Desarrollo humano y social
La reunión del G-20
30 junio Por: Herminio Sánchez de la Barquera Arroyo
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El llamado “Grupo de los veinte” (G-20) aglutina a 19 de los países más importantes del mundo, tanto los considerados “industrializados” como los que están en el umbral del desarrollo. A estos 19 países se suma una representación de la Unión Europea, aunque no están países que deberían estar, como Holanda, Sudáfrica o España, que económicamente son sumamente fuertes. Este grupo representa de todas formas a dos terceras partes de la población mundial y al 90% de la economía mundial. Desde 1999, las reuniones del G-20 se realizan cada año, a las que asisten altos representantes de los diferentes Estados y de diversas instituciones; los temas que se discuten tienen que ver generalmente con situaciones de carácter internacional. Nacido por invitación, eso explica por qué algunos países que deberían estar no están, por lo que, por ejemplo, en la reunión de 2018 en Argentina, asistieron como invitados especiales Chile y España. La asistencia a este foro es de capital importancia, porque las reuniones anuales del grupo constituyen hoy en día el principal escenario de discusión y de deliberación en materia política y económica del mundo.

La reunión de este año tendrá lugar a partir de hoy viernes 28 de junio en la ciudad japonesa de Osaka. Todo mundo espera que no ocurran manifestaciones violentas, como las que hace dos años ensombrecieron la reunión en Hamburgo. No obstante, ya están desde hace unos días en Osaka 32 000 elementos de fuerzas de seguridad provenientes de todo Japón. Ciertamente, los japoneses no son muy dados a organizar manifestaciones, mucho menos si son violentas, pero más vale prevenir que lamentar. De todas maneras, algunas organizaciones que generalmente buscan canales de comunicación pacíficos, como “Greenpeace” y “Oxfam” ya han dicho que no convocarán a manifestaciones en Osaka, pues han encontrado otras formas de hacer llegar sus mensajes y preocupaciones a los gobernantes de diferentes países. Al parecer, algo que a algunos jóvenes japoneses preocupa es el cambio climático y la extinción de especies, por lo que algunas organizaciones están organizando pequeñas marchas y manifestaciones. El gobierno japonés, por el contrario, parece no compartir con entusiasmo estas preocupaciones.

El Primer Ministro japonés, Shinzo Abe, es el organizador, el anfitrión y la cabeza de la reunión de este año; su gobierno ya ha anunciado que los grandes problemas del momento, como la generación de energías limpias y la lucha en favor de un medio ambiente más sano estarán en el centro de las discusiones del G-20. La digitalización y la innovación son otros puntos importantes que tendrán que discutirse. Sin embargo, en el centro de la atención mundial estará la guerra comercial que Donald Trump ha desatado en diversos frentes, sobre todo contra China. Se espera que el Presidente estadounidense se reúna personalmente con el dirigente chino Xi Jinping. Otros temas serán seguramente el programa norcoreano de desnuclearización, por lo que el Presidente de Corea del Sur, Moon Jae In, se reunirá con Vladimir Putin, Jefe de Estado ruso, y con Xi Jinping. Es muy probable que las tensiones en torno a Irán y a la situación en el Mar del Sur de China sean también objeto de discusiones y negociaciones.

La guerra comercial entre las dos economías más grandes del mundo ya ha comenzado a hacer sentir efectos negativos en ambos países y también en otras regiones del mundo. Aun cuando los dos dirigentes, Trump y Xi Jinping, llegasen a un acuerdo, que literalmente es la última oportunidad para destrabar el enredo, hay daños que ya son inevitables. De hecho, algunos bancos europeos temen ya que en Estados Unidos se pueda presentar una recesión, aunque no sea inmediatamente.

