Desarrollo humano y social
También en Italia sopla el viento
21 julio Por: Herminio Sánchez de la Barquera Arroyo
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En esta columna hemos expresado en repetidas ocasiones nuestra gratitud a los dirigentes populistas de nuestros días, pues, voluntariamente o no, nos proveen de material y de temas que nos inspiran para escribir lo que pergeñamos aquí cada ocho días.

Para evitar centrarnos excesivamente en personajes pintorescos como Trump o López, y para demostrar que en otras tierras también se cuecen habas o soplan vientos populistas y simplistas, hablaremos de Matteo Salvini, quien desde Junio de 2018 es Vicepresidente de Italia y Ministro del Interior (lo que equivale más o menos a nuestra Secretaría de Gobernación). Es también el líder del partido “Liga Norte”, de corte populista y regionalista. Salvini gusta de aparecer en los medios, se vale constantemente del “Twitter” y es amigo de las frases rimbombantes y contundentes, como muchos de sus colegas populistas a ambos lados del Atlántico. Un rasgo preocupante es el apodo con el que le gusta lo identifiquen: le dicen “Il Duce”, como en el pasado se hacía nombrar Benito Mussolini. También le agrada que le digan “Il capitano”. En estas últimas semanas, Salvini ha estado en el ojo del huracán por dos motivos. El primero de ellos es porque la justicia italiana está investigando la presunta intromisión del gobierno ruso en los procesos electorales italianos, lo cual no sería nada raro, puesto que existe la misma sospecha de intromisión en los procesos electorales de Estados Unidos, Inglaterra y Austria, por lo menos. Se dice en Italia que el Kremlin buscaba apoyar económicamente a la Liga Norte, que acarrea una deuda de 49 millones de euros. Esta sospecha se ha fortalecido después de que se hizo pública la realización clandestina de una reunión de gente de Salvini con enviados del gobierno ruso.

He insistido varias veces en la afirmación de que, para mí, no existen populismos de izquierda o de derecha; creo que al final los populistas se tocan y se confunden. Vemos, por ejemplo, que el gobierno ruso ha buscado apoyar a dirigentes de diferente color al suyo propio. Y en Italia, los dos partidos populistas más importantes gobiernan en coalición, uno de los cuales afirma ser de derecha y el otro, de izquierda. Salvini y sus partidarios, quienes se dicen católicos y de derecha, han expresado con firmeza que la “nueva Europa” debe estar más cerca de Rusia, además de que se han opuesto decididamente a la aplicación de sanciones económicas contra ese país

El otro problema en el que está metido Salvini es el que tiene que ver con su tajante postura de cerrar las puertas de Italia a los refugiados, generalmente libios, que buscan llegar por mar a la península. Hace unos días, como todos sabemos, un barco repleto de refugiados que habían sido rescatados del mar, en contra de las indicaciones del gobierno italiano atracó en el puerto de Lampedusa. Este incidente, que centró los reflectores en la joven capitana alemana Carola Rackete, quien comandaba la embarcación, descubrió nuevamente la naturaleza de Salvini. Por medio de las redes sociales, el político italiano atacó personalmente a la capitana Rackete, tildándola de comunista, de niña consentida y de criminal, llegando al extremo de acusarla de intento de homicidio, pues, en su desesperado intento de atracar, el barco con los refugiados alcanzó a rozar, al parecer sin proponérselo, a un bote de la guardia fiscal italiana. Estamos, nuevamente, ante una de las características más notables de este tipo de políticos: la ausencia de argumentos y la preferencia por el insulto y la descalificación de quienes piensan de manera diferente.

Una jueza italiana decretó la liberación de Rackete, quien había sido arrestada después de haber atracado en Lampedusa, al considerar que había cumplido con su deber al salvar a los náufragos en alta mar, por lo que Salvini se lanzó a injuriar a la justicia italiana. Exactamente lo mismo hacen Trump y López cuando los jueces toman decisiones que no son de su gusto, ignorando lo que se llama “División de Poderes” y “Estado de Derecho”. Los tres dirigentes ya han expresado su intención de reformar el aparato de justicia, pues es claro que el Poder Judicial es uno de los últimos reductos del Estado de derecho frente al ímpetu de los gobernantes antidemocráticos. Ante los disparates y las ofensas de Salvini, incluso el partido que gobierna en coalición con la Liga Norte marcó su distancia y defendió la actuación tanto de la jueza en particular como de la justicia italiana en general.

Una característica que también es propia de Trump, López y Salvini es su manejo de la comunicación. Ya sabemos cómo adora Trump estar en actividad vía Twitter todo el santo día; en México, nuestro Presidente celebra todas las mañanas un sermón en el que habla de todo lo imaginable. Salvini no se queda atrás: por medio de un equipo sumamente profesional en materia de manejo de medios, está presente constantemente en los medios de comunicación. Desde temprano está activo en las redes sociales, apareciendo en ceremonias, deseando un buen día a sus conciudadanos, buscando amos para perros abandonados, reportando grandes éxitos en su temeraria lucha contra los inmigrantes ilegales y contra los criminales extranjeros que, según él, pero en contra de la evidencia empírica, tienen asolada a su patria bien amada, a Italia.

POtro rasgo que estos tres personajes comparten (López, Trump y Salvini) es que hablan mucho, gustan de estar siempre en el centro de atención y gozan hablando de sí mismos. Los tres, además, están convencidos de estar al frente de una gran transformación histórica, de magnitudes épicas, en su país respectivo. Y: nadie antes que ellos, afirman con deleite, ha gobernado tan bien y con tantos éxitos. Son, los tres, verdaderos prodigios del arte de gobernar.

Como vemos, los líderes populistas parecen cortados con la misma tijera. Desafortunadamente para los demócratas, hay otra característica que los distingue: su base electoral se mantiene firme y todo lo que hagan recibe el apoyo, el aplauso y la admiración de esos numerosos electores. Hasta ahora, en ninguno de los tres casos ha aparecido algún actor político contrario a estos demagogos que haya logrado manejar los medios de comunicación con igual o mejor eficacia y éxito, además de que los opositores políticos están muy divididos (hay que ver cuántos aspirantes demócratas buscan la candidatura presidencial en Estados Unidos) o debilitados en grado superlativo, como en México. Malos tiempos para la democracia.

Es, por lo mismo, tiempo de definiciones claras y de posturas y compromisos bien pensados y efectivos en pro de la democracia y del Estado de derecho; nuestra responsabilidad como demócratas es mayor ahora, cuando arrecian los malos vientos. No es momento para las medias tintas.

Dr. Herminio S. de la Barquera A.
Decano de Ciencias Sociales
UPAEP

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