Desarrollo humano y social
Amor por mi tierra
27 abril Por: Prepa Santiago
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Por: Carolina Hernández Mendoza, Alumna de Segundo Semestre

Desde la infancia cada persona tiene una meta en su vida. Generalmente no cuestionamos nuestros planes. En los últimos años me he percatado de cosas realmente maravillosas que posiblemente en mi infancia no hubiese imaginado. Recuerdo muy bien que, aproximadamente, cuando tenía 8 años de edad en mi primaria nos pidieron a todos realizar un escrito que tratara de lo que significa la bandera mexicana para nosotros. Sin duda puedo decir que es uno de los mejores escritos que he hecho en mi vida, posiblemente era una pequeña ventana a lo que soy ahora.

Conforme crecí conocí en mi escuela a futuros médicos, ingenieros, veterinarios, dentistas, chefs, entre muchos otros. Pero ¿realmente esos son sus caminos? Las personas buscamos carreras que, en un inicio, solucionen las problemáticas que más nos aquejan personalmente, pero no pensamos a largo plazo y, sobre todo, que nuestros estudios sirvan para ayudar al país. Cada quien aporta lo más que puede pero desde un punto de vista individual, sin pensar en la colectividad.

Mi situación no es diferente: me encanta mi país y, a pesar de que no es perfecto, tiene cosas fascinantes que poco a poco he ido descubriendo. En los libros que se ven en las escuelas de gobierno o particulares hablan del país encontramos frases como: “México tiene más de 60 lenguas indígenas“, “México es un país biodiverso”, “México cuenta con patrimonios de la humanidad”, “La gastronomía mexicana es de las más reconocidas internacionalmente” y datos estadísticos del INEGI. También es cierto que muchas veces no hay personas que nos transmitan el amor por lo que somos.

Somos pocos los que estamos orgullosos de hablar de esa sonrisa que encuentras en cualquier pueblo de México o de cuando se festeja al patrono de una comunidad. Es hermoso ver la manera en la que las mujeres hacen nuestra comida, sus técnicas milenarias. También es hermoso entender que el mole sabe diferente si utilizas chiles de diferente origen. Me gusta el simple hecho de observar el comportamiento de la gente que ahora nos rodea; la alegría que sentimos el momento de subir a una tarima a bailar y que quizá nos remite al entusiasmo que hace más de 200 años los indígenas y mestizos mostraban en sus haciendas. Me atrae el dulce sonido de las guitarras o del violín que se escuchan en algunas zonas de Guerrero y que nos ponen a imaginar una melodía o una sola palabra que relata su entorno.

Considero que, a veces, lo que verdaderamente es nuestro se está perdiendo. Todos deseamos superarnos y que México sea un país  primermundista pero no conocemos lo que somos y las raíces que nos formaron. Aún existen tradiciones que sólo en México se festejan, como las posadas, el Día de Muertos, el Día de los Reyes Magos. Sin embargo otras que podrían ser igual de fascinantes poco a poco se desvanecen porque no se fomentan y sólo muy pocas personas las mantienen. ¿Cómo conservar las tradiciones si no hay más personas que se interesen por nuestro país y están más enfocadas en el mundo exterior?

Para muchas personas es más importante conocer artistas estadunidenses que artistas mexicanos, genios que han dado las entrañas del país como Gerardo Murillo, el doctor Atl, que nos ha dejado pinturas magníficas de paisajes mexicanos y que floreció en la época porfiriana. 

En la vida cotidiana nos olvidamos de cosas que nos identifican y que nos pertenecen; depende de nosotros que sobrevivan. Principalmente, los que nos estamos formando tenemos la obligación de conocer nuestras raíces, para que seamos personas con identidad y orgullosos de esta tierra.

 

 

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