Es por eso que creo que ha sido una pésima decisión, por parte del Presidente López, no acudir a la reunión de Osaka. El mismo Shinto Abe ya lo expresó hace unos días; de hecho, México es el único miembro de este selecto grupo que no estará representado por su presidente o por su primer ministro. Esta mala decisión es fruto de la ignorancia de López en dos temas fundamentales: economía y política exterior. Un país como México, que pertenece, aunque no lo podamos creer a veces, a las primeras 15 economías del mundo, no puede simplemente permanecer alejado de un foro como el del G-20. En esas reuniones, los dirigentes mundiales y sus acompañantes buscan aliados, se acercan a los adversarios, tejen acuerdos, tratan de lograr apoyos multilaterales, etc. No solamente se tratan temas de alcance mundial, sino también regional e incluso bilateral. Si México, por ejemplo, está siendo víctima del chantaje de Trump, en una reunión como la de Osaka puede ser posible buscar aliados, soluciones y acercamientos. El silencio temeroso y la ausencia escapista es el respiro de los cobardes, de los indecisos y de los ignorantes.

El Presidente de México estará representado por el canciller Marcelo Ebrard y por el Secretario de Hacienda, Carlos Urzúa, quienes llevarán, se ha dicho, una cara del Presidente dirigida a los miembros del foro. Si dicha misiva se parece a la que envió hace unas semanas al Rey de España, a la reciente que mandó a Trump o a la que se envió al consorcio de Carolina Herrera, creo que los asistentes a la reunión tendrán ante sus ojos un documento sin argumentos, pero muy emocional, que quizá logre hacer rodar una que otra lágrima, pero que seguramente no será muy tomada en cuenta y en nada influirá en la marcha de las discusiones. Creo que hubiese sido mejor haber viajado a Osaka y expresar dichas ideas públicamente, ante todos los asistentes. El Presidente siempre ha afirmado que prefiere el diálogo, pero ahora parece que optó por el silencio y por la renuncia a participar en una reunión tan importante.

Es cierto que no habla inglés, pero eso no debe ser escollo alguno, pues para eso hay traductores; es cierto que ya no tiene el avión presidencial, que ahora hubiese sido de gran utilidad, pero hay maneras de llegar a Osaka por vía aérea en vuelos comerciales; es cierto que las relaciones internacionales no son su fuerte, pero debe entender que, incluso cuando ya decretó la muerte del neoliberalismo, el mundo de hoy difícilmente aceptará y echará a andar un camino de regreso a sus dorados años sesenta. Es cierto también que los resultados que han arrojado las reuniones del G-20 son generalmente muy limitados e insuficientes, pero el foro es una oportunidad única de conocer personalmente a los líderes mundiales y de darles a conocer sus ideas y objetivos. Es cierto, además, que el multilateralismo y la cooperación internacional no están precisamente pasando por su mejor momento; pero por eso mismo es hora de tratar de fortalecerlos con determinación, porque la mayoría de los grandes problemas del planeta no se podrán resolver sin esos dos elementos. Además, es un contrasentido que México se postule para ser parte del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas pero, al mismo tiempo, renuncie a estar presente en la reunión de Osaka. ¿Y dónde quedó, además, la responsabilidad compartida para enfrentar el cambio climático?

Es una verdadera lástima que la cultura política del nuevo grupo gobernante en México sea tan ranchera, tan parroquial, como dirían Almond y Verba. Desafortunadamente, los líderes mundiales populistas de nuestros días parecen estar cortados por tijeras muy similares: invocan constantemente a la historia, pero tienen una idea bastante rústica y superficial de ella; se alzan contra las mafias del poder y a favor de los desprotegidos, pero sus remedios parecen ser peores que las enfermedades que dicen combatir; no conocen mucho acerca de las dinámicas del escenario internacional, ni les interesa mucho, pero muchas de las amenazas más peligrosas para sus proyectos políticos pueden venir precisamente de actores o de fenómenos que se mueven en ese escenario; muestran un marcado desdén por la ciencia y las artes, y no se distinguen precisamente por su talante democrático. El quedarse en casa y cerrar los ojos ante la realidad mundial es un acto de enorme irresponsabilidad, de renuncia cobarde a la acción y de supina ignorancia.

Dr. Herminio S. de la Barquera A.
Decano de Ciencias Sociales
UPAEP

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