Por: Diego Eduardo Guerra Rojas
La muerte en México parece ser solamente un cambio a otra vida. El Día de Muertos es una tradición que une a todas las familias mexicanas los días 1 y 2 de noviembre para recordar a aquellas personas que ya no nos acompañan físicamente. Gracias a esta celebración podemos convivir de una forma fantástica con los que nos han dejado a través de los años.
En mis clases de historia me han enseñado que en nuestras culturas prehispánicas, la muerte es sólo un lazo al inframundo o Mictlán, una vida completamente distinta en la que se puede descansar en paz. Desde aquella época el vínculo con nuestros seres queridos fallecidos forma parte de una importante tradición en la que honramos a nuestros familiares recordándolos en nuestros hogares con lo que más les gustaba cuando vivían.
La muerte nos causa temor, nos hace sentir insignificantes en la vida. Pensamos que en cualquier momento podemos desaparecer.
La muerte es algo inevitable que día a día se acerca más y más, puede ser una causa de miedo y ansiedad. Los mexicanos nos acercamos a la muerte con ofrendas llenas de color, olor, comida y luz. En mi familia, por ejemplo, creemos que lo más importante en el altar es la luz, ya que sin ella el alma puede perder el camino a casa. Una fotografía de los nuestros llenas de objetos y alimentos sirve para que nuestros muertos tengan un recibimiento digno en su hogar.
La película Coco nos da un perfecto ejemplo de cómo funcionan las ofrendas y, además, muestrab una representación cómica de cómo los muertos tienen que pasar por un reconocimiento esquelético para saber si tienen una ofrenda o no. La intención de la película es nunca dejar de recordar a nuestros seres queridos. A través de un camino con flores de Cempasúchil guiamos a las almas a su hogar.
Una buena ofrenda deber contener colores alegres y encendidos, papel picado, fruta, veladoras, calaveritas de azúcar y chocolate, pétalos de flor de Cempasúchil, el famoso pan de muerto, entre otros. Si te preguntas qué significan los colores de la ofrenda, te los explicaré: el color amarillo representa la fuerza de la luz y de la vida; el morado representa el luto; el negro representa o hace referencia a la cultura prehispánica y al hermoso Mictlán y, por último pero no menos importante, el blanco que representa luz, inocencia y pureza que igualmente se puede usar como una representación del cielo.
En nuestra cultura prehispánica se creía que, al morir, las almas debían pasar por un camino lleno de obstáculos para poder llegar al Mictlán (inframundo) y así poder olvidarse de todos sus pesares y temores. Esta creencia se me hace sumamente espectacular: saber que hay un mundo para los muertos y poder descansar en él.
Sin duda la tradición del Día de Muertos tiene un lugar muy importante en el calendario mexicano. Es decir, ¿a quién no le gustaría ser recordado como lo hacemos nosotros los mexicanos? Ser honrado de una manera tan grata como lo hacemos no lo tiene ningún otro país. A mi parecer esta tradición es una de las más ricas del mundo. Una visita con flor de Cempasúchil es lo más glorioso y hermoso de México.