Desarrollo humano y social
San Valentín
16 febrero Por: Herminio Sánchez de la Barquera Arroyo
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El caso de este personaje, uno de los santos más populares de la Edad Media, es otro ejemplo de lo que la comercialización y la cultura del consumismo han echado a perder: la imagen de un santo. En efecto, al igual que en el caso de San Nicolás, ejemplo de lo que un obispo generoso y tocado por el Espíritu Santo puede hacer por los pobres y necesitados, pero cuya figura degeneró, debido a la comercialización y al consumismo, en “Santa Claus” o simplemente “Santa”, San Valentín es, de la misma manera, una figura cuyas características históricas y teológicas son ignoradas por la inmensa mayoría de la población, convirtiéndose simplemente en un símbolo de consumismo y cursilería: “Día de San Valentín” o “Día del amor y la amistad”. En ambos casos, los de Santa Claus y San Valentín, se trata de una costumbre mercadológica anglosajona de reciente cuño. Pero ¿quién fue realmente San Valentín de Roma?

El nombre es probablemente un gentilicio de origen etrusco (Vala o Valius), cuyo significado desconocemos. También puede tener relación con el verbo latino “valere”, en el sentido de estar bien o gozar de buena salud. Así, “Valens” es gallardo, valiente, fuerte, en oposición a “imbecillus” o “infimus”, de “valeo”, ser fuerte y de valor. “Valentinus” sería entonces el patronímico de “Valens”, o sea, Valente.

De este personaje no tenemos muchas noticias que estén bien fundadas, históricamente hablando. Casi todo lo que de él sabemos se lo debemos a la tradición, según la cual este sacerdote y mártir murió en Roma el 14 de Febrero del año 269. Era, según esto, un sacerdote humilde de quien se decía que había sanado a una niña ciega. Cuando llegaban a verlo personas en busca de ayuda o consuelo, acostumbraba regalarles una flor de su pequeño jardín. También apoyaba a sus fieles a superar crisis matrimoniales. La tradición afirma que, a raíz de que desobedeció una orden del emperador Claudio II, que prohibía celebrar matrimonios según los usos cristianos, fue decapitado. Es por esta relación con los matrimonios y con los amantes en general que se le relaciona con la fiesta “del amor y la amistad” que ahora se celebra el 14 de Febrero.

También hay fuentes, fuera de la tradición, que nos proporcionan algo de información acerca de San Valentín. Así, por ejemplo, una lista de obispos que data del año 354 menciona la construcción de una basílica dedicada a alguien llamado Valentín en la Vía Flaminia, que era el camino que salía de Roma y llevaba a Ariminum, cruzando el Tíber. Allí se encuentran en la actualidad las llamadas Catacumbas de Valentín, en donde encontramos diversas inscripciones de los siglos IV y V, lo que quiere decir que se trata de un lugar muy antiguo de culto.

La primera mención escrita acerca de San Valentín data del siglo VI, en una historia de la pasión de San Mario, un mártir del siglo III. Las reliquias de San Valentín se supone que reposan en la iglesia de Santa María en Cosmedin y en Santa Prassede, ambas en Roma. La popularidad de San Valentín es por lo menos comprobable desde la Antigüedad tardía, particularmente en muchas ciudades del centro de Italia. La reliquia primaria más grande de la que se tiene noticia es su supuesta cabeza, que en 1651 fue llevada de Roma a Monselice (Padua), en donde hasta la actualidad se encuentra, en el “Santuario delle Sette Chiese”. En el año 2017 se realizó una investigación para determinar su antigüedad, encontrándose que perteneció a una persona del sexo masculino, de entre 23 y 27 años, que debió haber vivido entre el año 119 y 338 d.C. Esto quiere decir que dicha reliquia es contemporánea de San Valentín, por lo que puede ser que sea de él.

