Desarrollo humano y social
La renegociación del TLCAN y el espectro del impeachment
30 mayo Por: Daniel Ramírez Ortiz
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De forma paulatina, la política comercial del gobierno de Trump adquiere forma. Su planteamiento electorero de acabar con el peor tratado firmado en la historia (refiriéndose al Tratado de Libre Comercio de América del Norte, TLCAN) no se ha ejecutado. En vez de ello, y después de lanzar una amenaza de retirar a los EEUU del tratado (que derivó en un día de pánico en el pasado mes de abril), el poder ejecutivo estadounidense  ha sometido al Congreso su notificación para renegociar el TLCAN con sus respectivas contrapartes mexicanas y canadienses. 

Aun así, todavía quedan muchas dudas por despejar. A ciencia cierta no es posible identificar los temas que los EEUU quieren poner en la mesa de negociación, misma que, posiblemente se instalará en agosto próximo.

Es decir, no es claro si el gobierno de Trump planea renegociar los principios fundamentales del tratado, como la desgravación arancelaria o como el  principio del trato nacional; o si sus intenciones se reducen a actualizar el tratado en cuestiones  importantes pero no fundamentales, como las reglas de origen,  o la creación de reglas para el comercio electrónico. 

Tampoco es claro si los tiempos políticos permitirán que la negociación concluya en el próximo año o se extienda más allá del 2018. Además de las elecciones presidenciales en México, hay que tomar en cuenta que en noviembre del 2018, habrá elecciones legislativas en EEUU, y que el congreso estadounidense difícilmente  legisla temas relevantes en un año electoral. 

En un escenario tan incierto, vale la pena trazar hipótesis que tomen en cuenta factores que puedan determinar los resultados de un acontecimiento tan vital para México y el futuro económico de sus ciudadanos. Aquí lanzo una.

Partiendo de la idea de que lo mejor para la economía mexicana es que las promesas de campaña de Trump sobre eliminar el tratado o transformarlo de fondo no se lleven a cabo, me parece que el asunto del impeachment (enjuiciamiento político  por parte del congreso al presidente estadounidense) juega en favor de México y de nuestros intereses económicos. 

Lo digo porque el impeachment es un acto de naturaleza política que, además de una causa jurídica que al parecer ya se está consolidando (i.e. obstrucción de la justicia por parte del presidente al despedir al director del FBI que investigaba el nexo Trump-Rusia), requiere de la suma de voluntades de  senadores y diputados estadounidenses, para destituir del cargo a la persona investida por la voluntad popular para ser presidente de la república (es decir no es cualquier cosa). 

Por lo anterior,  mientras el espectro del impeachment no se disipe,  Trump y su gabinete,  no podrán arriesgarse tan fácil, a  trastocar  intereses económicos y políticos incrustados en el congreso estadounidense, si lo que buscan es evitar la activación de las animadversiones necesarias para la destitución presidencial. Es decir, de aquí en adelante el margen de maniobra del gobierno trumpista  se verá reducido en muchos temas y proyectos.

A partir de lo anterior, y como se mencionó en una entrega anterior, el TLCAN es un asunto sensible para diversos sectores y regiones de los Estados Unidos y por lo tanto también para su congreso. No es novedad para nadie que, por los beneficios que el tratado comercial deja a la economía estadounidense, diversos congresistas estarían dispuestos a declararle la guerra política al presidente. 

Hay que recordar que congresistas republicanos y demócratas por igual, representan a distritos y estados con fuertes intereses en la relación comercial con México y Canadá y por lo tanto son totalmente contrarios a  que el representante comercial de los EEUU (en manos del recién nombrado Robert Lighthizer), trate de obstaculizar de algún modo las inercias de intercambio  económico que existen entre los tres países. 

En este sentido,  la hipótesis es que la posición estadounidense para la renegociación del TLCAN, será una que no busque grandes cambios. Por supervivencia política, no querrán agitar demasiado las aguas.

Tal vez no faltarán los ya clásicos misiles twitteros que  amenacen con estropear la relación comercial, pero en lo esencial la estructura de intereses involucrados en la re-negociación del tratado, apunta a que éste sufrirá una cirugía menor y que el espectro del impeachment, surtirá el  efecto de descafeinar la verborrea proteccionista de Trump. Claro, la anterior hipótesis es limitada pues da por hecho muchos factores. Uno de ellos es que la negociación se dará entre actores medianamente racionales, capaces de dilucidar los costos y beneficios de sus decisiones. 

En este aspecto, una duda razonable radica en si el poder ejecutivo estadounidense se encuentra dirigido por alguien con tal característica; ya lo veremos.  

 

 

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