Estrategia y competitividad
Los riesgos del arsenal nuclear: A 35 años del incidente que estuvo cerca de detonar el holocausto
24 septiembre Por: Daniel Ramírez Ortiz
Pin It


En octubre próximo se cumplirán 56 años de la amenaza de confrontación nuclear más peligrosa que ha experimentado la humanidad. Me refiero a la famosa Crisis de los Misiles, originada en el momento en que las agencias de inteligencia estadounidenses detectaron que varios misiles nucleares de procedencia soviética, estaban a punto de ser operables en territorio cubano. Ante tal hecho, los EEUU amenazaron con responder de tal forma que se hubiera desencadenado un choque nuclear entre ellos y la URSS.

Otro incidente nuclear menos conocido, pero igualmente delicado por su potencial de destrucción, fue protagonizado por el teniente coronel de la Fuerza de Misiles Estratégicos soviéticos Stanislav Petrov. En la media noche del 26 de septiembre de 1983, el teniente coronel que estaba al mando del sistema de defensa contra misiles nucleares estadounidenses, vio activarse la alerta de su sistema de detección, al avisarle que varios misiles nuclearles habían sido detonados desde un solo punto geográfico de los EEUU en dirección a territorio soviético.

Como Petrov en persona lo narró a la prensa 10 años después del incidente, la reacción militar soviética consistía en activar la second strike capability nuclear (capacidad de lanzar un segundo golpe) en contra del territorio estadounidense y/o de Europa occidental, lo cual dicho sea de paso, hubiera sumido al mundo en una catástrofe termonuclear.

La tercera guerra mundial, que hubiera comenzado en 1983, fue evitada por la decisión acertada de un hombre, que según su testimonio, se petrificó ante la monstruosidad que le indicaban sus monitores y quien ante un puñado de subordinados que esperaban atónitos las órdenes de su jefe, decidió no comunicar la amenaza inminente a sus superiores con el fin de evitar el contragolpe indicado en sus protocolos. En vez de ello, esperó unos cuantos minutos (los misiles estadounidenses tardarían en alcanzar suelo soviético no más que ese lapso de tiempo) con la esperanza de que sus radares estuvieran equivocados.

El arsenal nuclear en manos de gobiernos suele provocar este tipo de escenarios. Este armamento es codiciado por la necesidad (o la interpretación de necesidad) de un gobierno, de contar con un arma lo suficientemente poderosa como para disuadir a cualquier otro país de vulnerar su territorio o sus intereses fundamentales. El argumento dominante de esta posición es que un ataque nuclear sería tan destructivo, que desincentivará a cualquier gobierno de vulnerar los intereses estratégicos del país con poder nuclear.

No obstante, el poder nuclear genera otra dinámica perversa que es la del dilema de seguridad. Cuando un gobierno constata que un país rival posee arsenal nuclear, el primero no tiene la seguridad de que el arsenal nuclear se utilice para fines defensivos o disuasorios. El arsenal nuclear despierta siempre la terrible incertidumbre de que éste pueda utilizarse ofensivamente.

Lo anterior genera presiones al gobierno sin capacidad nuclear, para desarrollar lo más pronto posible su propio arsenal en un nivel tal que le permita disuadir al otro gobierno que cuenta ya con capacidad nuclear. Esta acción, provoca la misma incertidumbre en el gobierno que tuvo primero armas nucleares y le genera presiones para incrementar su poder relativo, lo cual a su vez elevará la desconfianza de su rival. Esta lógica infernal fue la que alimentó el empoderamiento nuclear durante la Guerra Fría, y es la hoy por hoy empuja a Corea del Norte, a Irán, a Israel, a India y a otros países más, a incrementar su arsenal.

Por supuesto que en esta fatídica escalada de incertidumbre y temor, cualquier error de interpretación o falla tecnológica puede producir un escenario mortal. En el caso del teniente coronel Petrov, los nervios le alcanzaron para considerar que había una mínima posibilidad de que la alerta de sus radares fuera una falla técnica pero, ¿qué tal si su miedo hubiera suscitado la reacción contraria?

Posteriormente, se descubrió que septiembre 26, una fecha próxima al equinoccio de otoño de 1983, coincidió con una alineación inusual del sol, la tierra, y los satélites, provocando que los termómetros de los sistemas soviéticos captaran una temperatura similar a la generada por el lanzamiento de misiles nucleares. Afortunadamente Petrov decidió no respetar los protocolos de emergencia. De haberlos seguido, se hubiera desatado la catástrofe del fin de los tiempos.

Desde una visión particular, me asombra como a pesar de incidentes como el anterior, en el mundo nos hemos acostumbrado a vivir con la amenaza nuclear al acecho, la hemos normalizado. Y lo digo porque las cosas no han mejorado a raíz del fin de la Guerra Fría, todo lo contrario. Hoy existen 10 países que han detonado de forma satisfactoria armas nucleares. Al día de hoy según expertos, existen 20,000 armas nucleares de reserva en manos de diferentes países con relaciones discordantes y conflictivas entre sí.

Por ejemplo, en mayo pasado, los EEUU decidieron romper con el pacto nuclear con Irán, lo cual promete reactivar la competencia armamentista contra Israel y con ello generar una escalada bélica en la explosiva región del Medio Oriente. Asimismo, del otro lado del mundo, Corea del Norte se niega a cancelar su programa nuclear a pesar de las fuertes presiones de los EEUU y de la permanente desconfianza que sus acciones generan en países como China, Japón o el de Corea del Sur. Paradójicamente, al mismo tiempo que el poder nuclear puede garantizar la seguridad nacional, su proliferación ha hecho del mundo un lugar más inseguro para todos.

Como nos lo ha mostrado la historia, es muy posible que en la escalada de amenazas y movimientos que suceden entre países con capacidad nuclear y militar, ocurra algún fatídico error tecnológico o algún mal-juicio de un mando militar clave.

Hace 35 años, a beneficio del mundo, Petrov no siguió las reglas, aunque esa decisión destruyó su carrera militar y su vida. El teniente coronel fue destituido permanentemente del ejército soviético por no acatar los protocolos, lo que a su vez le provocó una crisis nerviosa tal, que pasó varios años en un hospital psiquiátrico.

Dr. Derzu Daniel Ramírez Ortiz
Profesor
Escuela de Relaciones Internacionales UPAEP

Galerías