Desarrollo humano y social
¿Qué es un “Golpe de Estado”?
10 noviembre Por: Herminio Sánchez de la Barquera Arroyo
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Hace unos días, el Presidente López, incomprensiblemente para quien esto escribe, sacó a relucir un término que no venía a cuento: Golpe de Estado. Aunque después se desdijo, ya había soltado la bomba: según él, en México habría actores que estarían pensando en uno. Así que aprovecharemos un dislate más, en los que son tan pródigos los políticos, para escribir ahora una serie de reflexiones sobre dicho término.

Un Golpe de Estado es un acto de violencia en contra de las normas constitucionales de un Estado, con el propósito de substituir al régimen o al gobierno por medio de la fuerza militar o amenazando con emplearla. Se trata, por lo tanto, de un acto ilegal, que generalmente se trata de justificar invocando a valores superiores a la Constitución o argumentando que se desea defender a esta frente a graves peligros. Los valores que suelen mencionarse para emprender este asalto al orden constitucional son, por ejemplo, la libertad o el orden social. La libertad es un término de legitimación del poder y un derecho ilimitable de las personas. El orden social, por su parte, ha llegado a ser entendido como sinónimo de cohesión social, y designa el hecho de que las instituciones sociales estén bien conformadas y en una relación tal que permita y posibilite el buen funcionamiento de la sociedad.

Al contrario que una revolución, un golpe de Estado se lleva a cabo generalmente desde arriba, sin apoyo directo de los grandes grupos de la población y abarcan muy diversos grados de intervención de la fuerza en la política: desde los llamados “pronunciamientos”, como en España en el siglo XIX, o golpes militares sangrientos como el de Chile en 1973. También puede haber “autogolpes”, como el de 1991 en Perú, instrumentado por Fujimori, o quizá también el curioso caso de Erdogan en Turquía hace un par de años.

A veces se emplea la palabra “Putsch” para designar a un determinado tipo de golpe de Estado. Esta palabra significa la caída, generalmente violenta, de un gobierno a manos de un grupo que hasta ese momento no participaba del poder. La palabra se origina en el dialecto alemán hablado en Suiza y significa golpe o choque. Aparece por primera vez en 1839, cuando ocurrió un levantamiento en contra del gobierno en Zúrich. Los golpistas no participaban del poder, es decir, no eran parlamentarios, ni ministros ni jueces. Pero también puede ocurrir que las fuerzas armadas o parte de ellas emprenda el golpe en contra de un gobierno generalmente civil. En algunos casos, después del golpe se encumbra al poder una dictadura militar, como ocurrió en Grecia después de 1967 o en Chile en 1973. En algunas ocasiones, los militares devuelven el poder a un gobierno civil, pero mantienen en sus manos cierta dosis de influencia política o de facultades, como sucedió después de la dictadura militar en Turquía en 1983.

En el caso del golpe de Estado propiamente dicho, se trata de un acto ilegal, anticonstitucional, por medio del cual un gobierno es derribado por un grupo que ya estaba participando del poder. Un ejemplo de esto es, por ejemplo, cuando un Parlamento depone ilegalmente a un Primer Ministro o cuando un Presidente disuelve por medios violentos al Congreso, o empleando la amenaza del uso de la fuerza. En estos casos, casi siempre se mantienen estables las condiciones sociales, cambiando solamente de manos el poder, que pasa de un grupo de élite a otro.

Otro tipo de rompimiento del orden constitucional es el llamado “cambio (violento) de régimen”, cuya definición no es tan fácil de delimitar. En general, significa un proceso por medio del cual un gobierno legítimo es derribado, pudiendo la violencia jugar un papel importante, aunque no necesariamente. Al final del proceso emerge un orden político diferente. Este tipo de rompimiento del orden legítimo va acompañado muchas veces de movimientos de masas y pueden por lo tanto poseer cierto carácter revolucionario. En otras definiciones, “Putsch” y “golpe de Estado” se ven como sinónimos, así como “cambio (violento) de régimen” y “revolución”.

Lo que no estoy en condiciones de entender y por lo mismo de explicar, a partir de las confusas declaraciones del Presidente López de hace unos días, es la relación entre un golpe de Estado, el discurso de un general en retiro (quien no llamó a la rebeldía, sino que pidió apoyo para el General Secretario), la fábula de las ranas de Esopo y el genocidio. La verdad es que ya no entiendo nada, y mejor me acuerdo del caso de Marco Tulio Cicerón, quien en el año 63 a.C. se enfrentó a Lucio Sergio Catilina, quien al parecer estaba tramando lo que hoy llamaríamos un golpe de Estado. En cuatro discursos que pasaron a la historia como “Las catilinarias”, Cicerón delató la conjura de Catilina y de los suyos, por lo que se le atribuyó el salvamento de la República. Del primer discurso, creo que las famosas preguntas con las que empieza podríamos ahora dirigirlas al Presidente López, exhortándolo a que se olvide de malabares verbales, de eludir su responsabilidad y de incitar a la descalificación y a la división e invitándolo a que mejor se ponga a trabajar por el bien de la República: “Quam diu etiam furor iste tuus nos eludet? Quem ad finem sese effrenata iactabit audacia?” Esto es: “¿Hasta cuándo esta locura tuya seguirá riéndose de nosotros? ¿Cuándo acabará esta desenfrenada osadía tuya?”

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