por: Carolina Valenzuela Enriquez
Nunca te rindas, era lo que papá decía; nunca te dejaré sola, era lo que mamá decía. ¡Qué rápido pasa el tiempo! Despiertas y abres los ojos, lo único que ves es un camino sin fin, un camino en el cual no tienes con quien estar. Nunca pensaste que llegaría el momento en el que tus dos seres más amados se irían y dejarían un vacío en tu interior. Desearías que estuvieran a tu lado por lo menos un segundo y, cuando te das cuenta de que lo tenías todo, ya es demasiado tarde.
Ella te decía que te amaba, pero tú la ignorabas, te preguntaba cómo te había ido, pero tú ni siquiera la volteabas a ver. Llevaban meses peleando sobre cosas insignificantes...
–Hija, no sé qué es lo que te he hecho para que me trates de esa forma, yo solo quiero que seas feliz.
-¡Ya estoy harta de ti y de que siempre me digas lo mismo!, ojalá nunca hubieras sido mi madre.
Ojalá esas palabras nunca hubieran salido de mi boca. Ojalá ella sepa lo mucho que la extraño. Ojalá ella estuviera viva...
Pides a gritos que regrese aquella mujer que te amaba tal y como eres, te apoyaba y te comprendía a pesar de las veces que la lastimaste.
Ella era una mujer de tez blanca, cabello negro y ojos con una luz que transmitía paz y tranquilidad. Sin embargo ella tenía un carácter muy fuerte, igual que el mío y por esa razón chocábamos mucho. Yo estaba en la edad de la punzada, como cualquier joven de 17 años. Pensaba que estaba mal todo lo que mis padres me decían. Quizás la culpa y enojo se irían, pero te persiguieron como una sombra.
Luego llega un día en el que no puedes más con este dolor que te está quemando, sientes cómo el fuego recorre lentamente tu cuerpo, como si ninguna lágrima pudiera apagar este sufrimiento. ¡Pides a gritos que vuelva! “Regresa amada madre, no me dejes sola por favor, te necesito a mi lado”. Buscarás culpables donde no los hay...¡Dios!, tú que estás en el cielo y que todo lo ves ¿Por qué te los llevaste? ¿Por qué a ellos?
Piensas que la vida ya la tienes resuelta y todo será perfecto, jamás sufrirás y siempre obtendrás lo que quieres en el momento que quieres...¡Pero no! Hay ocasiones en que la vida es dura y nos da golpes cuando menos lo esperamos, pero es parte de crecer, de ser fuerte, porque Dios nos tiene preparado algo grandioso, como papá siempre decía...
Un viernes por la tarde, llegué de la escuela, agotada, preguntándome por qué me había tocado una vida tan miserable. Entró mi papá a mi recámara con una sonrisa en el rostro, él se veía muy cansado del trabajo.
-¿Cómo estás hija, qué tal te fue hoy en la escuela?
-Siempre con tus preguntas tontas, déjame.
A pesar de lo que yo le contesté, él se despidió, me dio un beso en la frente y me susurró al oído: “Descansa, hija, te amo”.
Recuerdo esas palabras como si me las hubiera dicho ayer. Tengo grabada la imagen de sus facciones, su barba imponente, sus ojos que reflejaban sacrificio y honor. ¿Sabes que es lo peor de todo? Que yo pude haberle dicho que lo amaba y que me alegraba tenerlo como padre, que le agradecía por todo el esfuerzo que había hecho por mí, darme educación, valores, pero sobre todo amor.
Desde pequeña ellos fueron mi apoyo más grande, me dieron herramientas para enfrentarme a la vida, -sin embargo nunca los escuché- tú no sabes que te tiene deparado el futuro, vives por vivir, sin ninguna meta.
Quisieras que esta agonía fuera un mal sueño. Te sientes vacía, como si una parte de ti, te la hubieran arrancado del pecho y lo único que quieres es despedirte, decirles un último adiós, que sepan que estás perdida en este oscuro camino y necesitas de su luz para continuar.
Tuviste que trabajar y ver por ti, te caíste, aunque te levantaste, lloraste. Secaste cada lágrima. ¿Sabes qué es tener comodidades, un techo, amor? ¿Qué de la noche a la mañana te arrebaten todo? Tú tratas y tratas de escapar, usas tus manos, tus pies, tus dientes y nada funciona, peleas cada día por tener paz en tu interior.
No me queda nada más que entender que no puedes aferrarte a algo que jamás volverás a tener; tienes que respirar y continuar con tu vida. El amor que tus padres te tienen es infinito y verdadero, no importa cuantas veces les hayas roto el corazón en mil pedazos, siempre los recogerán, unirán y te lo darán completo. Así es el amor de la familia.