Desarrollo humano y social
El combate de “El Carrizal”
30 junio Por: Herminio Sánchez de la Barquera Arroyo
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México es un país relativamente joven. Aún no cumple, como Estado independiente, ni 200 años. Se cumplirán el año próximo, simbólicamente el 27 de Septiembre, cuando se conmemore la entrada del Ejército Trigarante a la Ciudad de México, ocurrida en ese día de 1821, bajo las órdenes de Agustín de Iturbide. Por eso mismo, por la juventud del país, su historia militar tampoco es muy extensa, pues aunque ciertamente hemos tenido muchas guerras civiles e intervenciones extranjeras, llevamos 75 años sin algo así, es decir, desde la participación de México en la Segunda Guerra Mundial con el glorioso Escuadrón 201 hasta nuestros días. Quizá podamos contar dentro de este lapso lo ocurrido con el levantamiento zapatista de 1994, pero eso fue, militarmente hablando, un acontecimiento muy menor.

Dentro de las guerras y conflictos militares con países extranjeros, nuestra historia militar consigna conflictos con España, Inglaterra, Francia y Estados Unidos, además de las Potencias del Eje en la Segunda Guerra Mundial. Generalmente estos conflictos armados han sido desastrosos para las armas nacionales, aunque hay algunos acontecimientos que han culminado con una victoria por parte del bando mexicano. Ejemplos de esto último son la toma de San Juan de Ulúa por parte de la joven Armada de México, el 23 de Noviembre de 1825 y las batallas de Tampico, entre Julio y Septiembre de 1829, en contra de la “Expedición Barradas”, que pretendía reconquistar México.

Más adelante, durante la invasión estadounidense de 1846 a 1848, las tropas mexicanas, mal armadas, mal pertrechadas y casi siempre muy mal dirigidas, perdieron casi todas las acciones de armas, con excepción de algunas batallas pequeñas y escaramuzas; casi todas las victorias ocurrieron en la defensa de la Alta California. Algunas batallas estuvieron a punto de terminar con un triunfo mexicano, pero por una causa o por otra, terminaron en una especie de empate, como las batallas de Palo Alto (1846) y la Angostura (1847).

Sin duda alguna, la victoria militar mexicana contra fuerzas extranjeras más famosa en nuestro país y en el extranjero fue la del 5 de Mayo de 1862. Otras victorias fueron, durante esa guerra de intervención, por ejemplo, la toma de San Juan Bautista, Tabasco (1864), la batalla de Miahuatlán, Oaxaca, el 3 de Octubre de 1866, por las tropas de Porfirio Díaz; la escaramuza de Ixquimilpan (Hidalgo), contra las tropas belgas, en Septiembre del mismo año; la batalla de San Jacinto (1867); la célebre batalla del 2 de Abril de 1867 (toma de Puebla), etc.

Después de la Intervención Francesa, la siguiente victoria militar contra fuerzas extranjeras ocurrió durante la Revolución Mexicana y, aunque se trató de un hecho de armas de mucha importancia militar y política, casi no se menciona y son muy pocos los mexicanos que han escuchado hablar de este acontecimiento: la batalla de El Carrizal, ocurrida el 21 de Junio de 1916, en el marco de la llamada “Expedición Punitiva”.

Como mis cultos cuatro fieles y amables lectores lo saben, el triunfo del Constitucionalismo era ya evidente en 1916, así como el hecho de que el gobierno estadunidense ya se había decidido por apoyar a Venustiano Carranza y a su gobierno, en detrimento del inestable y criminal Francisco Villa. Por este y otros motivos, como el cobrar venganza contra un comerciante de armas que al parecer lo había engañado y el buscar quizá que los Estados Unidos entraran en conflicto con Carranza (y por ende, con México), este facineroso ordenó a sus matarifes invadir territorio estadounidense y atacar el pueblo fronterizo de Columbus, lo que ocurrió el 9 de Marzo de 1916. A pesar de que militarmente las tropas villistas fueron rechazadas, esta afrenta motivó una respuesta del ejército de los Estados Unidos, que días más tarde invadió territorio mexicano, buscando capturar a Villa y a sus secuaces, en lo que se conoce como la “Expedición punitiva”.

Se ha dicho que el asalto a Columbus fue la única ocasión en la que un ejército latinoamericano ha invadido a los Estados Unidos. En realidad eso no era un ejército, sino una partida de gavilleros, tristes herederos de la otrora victoriosa División del Norte. Villa mismo no participó en la incursión, sino que se quedó cómodamente del lado mexicano.

El ejército de Estados Unidos estaba bajo el mando del General John J. Pershing y persiguió a Villa durante casi un año, sin éxito. Villa, con una herida de bala en una rodilla, se la pasó escondido en una cueva y nunca se enfrentó a las tropas gringas. Al principio, las tropas constaban de unos cinco mil soldados, pero pronto llegaron a contar con alrededor de diez mil. Además, llevaban un arma muy moderna y novedosa: la aviación militar. El empleo de este equipo y de otras armas les sirvió para probar su eficiencia. No hay que olvidar que Pershing se convertiría, poco después, en el comandante de las tropas de Estados Unidos en Europa, en la Primera Guerra Mundial. El gobierno de Carranza veía con preocupación la marcha del ejército invasor, que cada día se dirigía más hacia el sur, con el riesgo creciente de que se encontraran con tropas mexicanas o con guerrilleros villistas.

Y así ocurrió: el 21 de Junio de 1916, soldados estadunidenses del 10° Regimiento de Caballería llegaron al pueblo El Carrizal, en donde estaba un destacamento del ejército mexicano (2° Regimiento de la Brigada Canales), bajo el mando del General Brigadier Félix Uresti Gómez, quien les explicó que no podían pasar, lo que molestó a los invasores. Comenzó entonces el combate, en la madrugada del 21 de Junio, que duró alrededor de tres horas, muriendo en acción el general mexicano y el comandante estadunidense Charles T. Boyd. Los mexicanos rechazaron el ataque frontal de los invasores, quienes se vieron atacados por los flancos. Las tropas mexicanos los desbordaron y dispersaron, derrotándolos completamente, por lo que los soldados enemigos se rindieron.

Las tropas extranjeras habían iniciado el asalto contra el centro de las posiciones mexicanas, que las defendieron con una ametralladora Colt de 7 mm. El ataque se estrelló ante las defensas mexicanas; entonces, 30 jinetes bajo el mando del Teniente Coronel Rivas Guillén atacaron el flanco derecho de los invasores, que no soportaron la carga, huyendo hacia las casas de las orillas del poblado, hacia donde los mexicanos los persiguieron. Para estos momentos, el Gral. Uresti ya había caído; parece que Boyd murió poco después. Al verse sin su comandante, y totalmente desorganizados, los extranjeros que no pudieron escapar se rindieron, cayendo en manos de las tropas mexicanas 17 soldados, que serían después devueltos a su país por Ciudad Juárez, al igual que sus pertrechos. Las tropas mexicanas tuvieron 72 bajas, entre muertos y heridos.

Si bien fue un combate sangriento pero breve, con pocos efectivos, El Carrizal devolvió la confianza a los mexicanos y marcó un límite a los invasores, que tuvieron que volver meses después a su país con las manos vacías, pues el escurridizo y cobarde Pancho Villa literalmente se esfumó ante sus ojos. La derrota de los invasores marcó, primero, un enfriamiento en las relaciones entre ambos gobiernos, pero después se volvió a la vía diplomática. Todo esto ocurrió hace poco más de 100 años. Vale la pena recordarlo.

Dr. Herminio S. de la Barquera A.
Decano de Ciencias Sociales
UPAEP

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