los responsables políticos y los funcionarios sanitarios en China no pueden frenar la propagación del virus y la crisis sanitaria se alarga, las consecuencias – a nivel mundial podrían ser comparables con la catastrófica influenza española hace 110 años. Los expertos tienen claro que los mercados internacionales están profundamente asustados. La mayoría de las fábricas en China permanecen clausuradas y la producción en la mayoría de las provincias está paralizada. Como ejemplo, Google se sumó en estos días a la decisión de otras grandes compañías tecnológicas como Microsoft o Amazon de cerrar sus plantas y oficinas en China, Hong Kong y Taiwán. Fabricantes de autos como General Motors o Toyota han cerrado sus fábricas al menos hasta el fin de febrero. Y si fuera poco, el turismo interno y externo ha colapsado después de que casi todas aerolíneas del mundo han decidido suspender sus vuelos con destino al país hasta el fin de marzo. Además, el considerable desplome del precio de gasolina en estos días se debe a que el gigante asiático con mucho de su industria paralizada, ahora consume alrededor de tres veces menos que el año pasado. Los efectos del coronavirus ya empezaron a ser resentidos en nuestro país también: El precio de la mezcla mexicana pasó en el transcurso de la semana pasada de 59.35 dólares por barril a 46 dólares el pasado viernes – la más reciente cotización publicada por PEMEX. Una reducción de prácticamente 19%. Se trata de un nivel 85 centavos del dólar por debajo del precio de referencia previsto en el Presupuesto de Egresos de la Federación para este año y no sólo eso porque el presupuesto también está basado en una producción diaria aproximada de 1,900,000 de barriles de crudo, pero la realidad es que solamente se cuenta hasta ahora con una producción de 1,600,000. El hecho de que los precios del petróleo pudieran permanecer en estos niveles va a afectar el desempeño de la economía mexicana por el resto del año o más – complicando aún más el futuro de la 4T que, dicho sea de paso, debemos estar muy alertas porque los gobiernos en transición suelen tomar decisiones muy pobres sobre todo porque no cuentan con información confiable. Afortunadamente para nuestro país –hasta este momento-, el coronavirus no ha representado ningún tipo de crisis pero la gran pregunta que dejamos aquí es: ¿Qué tan preparado está el INSABI ante una tragedia de tales dimensiones?
Dr. Juan Carlos Botello Dr. Werner G.C. Voigt |