Sin embargo, hay un gran problema a la hora de tratar de identificar al supuesto San Valentín de Roma: hay otro Valentín, más o menos de la misma época, también en Roma, por lo que no sabemos si ambos fueron la misma persona o quién precedió a quién. Esta otra figura es San Valentín, igualmente mártir, quien fue obispo de Terni, cuya vida transcurrió aproximadamente entre el 175 (Terni) y el 270 (Roma). Nuevamente hay que mencionar que casi todas las noticias que tenemos de este otro personaje proceden de la tradición, según la cual Valentín se convirtió, desde muy joven, en obispo de Interamna, hoy Terni, al pie de la vía Flaminia, creándose fama de persona generosa, muy celosa de su deber como misionero y a quien se le reconocían muchos hechos maravillosos. Es por eso que el rhetor (maestro de retórica) Craton lo llama a Roma, con la esperanza de que pudiese sanar a su hijo, Abundius, lisiado de manera irremediable. Valentín lo sana y mucha gente se convierte por eso al cristianismo, por lo que Valentín será arrestado, mandado al calabozo, azotado y finalmente decapitado durante la persecución emprendida por el emperador Aureliano. Las tres personas que llevaron su cadáver a Internamna fueron igualmente martirizados y enterrados junto a su obispo. También Abundius fue ejecutado.

En el siglo IV había, cerca de la ciudad de Terni y junto a la Via Flaminia un monumento mortuorio y a partir del VIII una iglesia, dedicados ambos a un mártir de nombre Valentín. Incluso el llamado “Martirologio de San Jerónimo” (atribuido equivocadamente a este santo) menciona a San Valentín y menciona que su fiesta es el 14 de Febrero. Su leyenda se ha de haber originado en los siglos V y VI.

¿Se trata de la misma persona: Valentín de Roma y Valentín de Terni? ¿Acaso fue primero el romano? ¿A cuál de los dos pertenecen las reliquias? ¿O se trata de dos diferentes mártires con el mismo nombre?

En todo caso, la costumbre de celebrar el 14 de Febrero, día de San Valentín, como día del amor y de quienes se aman, se remonta a la práctica romana de celebrar a la diosa Juno (esposa de Júpiter), pues a mediados de Febrero comenzaba el tiempo de apareamiento de muchas aves. Juno era reverenciada como protectora de las familias y del matrimonio (quizá porque sufrió mucho con el tal Júpiter, mujeriego empedernido), por lo que se le ofrendaban flores. Por eso, los romanos acostumbraban regalarles a sus mujeres, en ese día, flores. Chocolates, peluches y globos aún no había. Ya desde antes se celebraban hacia los días 14 y 15 de Febrero las llamadas “fiestas lupercales” (“Lupercalia”), las fiestas dedicadas a la loba que amamantó a los fundadores de la ciudad eterna. De estas fiestas dedicadas a la fertilidad y al matrimonio deriva el nombre de “Febrero”: procede del bajo latín “febrarius” y este del latín clásico “februarius (mensis)”, es decir, el mes de las purificaciones (“februus” es “purificador”), pues era el último mes del antiguo calendario romano, que comenzaba en el mes dedicado a Marte, dios de la guerra: Marzo. Así que había que purificarse para comenzar apropiadamente el ciclo de nuevo. Si el año comienza en Marzo, de allí que “September/Septembris” sea el séptimo mes y los que le siguen serían el octavo, noveno y décimo, pero que dejaron de serlo cuando, a mediados del siglo II a.C. el inicio del año se pasó de Marzo a Enero, conservando, sin embargo, sus nombres.

No es casualidad que la festividad de San Valentín de Roma se instituyese el 14 de Febrero, en la festividad romana dedicada al amor y al matrimonio. Recordemos que San Valentín acompañaba, aconsejaba, protegía, reconfortaba, animaba y reconciliaba a los amantes. Es decir, expresándonos en el pocho universitario que tan de moda está en nuestra institución, él los “coucheaba”.

Celebremos, pues, este 14 de Febrero. Que cada quien lo haga con el grado de cursilería que más le agrade: de 0 a 10. Pero bueno sería que recordemos también a San Valentín de Roma / San Valentín de Terni, pues ambos (si es que fueron dos) dieron muestras de cómo el profundo amor a Dios se traduce en sincero amor al prójimo, en generosidad y vivencia de la fe dispuestas a llegar hasta al sacrificio de la propia vida. Para eso están los santos: para demostrar que sí se puede vivir como lo enseñó Jesús.

Dr. Herminio S. de la Barquera A.
Decano de Ciencias Sociales
UPAEP

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