Desarrollo humano y social
De venenos y vacunas: el ejemplo ruso
01 septiembre Por: Herminio Sánchez de la Barquera Arroyo
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En este espacio hemos tratado en ocasiones anteriores un tema bastante delicado pero que en los medios de comunicación de nuestro país pasa generalmente desapercibido: la práctica, muy socorrida por parte del gobierno ruso, de eliminar a sus opositores políticos por medio del envenenamiento. El caso más reciente es el de Alexei Nawalny, un crítico opositor a Putin y activista incansable, quien aparentemente sufrió un atentado con una substancia venenosa hace unos días, cuando estaba organizando una campaña política en Siberia. Desde hace una semana, Nawalny está internado en la prestigiada clínica universitaria “Charité”, en Berlín. Como siempre, la postura del gobierno ruso ha sido muy contradictoria, lo cual no habla necesariamente de un caos informativo oficial, sino de una estrategia, que siempre sigue el gobierno ruso en casos de probable envenenamiento, de crear deliberadamente confusión informativa.

Si bien el estado de salud de Nawalny sigue siendo crítico –se encuentra sumido artificialmente en estado de coma-, parece que ya no peligra su vida, aunque es muy probable que salga de esto con severas secuelas físicas, particularmente en el sistema nervioso. Los resultados de los análisis clínicos apuntan claramente hacia una severa intoxicación con una substancia del grupo de los inhibidores de la colinesterasa, por lo que las sospechas de un envenenamiento intencionado parecen estar fundamentadas. Hasta ahora se han podido confirmar los efectos de la substancia tóxica, pero no se ha podido identificar exactamente de qué substancia se trata. Esto concuerda de manera muy similar con otros casos de envenenamientos sospechosos que curiosamente benefician al régimen de Putin.

Nawalny es uno de los opositores más conocidos en Rusia; de hecho, es la figura principal de la oposición liberal, por lo que ya ha sido el objetivo de varios atentados. Sus investigaciones sobre la brutal corrupción en su país y sobre los constantes abusos del poder por parte de Putin y de sus compinches lo han enemistado de fea manera con el gobierno ruso. Por lo pronto, se encuentra fuertemente custodiado por agentes alemanes en la clínica universitaria, en donde los médicos sospechan que la substancia que se le administró para envenenarlo fue una, que el gobierno ruso ya ha empleado contra otros opositores: “Novichok” (“Novato”, en ruso). Es la misma substancia que casi mata al doble agente Sergei Skripal y a su hija hace un par de años en Inglaterra, en un atentado en donde los servicios británicos de inteligencia identificaron, como autor material e intelectual, al gobierno ruso. Por cierto, una mujer inglesa, ajena a los hechos, murió al entrar en contacto con “Novichok”.

Este agente tóxico, de nombre tan inofensivo, es uno de los agentes químicos de combate más letales que se han desarrollado. Su origen está en la Unión Soviética, por lo que se dice que es una de las reliquias de la Guerra Fría. Es producto de las investigaciones que se desarrollaron los soviéticos en su búsqueda de nuevas substancias neurotóxicas, en total secreto, pues estas substancias están prohibidas internacionalmente. La carrera por los agentes tóxicos más peligrosos y efectivos era similar a la carrera atómica: una desesperada carrera contra el tiempo, para llegar al objetivo antes que el enemigo: armas más letales y más rápidas.

El Novichok se emplea generalmente como un fino polvillo, que entra al organismo a través de la piel, de los ojos o de las vías respiratorias, provocando en pocas horas la muerte. Se cree que es unas cinco a diez veces más fuerte que el agente químico VX, con el que fue asesinado, en 2017, el medio hermano del tirano norcoreano Kim Jong Un. El Novichok es aparentemente un agente de los llamados “binarios”, pues está compuesto por dos o más elementos que, por sí mismos, son inofensivos, pero que cuando son combinados se convierten en substancias de sumo peligro. A este grupo pertenecen el Sarin, el Soman y el VX. El “Novato” reduce aún más las oportunidades de sobrevivencia y es muy difícil encontrar sus restos en el organismo.

Sin embargo, en el caso del “Novato”, hay que agregar algo: es muy difícil encontrar restos de él en el cuerpo. En el caso de Nawalny, los médicos rusos que lo atendieron primero se opusieron terminantemente a que fuese trasladado a Alemania; sólo después de arduas negociaciones, ellos y el gobierno ruso lo aceptaron. Pero después de varios días, ya era muy probable que no quedase rastro alguno de la substancia en el organismo del político ruso. Los médicos jugaron con la vida de Nawalny para darle tiempo al “Novichok” de desaparecer del cuerpo del moribundo.

El cinismo del gobierno de Putin se refleja en las palabras de Margarita Simonjan, redactora en jefe de la emisora rusa para el extranjero “RT”, pues afirmó que a Nawalny simplemente “le bajó el azúcar”, y todo se hubiese arreglado “si se hubiese tomado una cucharadita de azúcar”. La estrategia de comunicación de los servicios de inteligencia rusos es la misma: crear dudas, lanzar versiones contradictorias, presentar “hechos alternativos” y desviar la atención. Esto no es caos ni ineficiencia, sino propósito y sistema. Es como cuando, en algún país imaginario, el déspota habla de rifar un avión sin avión, de exhibir videos de opositores corruptos y de organizar consultas “patito”, en lugar de encarar los problemas de seguridad, de salud y de la economía. Los gobernantes no democráticos se parecen mucho, y lo peor es que, en muchos países, las instituciones y la oposición no son lo suficientemente fuertes como para resistir los embates de los caudillos autoritarios.

Por lo que hemos visto, los rusos son campeones en el arte de crear poderosos venenos y de emplearlos con fines políticos, para deshacerse elegante y silenciosamente de molestos opositores al régimen. Esto es un hecho. Pero ahora Rusia afirma haber creado ya, antes que cualquier otro país en el mundo, una vacuna efectiva en contra del temible coronavirus. Si los investigadores rusos crearon efectivamente esta vacuna con la misma maestría con la que han elaborado peligrosos venenos, probablemente serán los salvadores de la humanidad. Pero si lo han hecho, como parece ser, saltándose todos los protocolos que la ciencia exige para desarrollar una substancia que debe ser administrada a grandes grupos de la población para salvarlos y no a uno que otro opositor para matarlo, entonces, que me disculpen los rusos, pero a sus médicos no les dejo que me pongan ni talco.

Dr. Herminio S. de la Barquera A.
Decano de Ciencias Sociales
UPAEP

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