La frase con la que titulamos esta pequeña reflexión la leímos por la mañana al iniciar el trabajo, y nos ha motivado a escribir sobre lo que implica, no tanto el creer sino la dificultad misma de creer. Y es que el acto de creer es propio de la voluntad, la cual hoy en día se ha descuidado mucho, tanto en su formación como en su trato diario para hacer uso de esa facultad propia de cada ser humano.
Creer no es un acto de las personas mayores, pues ellas ciertamente tienen mejor desarrollada la voluntad y mejor formada, pues ese acto ha visto como vale la pena afianzarse en él. Las personas mayores creyeron en el matrimonio y eso ha mantenido a muchas personas unidas, además de creer en la familia, la cual les ha permitido también formar una. Ellos creían en sus amigos y por ellos hoy en día esa amistad permanece viva a pesar de las distancias y los años. Son muchos los ejemplos que pudiéramos describir como fruto de esa creencia, de esa fe en uno mismo y en los demás.
Hoy muchos jóvenes de entrada rechazan el matrimonio, pues no creen en él, rechazan a la familia, pues tampoco creen en ella, a los amigos de verdad, pues su amistad ya que hoy está fincada en intereses temporales y pasajeros, lo mismo que en las relaciones que estableces, dejando fuera de todo ello a la voluntad, y haciendo las cosas simplemente por puro sentimiento. Y es que el sentimiento es lo que define hoy en día la voluntad de los jóvenes. Un modo de darse cuenta de ello es preguntar sobre el significado del amor, y la respuesta casi automática o a priori es decir que es un sentimiento, que es puro sentimiento, que es lo que están sintiendo en ese momento y que por lo tanto si queremos amar hay que dejarnos llevar por lo que estamos sintiendo. Y que siente un joven a su edad. Lo más seguro una atracción hacia otra persona, de tal modo que esa atracción hay que atenderla porque es amor. Con ello justifican las relaciones que tienen como personas con otras personas, o en otros casos con sus mascotas. Pues si ya no creen o sienten atracción por la persona, lo hacen hacia los animales, de ese modo es mejor contar con una mascota que con un amigo.
Perdón si suena muy exagerado el asunto, pero hoy resulta difícil de creer, no es fácil, además de que con tanta información y tanto medio que facilita dicha información hace que la confusión reine en el entendimiento y por ese motivo el recurso para tomar las decisiones es lo que uno está sintiendo en ese momento. Por tal motivo la voluntad está sometida a los sentimientos de las personas y de esa manera, el acto de creer ya no es un acto propio de la voluntad de inclinarse por eso que se piensa y entiende que hay que creer, sino simplemente hay que dejarse llevar por los sentimientos.
El problema de todo ello, es que en el caso de las personas, a diferencia de los animales, nuestras tendencias sensibles son todavía más primitivas que las propias de los animales, ellos están programados para identificar o diferenciar una cosa útil o agradable para ellos, de una nociva o desagradable. De ese modo su sobrevivencia es algo ya está programado en su mismo actuar, no así en el hombre, que no hablamos por instinto sino porque nos vamos desarrollando e identificando poco a poco por el entendimiento lo que es agradable o desagradable.
Un ejemplo para explicar mejor esto, es que el hombre no está capacitado para identificar un veneno o un fruto nocivo de otro que no lo es, por lo que a lo largo de su historia ha aprendido esas cosas y las ha transmitido, depositándolas en otros y asumiendo que eso es así y las cree del otro.
Lo que hoy sabemos es gracias a creer en nuestros antepasados, en las generaciones que nos han precedido, sin embargo esta generación se distingue por que no creen en la generación pasada, y es que ha roto ese hilo conductor.
Ya años atrás se decía que los tiempos son otros y han cambiado, por lo que ya no debemos de creer en eso que se vivió, y por ello hay que establecer un nuevo estilo de vida, un nuevo modelo de creencias, y esas creencias hoy; que para no ser radicales, se han repetido en algunas generaciones pasadas esas actitudes, han roto con la generación precedente no creyendo en ellos.
Las nuevas generaciones están estableciendo un nuevo sistema de creencias, las cuales por ejemplo, formulan un nuevo modelo de sociedad, economía, e incluso me atrevo a señalar en un nuevo modelo de hombre. Ese modelo que en la modernidad el racionalismo trato de definir y establecer, nada más que hoy en vez de creer en la razón, e inclusive en la propia voluntad, ya no se cree en una ni en otra; sólo se cree en los sentimientos o las apariencias que atrapan los sentimientos humanos.
Nunca es tarde para que algo que es difícil se pueda realizar, por el contrario es algo que muchos hombres han demostrado poder alcanzar, de ese modo creer es difícil si nosotros no nos disponemos en un cambio de actitud en apreciar la bondad de la persona humana y su dignidad, en la dignidad propia de los mayores, en el sentido social de la vida, y con ello del matrimonio y la familia, en la esperanza que genera el creer en las generaciones venideras.
Recuperemos nuestra voluntad, y logremos sanearla de los falsos sentimientos y creencias erróneas, falsas y equivocas que han permitido al hombre un extravío temporal de su persona.
Creer es un acto natural, que hijo no cree que sus padres son lo que son, y son por supuesto quienes son. Esa ingenuidad del niño, esa inocencia que se ha perdido también, por no creer que si no se hace el bien, se hace mal simplemente, es algo que después culpamos a otros cuando en realidad el verdadero culpable es quien no hizo las cosas bien y por ello permitió, colaboro, o simplemente omitió algo para que el mal se hiciera presente y dejáramos de creer en el bien.
San Agustín decía, creer y piensa, piensa y cree, eso debemos de recuperar todos como personas, para terminar diciendo “ama y haz lo que quieras”.