Desarrollo humano y social
Una amenaza cada vez mayor: la marina de guerra china
23 septiembre Por: Herminio Sánchez de la Barquera Arroyo
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Como mis cuatro fieles y amables lectores lo saben, uno de los más importantes factores de hegemonía en toda la historia de la humanidad ha sido la fuerza que hoy llamaríamos militar. Si detrás del despliegue diplomático tenemos un poderío militar que lo respalde, será menos probable tener que usarlo. Es decir: hay que tener fuerza y saber mostrarla, para así obtener los resultados deseables sin tener que emplearla. Temístocles, el gran militar y político ateniense, afirmó con plena convicción, hace 2 500 años, algo que sigue siendo actual: “Quien domina el mar, lo domina todo”. Este singular personaje fue el artífice de la gran flota griega que venció a los persas en la célebre batalla de Salamina (480 a.C.). Desde entonces, los imperios más perdurables no han descuidado el dominio del mar, de tal manera que ese dominio sigue siendo imprescindible para cualquier nación que quiera no solamente descollar frente a las demás, sino que sencillamente necesite defender sus intereses, su territorio y su existencia misma.

Los Estados Unidos, la única potencia global que conoce la historia, aprendieron esto gracias a los escritos e ideas de un gran marino e historiador, el almirante Alfred Mahan (1840-1914), quien explicó cómo es la estrecha relación entre el poder naval, la geopolítica y la historia. Debido a esto, los políticos y militares estadounidenses se dieron cuenta de la enorme importancia de que el país construyera y desarrollara una armada poderosa y presente en todos los mares del mundo. En la actualidad, la única marina de guerra que es capaz de mostrar su fuerza en prácticamente todos los escenarios del planeta es la de Estados Unidos, gracias a que posee diez poderosas flotas agrupadas en torno a grandes portaaviones. Cada una de estas naves posee una superioridad aérea que equivale a varias veces la de muchos países juntos. Si a eso le agregamos la potencia de fuego de los demás componentes de cada flota (cruceros misilísticos, destructores, fragatas, corbetas, submarinos, etc.), nos daremos cuenta de la enorme capacidad de destrucción y de proyección de poder que caracteriza a la marina estadounidense.

Sin embargo, China, país milenario y una de las mayores potencias económicas de nuestros días, también está consciente de la importancia que para cualquier país representa la presencia en y el dominio de los mares para defender sus intereses de todo tipo, máxime que por el mar transita la mayor parte del comercio mundial y que en los océanos existe una inmensa cantidad de recursos naturales. Así que, desde hace aproximadamente 10 años, los gobernantes chinos se propusieron echar a andar un plan de desarrollo de su flota de guerra que estuviera en poco tiempo en condiciones de medirse a la estadounidense, si bien no en una confrontación abierta, sí en presencia y en capacidad de proyección de poder. Pensemos simplemente en este hecho incontrovertible: durante los siglos XIX y buena parte del XX, China fue atacada y agredida muchas veces por enemigos que llegaban desde el mar, lo que en la actualidad es ya prácticamente imposible.

Los países vecinos de China ven con preocupación el desarrollo tan espectacular de la marina del gigante asiático, pues no sólo se trata de que el gobierno chino pretende duplicar el número de navíos de aquí al 2030, sino que también se trata del desarrollo de nuevas tecnologías que harán más efectiva y más letal la fuerza militar de la armada china. Así, en el Mar del Sur de China, a pesar de que los Estados colindantes no están de acuerdo con la expansión descarada de los chinos, no tienen los recursos navales para mostrar más fuerza y presencia en la zona, con la única excepción de Estados Unidos. Por eso, Francia y Australia acaban de firmar un convenio para la construcción de 12 submarinos convencionales de ataque con un costo total de cincuenta mil millones de dólares australianos (unos treinta y siete mil millones de dólares estadounidenses), con el objetivo de formar un equilibrio frente al poderío naval chino.

Este plan australiano para la construcción de submarinos, apoyándose en la experiencia francesa, forma parte de un plan sumamente ambicioso de fortalecimiento militar en Australia, que reacciona así a las crecientes tensiones con China en el Pacífico. Beijing planea formar como columna vertebral de su flota a los modernísimos destructores misilísticos clase 055 y contar en el año 2030 con seis portaaviones y sus respectivas flotas. Es así que Australia se ve obligada a armarse. Pensemos, por ejemplo, que parece que China ya es capaz de construir cuatro submarinos atómicos a la vez, mientras que Estados Unidos solamente puede construir dos al mismo tiempo. Además, China ya construyó su primer portaaviones diseñado y fabricado totalmente en China: el portaaviones clase 001A, que, si bien no es ni de lejos tan poderoso como sus contrapartes estadounidenses, es suficiente como para poner nervioso a cualquiera. Y Australia está nerviosa.

En efecto, estos portaaviones chinos no tienen como objetivo el llegar con sus respectivas flotas a cualquier región del planeta, sino que tienen como teatro de operaciones el Mar Meridional, lo cual hace que las tensiones en esta región vayan forzosamente a crecer. Por si esto no fuera suficiente, parece que los chinos han probado con éxito un misil supersónico anti buque, para el que no existe hasta el momento defensa alguna en las marinas occidentales. Esto quiere decir que los portaaviones estadounidenses son más vulnerables de lo que se creía, pues además de esta amenaza de los misiles chinos, en maniobras desarrolladas recientemente con sus aliados occidentales, una fragata alemana y un viejo submarino francés ya lograron hundir, por separado, a un portaaviones de Estados Unidos.

Así que el primer paso es vencer a los chinos en la carrera por el dominio del Pacífico, por lo que el Secretario estadounidense de Defensa, Mark Esper, presentó un proyecto para aumentar el número de navíos, de los actuales 293, a 355, además de modernizar la flota dotándola de embarcaciones no tripuladas, incluyendo submarinos y naves de diferentes tipos, así como más vehículos aéreos no tripulados. Este proyecto armamentista contempla varias docenas de miles de millones de dólares de aquí al 2045 y tiene como objetivo asegurar la supremacía naval frente a China, que según Esper, es la mayor amenaza a la seguridad estadounidense en el mundo. Yo estoy de acuerdo con esta percepción del Secretario Esper. Aunque no me agraden los “moditos” de los gringos, creo que si los chinos los substituyen como potencia mundial (que no global), extrañaremos a nuestros vecinitos con todo el corazón.

Dr. Herminio S. de la Barquera A.
Decano de Ciencias Sociales
UPAEP

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