Los Fenicios y el Ojo de Horus
El verano se hace más atractivo con un ojo puesto en el mar o como dicen aquellos que viven de ella y por tanto la ven como Mater, la mar. ¨El mar. La mar. El mar. ¡Sólo la mar!¨ que citó Rafael Alberti. Allá donde las aguas cristalinas del Mediterráneo ocultan aún naufragios, historias y voluntades, no debemos olvidar al pueblo que lo surcó de extremo a extremo frente a corrientes, guerras y mitos. Dicho pueblo está en revisionismo actualmente dulcificando aún más sus aportaciones comerciales al mundo a la par que quitándose la venda de que fuera solo a base de buenas voluntades y buenas relaciones. La puerta a un dominio también basado en el poderío militar se abre en las nuevas investigaciones.
¿De qué pueblo hablamos? El fenicio. Dicho pueblo buscó ampliar sus horizontes no sin antes establecer un amuleto protector que desde el s.IV se había extendido del Próximo Oriente a la Península Ibérica. ¿Qué elemento apotropaico se plasmó en cuentas vítreas, embarcaciones y hasta seguramente en tatuajes? El Ojo de Horus; la doctora Ana María Vázquez Hoys ha estudiado ese ¨ojo mágico¨.
Osiris, Horus y Seth vivieron sus luchas entre ellos como en toda cosmogonía vinculada a un espíritu guerrero que se preciara. Horus sería formado en las artes de la guerra para vengar un destino incierto de sus padres lo cual pasaba por enfrentarse a su tío Seth. Llegados al combate a mano alzada tras desprenderse de sus armas, Seth le arrancó un ojo a Horus. Tras un pleito, Horus sería reconocido como el único rey de Egipto nombrado por la asamblea de dioses. Así una pérdida tan dramática se convertía en símbolo de protección y poder.
El Templo de Edfu al sur de Luxor aún nos recibe hoy con el Gran Halcón coronado pétreo. Durante la fiesta del Año Nuevo recordaba la dramática lucha de Horus contra Seth, el hipopótamo representaba a este último mientras quien portaba el arpón representaba a Horus; de quien venciera dependía el destino del mundo. La victoria de Horus quedó eterna en sus muros: ¨ Todos vosotros, que tenéis acceso a los dioses, vosotros que estáis de servicio mensual en el templo de Horus el gran dios, señor del cielo, volved vuestros rostros hacia esta morada donde Su Majestad os ha colocado. Él viaja por el cielo pero ve lo que aquí abajo ocurre. Está satisfecho de vosotros cuando todo es conforme con la rectitud… no aceptéis la corrupción. No hagáis diferencia entre un pobre y un hombre poderoso… guardaos de concebir en vuestros corazones un pensamiento profano. Más rico de realidad es un instante pasado al servicio de Dios que toda una existencia de opulencia¨.
Plinio nos describió el carácter protector contra las enfermedades de diferentes amuletos pero pocos han permanecido firmes con tan maravillosa iconografía hasta nuestros días. Aún por las casas se puede ver un nazar, piedra del mal de ojo turca, en azul y blanco que encaja perfectamente en una decoración de estilo actual. ¿Pero de dónde viajó esa idea?
El comercio entre ciudades costeras del Mediterráneo llevó a los fenicios a la elaboración de barcos de pequeño tamaño. Con una longitud máxima de 30 metros y un calado de dos metros, destacaron por su proa zoomorfa y su popa en roleo. En cada lado del casco estaban representados unos ojos a modo de signos protectores y guías de la travesía. La procedencia de dicho simbolismo se relaciona con el conocido Ojo de Horus que mezclaba rasgos humanos con el ojo de un halcón peregrino. Desde aquellos udjat egipcios los navegantes fenicios ponían su mirada en el horizonte. La proa rompía las olas mientras ¨el rostro¨ de la embarcación no quitaba los ojos de su destino. Los fenicios pusieron en comunicación diferentes características de la cultura egipcia en occidente donde pronto se apreciarían los vasos de alabastro y marfiles procedentes del Egeo y Chipre.
En el s.XXI aún se pueden ver embarcaciones con estas tradiciones históricas que aunque se encuentren alejadas de Ulises, Hermes, Zeus, sirenas y Polifemos, en regiones como Málaga (España) inculturizan dicho pensamiento hoy junto a la Virgen del Carmen.
Ayer y hoy, no sobra un poco de ayuda cuanto toca extender la velas hacia lo incierto en un pensamiento que desde las joyas del mundo antiguo siguen rompiendo las olas con la alegría y la potencia simbólica del ánimo de la aventura poniendo en aviso de compartirla con aquellos que llegan a reconocer el Ojo de Horus en el horizonte.
Mtro. David Sánchez Sánchez
Director Académico de la Maestría en Estudios Históricos
UPAEP
Desarrollo humano y social
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