Ante el pésimo desempeño del actual gobierno de Enrique Peña Nieto y al parecer ante la ausencia del gobierno mismo a partir de los resultados de la elección presidencial del 1 de julio, el país ha entrado en una especie de pausa que ha servido para que Andrés Manuel López Obrador dicte la agenda nacional de los próximos meses aún sin haber asumido el cargo de Presidente de México. Durante esta pausa, hemos visto ya algunas pinceladas de lo que veremos en el próximo gobierno. Cuando el INE impuso a MORENA una multa de 197 millones de pesos, AMLO declaró que dicha decisión era una “vil venganza”, mostrando con ello que quién no está de acuerdo con él, entonces está en su contra, lo cual me recuerda a su dicho popular “…al diablo con las instituciones…”. ¡Cuidado! Porque esos comentarios parecen ser parte de un régimen autoritario que cada vez es más evidente. En ese mismo sentido, el “nombramiento” de Manuel Bartlett Díaz al frente de la Comisión Federal de Electricidad no sólo nos muestra parte de ese autoritarismo sino también la falta de comunicación que existe al interior de su equipo de trabajo y es que, Tatiana Clouthier declaró que ella misma había sugerido a mejores candidatos para ocupar el puesto pero al final del día eso no sirvió de nada. También es importante resaltar que en el Primer Foro Escucha por la Pacificación y Reconciliación Nacional que se llevó a cabo en Ciudad Juárez el 7 de Agosto no le fue nada bien a AMLO ya que éste fue “bombardeado” con fuertes reclamos y exigencias por parte de la sociedad civil para que haya respuesta a sus peticiones haciendo énfasis en que ellos no van a aceptar su propuesta de “Perdonar pero no olvidar”. Ellos simplemente quieren resultados. Y ese es el problema. Las expectativas que ha creado el nuevo gobierno en la sociedad son altísimas que se antojan difíciles de lograr. Parce que todavía está en campaña porque promete bajar impuestos, promete bajar el precio de la gasolina, promete duplicar el salario mínimo. Ese es el problema. Los ciudadanos no quieren promesas. Quieren resultados. Por otro lado, AMLO declaró en las últimas semanas que se inclinaba por un federalismo al argumentar que diferentes Secretarías de Estado las descentralizaría pasándolas a diferentes estados de la República Mexicana. Por ejemplo, la Secretaría de Educación Pública tiene aproximadamente en la Ciudad de México a 17000 personas. Ya nos podremos imaginar cómo sería la logística y todo lo que ello implica para trasladar a ese número de personas. Ese es el problema. Prometer cosas sin tener idea de lo que ello significa. Aunque después se desdijo de tal afirmación, enmendó la plana diciendo que sólo aproximadamente el 10% sería trasladado a la Ciudad de Puebla. Por último, realmente preocupa la falta de un proyecto/programa de nación por parte de AMLO y su equipo de trabajo. La buena voluntad no es suficiente. Se requieren acciones por demás estratégicas ante el escenario gris que el gobierno saliente le va a heredar. AMLO va a tomar un país endeudado, estancado en su crecimiento, con cifras de personas muertas y desaparecidas nunca antes vistas en las últimas décadas, con una caída en la captación de inversión extranjera directa. Esto no es una buena imagen para México y AMLO tiene el mayor reto de su vida: ¡Dejar de vender ilusiones!
Estrategia y competitividad
¿Qué esperar del gobierno de López Obrador? ¡Es fácil prometer¡ pero, ¿qué tan fácil será cumplir?
12 agosto Por: Juan Carlos Botello