Desarrollo humano y social
A quinientos años de la muerte de Magallanes (Segunda parte)
13 mayo Por: Herminio Sánchez de la Barquera Arroyo
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Paréntesis

Cuenta la historia que, convencido plenamente de que Cartago seguía siendo un peligro para Roma y de que en el mundo no había lugar para ambas naciones al mismo tiempo, el senador romano Marcus Porcius Cato (llamado “el viejo” o “el sabio”, 234-149 a.C.), terminaba siempre todos sus discursos en el Senado, no importando el tema, con la frase: “Ceterum autem censeo Carthaginem esse delendam”, que en buen cristiano es tanto como: “Además, yo opino que Cartago debe ser destruida”. No dejó de repetir esta frase hasta que, en la Tercera Guerra Púnica, Cartago fue aniquilada por Roma.

Pues bien, mis cuatro amables y fieles lectores me permitirán la osadía de guiarme por tan respetable señor e imitarlo: de aquí al 6 de Junio, terminaré todos mis textos para esta columna con esta frase: “MORENA debe ser doblegado”. Si queremos rescatar lo que queda de una democracia ciertamente incipiente, joven y con defectos, pero que es la mejor democracia que hemos tenido en toda nuestra historia, debemos negarle a MORENA la mayoría en el Congreso. Aunque la oposición se vea muy desbalagada, descabezada, irresponsable, sin rostros nuevos, inconsciente, sin discurso y muy limitada, es lo único que hay para detener el avance del autoritarismo. El primer paso es derrotar y doblegar al tirano de Palacio y a sus huestes y ponerles un contrapeso en el Poder Legislativo.

Piensen mis escasos pero finos y cultos lectores en el ejemplo de la Ciudad de México: en 24 años, los electores allí no han podido ni querido sacudirse al mismo grupo político gobernante que, aunque con escisiones, sigue siendo el que manda, a pesar de sus gravísimas e incluso criminales fallas, en algo que quizá podríamos catalogar como “ensayo” de lo que podría fraguarse a nivel nacional si MORENA conserva su mayoría en San Lázaro. Se trata, en efecto, del grupo político encabezado por el Presidente López. En nuestras manos está lograr que un poder (el legislativo) controle y vigile al poder ejecutivo. Quizá el otro poder, el judicial, reviva en unos días, cuando tenga que decidir sobre el asunto Zaldívar. El ejemplo ya se lo puso el Tribunal Electoral hace poco, con su resolución acerca de la sobrerrepresentación. Veremos si los ministros están a la altura de las circunstancias.

Después de este necesario paréntesis, por el que me disculpo ante mis lectores, regresemos al tema de Magallanes, para concluirlo.  

Los isleños victoriosos no quisieron devolver el cadáver del capitán español, por lo que se ignora cuál fue su destino final. Nadie antes que Magallanes había bautizado tantos lugares en la Tierra como él, por lo que no deja de ser curioso que no sepamos en dónde quedó su cadáver y tampoco, con certeza, en donde nació este audaz navegante que pereció por una enfermedad muy común: exceso de confianza. Aunque nacido portugués, entre 1470 y 1480, murió como castellano, al servicio de Carlos I de España y V de Alemania, como ya dijimos.

No hay lugar a dudas de que Magallanes contribuyó de gran manera a descubrir para los europeos una gran porción del planeta, por lo que el gran Alexander von Humboldt decía que era “un héroe de la exploración del mundo.” Es una lástima que su gran viaje de circunnavegación fuese, desde el punto de vista económico, un desastre. La mayor parte de la tripulación que participó en dicha expedición murió en el intento, y la Corona reconoció que no había condiciones para que este tipo de peligrosos viajes en busca de especias y de otras riquezas asiáticas valiesen la pena.

Una vez sin su capitán general, a quien los marinos admiraban, Lopes Carvahlo tomó el mando, pero ante su debilidad de carácter, lo sucedió Gonzalo Gómez de Espinosa. Por vicisitudes del destino, Juan Sebastián Elcano asumió el mando del resto de la tripulación y de los buques. El viaje duró aún más de un año, por lo que llegaron de vuelta a España, a bordo de un único navío, el “Victoria” (barco insignia de la flota) el 6 de Septiembre de 1522. De los 242 marinos que zarparon un 20 de Septiembre de 1519 en cinco naves, solamente volvieron 18 tripulantes en una sola embarcación, después de dos años, once meses y dos semanas de afanoso viaje y de innumerables aventuras y desvelos.

El objetivo de Magallanes y de su gente no era darle la vuelta al mundo nada más porque sí. Las cinco naves de la expedición debían buscar un paso natural a través del Nuevo Mundo que hiciera el viaje a las tierras de la especiería más corto. Este interés por las especias explica también que fuese un mercader, dedicado sobre todo a ese negocio de las especies, quien financiara la mayor parte de los más de millón y medio de maravedíes que costó la misión. Ese mercader, de origen converso, era Cristóbal de Haro. El rey Carlos I le concedió a Magallanes los títulos de Capitán General, adelantado y gobernador de las tierras que encontrara, tomando posesión de ellas.

Habrían de pasar alrededor de 50 años para que alguien más osara realizar nuevamente un viaje de circunnavegación. Esto lo hizo un aventurero, pirata y criminal inglés, Francis Drake (c. 1540-1596), aprovechando en gran medida los caminos explorados por Magallanes. Su viaje, al que en Inglaterra se le conoció como “The famous voyage”, ocurrió entre Diciembre de 1577 y Septiembre de 1580. Partió con 5 naves y alrededor de 150 marineros. Este viaje fue una mezcla de viaje de exploración, de descubrimientos y de actos de piratería que cometió sobre todo en las costas de Sudamérica. Tuvo que hacer frente a furiosas tormentas, a la pérdida de tres de sus naves y a un intento de motín, que terminó con la ejecución del principal implicado, Thomas Doughty.

La cantidad de oro y plata que llevó Drake a Inglaterra, producto de sus correrías, hicieron de esta aventura, al contrario de la de Magallanes, un verdadero éxito financiero. Después de 1 018 días de viaje, Drake fue el primer capitán que emprendiera un viaje de circunnavegación y completara vivo tal hazaña. El consorcio privado que financió la empresa, encabezado por Thomas Gresham, el fundador de la Bolsa de Londres, obtuvo ganancias de 4 700% (¡!).

Meses después, la reina Isabel I de Inglaterra visitó al pirata en su barco, acompañada de un gran séquito. Después de almorzar, cuando Drake se arrodilló frente a ella e inclinó la cabeza, se dice que la reina le susurró al oído: “Francis Drake, sois un canalla, y por mi honor, me liberaré de vos”. La reina le pidió al embajador francés Marchaumont, presente en ese momento, que la substituyera en la ceremonia para nombrar caballero a Drake, lo cual hizo el francés con todo gusto, para complacer a la soberana. Así, este canalla, según palabras de la propia Isabel, no sólo se convirtió en caballero, sino que en pocos años se volvió uno de los terratenientes más ricos de Inglaterra.

Para Magallanes quedó la gloria de haber emprendido y planeado el viaje más intrépido que se había realizado hasta ese momento, muriendo en la empresa, hace 500 años.


“MORENA debe ser doblegado”

Dr. Herminio S. de la Barquera A.
Decano de Ciencias Sociales
UPAEP

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