Desarrollo humano y social
El Boeing 747: fin de una era
13 agosto Por: Herminio Sánchez de la Barquera Arroyo
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El avión de pasajeros Boeing 747 es, sin duda, uno de los más populares y más empleados en la historia de la aviación comercial. Y uno de los más exitosos. Esta aeronave, apodada “Jumbo”, por el elefante de los dibujos animados, es un tetra reactor de doble pasillo, diseñado y construido por la empresa estadounidense Boeing. Una característica que hace inconfundible al 747, aparte de sus enormes dimensiones, es su típica “joroba”, que en las versiones más recientes para pasajeros es más grande que en los inicios del modelo.

El desarrollo del 747 comenzó en los años 60 y fue, durante décadas, el más grande avión de pasajeros del mundo. Su primer vuelo tuvo lugar el 9 de febrero de 1969. Hace unos días, el 29 de Julio, la empresa constructora dio a conocer que la producción de este gigante aéreo llegaría pronto a su fin. De hecho, para diciembre de 2017 ya habían sido entregados todos los aviones que estaban bajo pedido, en su versión de pasajeros; en su versión de carga faltan por entregar alrededor de 15 aparatos. Según Boeing, el último 747 será entregado en el año 2022.

La historia de esta célebre aeronave comenzó con un fracaso, cuando Boeing perdió una licitación para construir un avión de transporte militar de gran capacidad, en 1965, frente a su competidor Lockheed, quien se hizo con el multimillonario contrato con la Fuerza Aérea estadounidense gracias a su Galaxy C-5. Poco antes de que se diera a conocer el resultado de este concurso, la empresa Pan Am, a la sazón la mayor del mundo, inició negociaciones con Boeing para construir un avión con el doble de la capacidad del B-707.

Se hizo célebre el diálogo entre Juan Trippe, el entonces jefe de Pan Am, y William Allen, el jefe de Boeing, en abril de 1966. Trippe dijo: “Si Ud. lo construye, lo compro”, a lo que reviró Allen: “Si Ud. lo compra, lo construyo”. Así que Boeing lo construyó y Pan Am lo compró. El “Jumbo” fue el mayor avión de pasajeros del mundo entre 1968, cuando se construyó el prototipo, y 2005, cuando apareció en escena el Airbus A380, de mayor capacidad, pero de casi nulo éxito comercial.

Ahora, la era del 747 ha llegado a su fin, la era de los aviones de gran tamaño para el transporte de pasajeros. En los 50 años de vida del “Jumbo” el mundo ha cambiado, por lo que ya no es rentable producirlo ni mantenerlo activo en las aerolíneas. Hace 50 años, el 747 permitió que un mayor número de personas pudiesen volar entre los continentes, pues al ser tan grande, podía ofrecer espacio para muchos pasajeros, por lo que los precios podían ser más accesibles. De este avión se construyeron alrededor de 1 550 unidades, unas seis veces más que del A380.

Un 747 pesa alrededor de 180 toneladas, mide alrededor de 70 metros de largo y 59 de envergadura, con una altura de 19 metros. El costo por unidad varía entre los 234 y los 308 millones de dólares, es decir, es más barato que el más pequeño pero más moderno 777, que cuesta entre 257 y 286 millones. El modelo más reciente (747-8) tiene capacidad para transportar a alrededor de 470 pasajeros. Esto hace que realmente este avión haya sido muy rentable, tanto en su compra como en su operación. Según las cuentas de Lufthansa, el 747-400 consume 4.27 litros de combustible por cada pasajero en 100 kilómetros. El 747-8 reduce este consumo a 3.5 litros.

El 747 se ha hecho famoso también en el cine y en imaginario colectivo por ser una nave de este tipo la que usualmente transporta al Presidente de los Estados Unidos, conocida como “Air Force One”. Desde 1990, el Presidente utiliza dos aviones de una versión equipada especialmente para afrontar grandes distancias: el Boeing 747-200B, totalmente transformado para servir como sede de gobierno y como comando central en caso de guerra, con la denominación militar (USAF) VC-25A. Generalmente se cree, de manera equivocada, que cualquier avión al que suba el Presidente automáticamente se convierte en un “Air Force One”.

En realidad, la denominación oficial depende del arma a la que pertenezca la aeronave en uso. Así, cuando el Presidente viaja de la Casa Blanca a la Base Aérea Andrews, a donde están asignados ambos 747, utiliza un helicóptero Sikorsky H-3 Sea King, que pertenece a los Marines (United States Marine Corps), por lo que la denominación del helicóptero es “Marine One”. Por lo tanto, la denominación “Army One” es también, teóricamente, posible, aunque parece que desde 1976 no se ha empleado. Si el Presidente aborda un avión de la Marina (U.S. Navy), este se convierte en “Navy One”, y en el caso de que el Presidente haga uso de un avión civil, este se llamará “Executive One”. Estos dos últimos casos sólo han ocurrido en una sola ocasión, respectivamente. La denominación “Coast Guard One” no ha tenido lugar nunca.

Otros gobiernos, como el de Japón, también utilizan al 747 para transporte de funcionarios de alto nivel, en este caso, dos 747-400, para uso del Primer Ministro, del Emperador y su familia, o de altos funcionarios militares. Su equipamiento en materia de comunicaciones y de defensa, al igual que en el caso de los de la Presidencia de los Estados Unidos, es un secreto muy bien guardado, pero se sabe que es sumamente moderno, caro y sofisticado. Así que la célebre frase de que el avión presidencial mexicano, en eterna rifa, “no lo tiene ni Obama”, es solamente producto de la ignorancia sobre el tema y de la demagogia a las que ya nos tiene acostumbrados el Presidente López.

También Bahréin, Brunei, Omán, Catar, Arabia Saudita, Corea del Sur e India poseen aviones de este tipo (Boeing 747) para transporte de sus mandatarios. Algunos otros, como China o Argentina, rentan a la aerolínea bandera un Jumbo cuando hay necesidad de transportar al Jefe de Estado. Y aunque parezca increíble, hay también algunos magnates que han comprado un 747 para transporte privado, como el Sultán de Brunei (747-430) y el Príncipe Al-Walid ibn Talal (747-400).

La época de los grandes aviones de cuatro reactores ha quedado atrás; los aviones de largo alcance del tipo Boeing 777 y 787 (como el avión presidencial mexicano), así como el Airbus A350 tienen el mismo alcance que el 747 o el A380 (unos 14 000 kilómetros), pero sus costos de mantenimiento y de consumo son notablemente menores, al ser solamente de dos reactores. Además, cada vez es más difícil llenar todos los asientos de aviones gigantescos, por lo que los más pequeños, de un solo pasillo, son más económicos, con la ventaja adicional de que cubren rutas que no necesariamente requieren de grandes volúmenes de pasajeros para subsistir. Qantas, KLM y British Airways se han despedido ya de sus 747, pero seguiremos viendo a este gigante volar en sus versiones de carguero. Sin embargo, será cosa de unos cuantos años más para que el 747, el llamado “Rey de los cielos” sea retirado definitivamente de servicio.

Dr. Herminio S. de la Barquera A.
Decano de Ciencias Sociales
UPAEP

 

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