Desarrollo humano y social
Sólo los asesinos
23 marzo Por: Juan Martín López Calva
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“La venganza es una especie de justicia salvaje”.

Francis Bacon.

 

Justicia salvaje es lo que parecen estar pidiendo muchos mexicanos que ante el preocupante episodio en el que un pasajero aún no identificado mató a cuatro asaltantes de un autobús de pasajeros que transitaba de madrugada en la carretera México-Toluca con dirección a la capital del país.

A partir de que se diera a conocer en los medios de comunicación que los cuatro cadáveres encontrados a la orilla de esta vía correspondían a cuatro personas que habían despojado de sus pertenencias a los pasajeros del autobús en cuestión y que habían muerto debido a que al terminar el asalto, un pasajero que viajaba en la parte trasera del autobús se había levantado de su asiento y les había disparado, se desató una ola de mensajes y “memes” de apoyo al que fue bautizado como el “pasajero justiciero” en las redes sociales.

“No queremos que la policía siga buscando y detenga al pasajero justiciero. Pedimos que lo dejen en paz y que se dediquen a combatir al crimen organizado” afirman algunas imágenes que circulan por las redes sociales. El grupo conocido como Anonymous México ha circulado otra en la que convoca a un pacto ciudadano bajo los siguientes términos: “Si hacen justicia frente a mí, no vi nada, no escuché nada, no sé de qué me hablan. Por un México sin rateros”. 

Desde cuentas particulares de Facebook y Twitter han aparecido opiniones como: “ya es hora de que los ladrones tengan miedo” o “que traigan al pasajero justiciero…” a X ciudad, porque hace falta alguien que termine con los asaltos en el transporte público.

Todas estas manifestaciones, empezando por el sobrenombre de “pasajero justiciero” que la sociedad mexicana le ha puesto al personaje en cuestión, son comprensibles dado el altísimo nivel de impunidad en el que vivimos hoy en prácticamente todo el país. Diariamente ocurren asaltos, asesinatos, violaciones y abusos en contra de la ciudadanía ante la mirada impotente y a veces hasta complaciente de las fuerzas de seguridad. El Estado mexicano no está pudiendo brindar una de las cosas fundamentales para las que fue creado que es la seguridad y la tranquilidad a los ciudadanos.

Hay entonces elementos que nos permiten analizar y entender el hartazgo social y el nivel de desesperación que está llevando a que este tipo de acciones de “justicia por propia mano” –matar a asaltantes en autobuses, linchar a delincuentes en algunas comunidades, etc.- se repitan con cada vez mayor frecuencia.

Existen también elementos para entender que la reacción ciudadana ante estos hechos sea de apoyo y hasta de admiración a estos mexicanos que reaccionan con violencia para combatir la violencia. Hay sin duda un dilema moral que se presenta a quienes son testigos de estos hechos y tienen que decidir si denunciar a quien ha cometido un delito pero lo ha hecho por salvarles de un asalto o una agresión de parte de los delincuentes. De esta parte relacionada con la ética personal se ocupa el Dr. Pablo Ayala en su más reciente artículo publicado en el diario Noroeste, que puede leerse en esta liga: http://beta.noroeste.com.mx/publicaciones/opinion/divel-vengador-justicierodiv-97055#.WB9mYmtV9-o.facebook 

Me ocuparé en este espacio de la dimensión relacionada con la moral colectiva que es otro ángulo relevante de este fenómeno.

Como decía líneas arriba, es comprensible que haya ciudadanos hartos que se hagan justicia por propia mano y es también entendible que haya una reacción colectiva de apoyo a estos ciudadanos. Pero una cosa es entender un fenómeno y otra es justificarlo o pensar que es algo positivo.

Porque resulta altamente preocupante que en México empiecen a ocurrir hechos como el del autobús en la carretera de Toluca con cada vez mayor frecuencia y debería ser aún más preocupante que la sociedad los aplauda y empiece a generar este pacto de silencio y esta admiración hacia quienes ejecutan estos actos de justicia salvaje, como les llama Bacon.

Como dice la frase de Marilyn Von Savant: “un acto de justicia permite cerrar el capítulo…(pero)…un acto de venganza escribe un capítulo nuevo…” y si como sociedad empezamos a aplaudir y a fomentar admiración por la justicia salvaje, lo que estaremos haciendo es alentar que se empiecen a escribir miles de capítulos nuevos en el ya muy largo drama de la violencia estructural en que vivimos y estaremos con ello alejándonos cada vez más del momento en que podamos cerrar este triste capítulo de la historia contemporánea del país.

Como educador me resulta muy angustiante este camino que estamos recorriendo hacia la ley de la selva que nos está haciendo cada vez más difícil la construcción del Estado de derecho en el que una sociedad democrática debe vivir para garantizar una buena vida humana para todos.

La profunda desmoralización social en la que vivimos que nos lleva a sentir ese deseo de venganza ante la carencia casi absoluta de justicia y que nos mueve a sentir gusto cuando ocurren hechos de justicia salvaje nos mete en una dinámica de aberración cada vez más radical de nuestra cultura.

Quienes trabajamos en la educación de las nuevas generaciones tenemos hoy un compromiso de urgencia para convertirnos en agentes promotores de  pensamiento crítico y deliberación ética que nos conduzcan a reconocer estos sentimientos espontáneos –la frustración, la impotencia, el deseo de venganza- y a trascenderlos para orientar nuestras opiniones, nuestros juicios y nuestras acciones desde sentimientos que respondan a la aprehensión de valores constructivos.

Mientras preparaba estas líneas llegó a mi “timeline” de Facebook una reflexión que me hizo pensar mucho. En ella un niño le pregunta a su padre: “si matamos a todos los malos, ¿Quedaríamos solo los buenos?” a lo que el padre responde: “No hijo, quedaríamos solo los asesinos”. Pues eso.

 

 

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