Desarrollo humano y social
Un incidente naval delicado en el Mediterráneo
09 julio Por: Herminio Sánchez de la Barquera Arroyo
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La semana que está por concluir fue rica en noticias: aparte de la pandemia y de la impericia criminal del gobierno federal para “domarla”, hubo un terremoto y luego un inusitado atentado contra uno de los mejores policías del país (quien, por cierto, ha demostrado con su trabajo que el mejor camino para combatir a la delincuencia de cualquier tipo son precisamente los que pasan por la formación de policías civiles bien entrenados, y no el empleo de las fuerzas militares). Pero estas noticias ciertamente malas no nos han dejado ver lo que ocurre en otros lugares del mundo. Uno de estos acontecimientos es sumamente grave y tuvo lugar hace unos días en aguas del Mediterráneo: un incidente naval entre dos aliados: Francia y Turquía. Este es el tema que vamos hoy a comentar.

En el mundo actual, un elemento esencial en las políticas de defensa nacional de los diferentes Estados es la llamada colaboración multilateral, que se traduce, entre otras cosas, en la participación de las diferentes tropas de tierra, mar y aire en ejercicios conjuntos. Esto permite a los participantes de diferentes países unificar procedimientos, protocolos, lineamientos, equipamiento, etc., para que, en caso de una emergencia, todo salga de la mejor forma. Dichas maniobras conjuntas pueden estar enfocadas a diferentes situaciones: combate al terrorismo, ayuda humanitaria, evacuación de lugares de desastre, combate antiminas, detección temprana de amenazas, ejercicios de desembarco anfibio, intercepción de contrabando, búsqueda y rescate, entre otras.

Una de las operaciones derivadas de estos ejercicios es la llamada “Sea Guardian”, que lleva a cabo la Organización del Tratado del Atlántico del Norte (OTAN), con el objetivo de reconocer el entorno marítimo para disuadir y luchar contra el terrorismo y mitigar sus amenazas. Los participantes intercambian información y utilizan sensores y medios de conectividad, además de que unifican procedimientos de actuación. Fue precisamente en el marco de una de estas operaciones en donde ocurrió el incidente que ahora vamos a comentar.

Hace unos días, al estar la fragata francesa “Coubert” inspeccionando frente a las costas de Libia un buque mercante, para revisar si en su interior no se transportaban armas o algún otro material destinado a las partes en conflicto en la guerra civil en ese país, se acercaron unas unidades navales turcas: la fragata “Orucreis” y dos pequeños buques más; la fragata turca dirigió sus radares de dirección de tiro hacia el barco francés. Dichos instrumentos sirven para recopilar información sobre el blanco antes de disparar sobre él, por lo que los franceses sintieron esto como una franca amenaza, como un hecho marcadamente hostil en el lenguaje empleado entre unidades navales de diferentes Estados. Para que quede esto más claro: es como si alguien cortara cartucho y apuntara al blanco. El paso lógico que seguiría sería el disparar.

Además, Francia externó sus sospechas de que Turquía estuviese apoyando a uno de los bandos en conflicto (lo cual parece ser cierto), y todo indica que además que el gobierno turco está violando el embargo de armas que precisamente la OTAN debe hacer respetar. Por lo pronto, Francia ya anunció su salida de la operación “Sea Guardian”, lo cual es un duro golpe para la aplicación de dicho embargo. Además, el gobierno francés exigió que la OTAN investigue escrupulosamente lo ocurrido. La situación se complica porque París y Ankara apoyan a diferentes bandos en la guerra civil en Libia: Turquía apoya al gobierno central libio (que es reconocido por la ONU), mientras que Francia brinda su ayuda al general rebelde Chalifa Haftar, cuyas tropas ocupan parte del oriente de Libia.

Se informó en el cuartel general de la OTAN, en Bruselas, que tanto Francia como Turquía ya habían enviado todo tipo de pruebas para aclarar el incidente. Esta tarea corresponde al “Allied Maritime Command” en Inglaterra. El informe de esta instancia ya está listo y deberá ser discutido en el comité militar de la OTAN, por lo que no se sabe nada hasta ahora de tal informe secreto. Sin embargo, parece que los franceses no estarán muy de acuerdo con el veredicto, por lo que buscarán inmiscuir a la Unión Europea en el asunto.

Ya hemos afirmado en este espacio, en otras ocasiones, que somos de la idea de que el gobierno turco representa una amenaza mucho más seria y compleja para las democracias occidentales que el de Corea del Norte, cuyo jueguito ya conocemos. El caso de Turquía es muy especial, sobre todo desde que Erdogan, ese dictadorzuelo irredento, está en el poder con facultades casi ilimitadas. Turquía está entre Oriente y Occidente, entre la democracia (en el papel) y la tiranía (en la práctica), coquetea con tiranos como Putin (Rusia) y Bashar al-Ásad (Siria), compra armamento sumamente sofisticado a los rusos, pero a la vez es miembro imprescindible de la OTAN, por lo que pretende hacer lo que se le antoja. Su importancia estratégica le permite ser parte de la OTAN, pero sus usos y costumbres en la política le impiden el camino hacia la Unión Europea. ¡Vaya contrasentido! Una verdadera piedra en el zapato de la alianza atlántica. Y, a diferencia de Corea del Norte, es un actor muy activo en asuntos internacionales, con una economía que le permite sostener un aparato militar más completo y versátil. Corea del Norte es un país atrasado y aislado, cuyo poder militar se concentra casi exclusivamente en sus ensayos misilísticos y sus amenazas repetitivas.

Desde Libia hasta Afganistán, desde Siria hasta Yemen, el mundo árabe parece arder sin control. El año pasado hablábamos aún de la guerra civil en Siria y de cómo la retirada de los Estados Unidos de la región les había abierto la puerta a Rusia y a Irán, y de cómo Turquía se aliaba de facto con Rusia para perseguir sus objetivos geopolíticos. Luego ocurrió el asesinato del general iraní Soleimani, por lo que las relaciones entre Estados Unidos y Arabia Saudí, por un lado, e Irán, por el otro, se tensaron muchísimo. Ahora está Libia en el centro de las preocupaciones. Y cada vez que el Occidente mete las manos, sale raspado, muy raspado. Ahora, dos aliados de la OTAN están en serios desacuerdos, que desembocaron nada menos que en un incidente que involucró a unidades militares, por lo que es el turno de una diplomacia que sepa hilar fino y resolver el entuerto. Otro problema más para la Sra. Merkel, quien tendrá que intervenir. Ella es uno de los pocos actores políticos en la actualidad con autoridad moral entre los diferentes bandos, pero un protagonista internacional incómodo para el gobierno de Erdogan. Ya sabemos que los tiranos y los populistas no soportan ni a los demócratas ni a los críticos.

Dr. Herminio S. de la Barquera A.
Decano de Ciencias Sociales
UPAEP

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