Por: Karen Elisa Vargas Reyes
Muchas veces al comprar ropa nos fijamos solamente en el precio, la marca, el diseño o el material del que está hecho la prenda, pero ¿alguna vez has pensado en el proceso por el que pasó esa mercancía para que la pudieras comprar en una tienda? Es posible que no, porque esa información no aparece en los medios de comunicación. The true cost, documental dirigido por Andrew Morgan, llega para abrirnos los ojos y mostrarnos la otra cara de la moda y las consecuencias de la producción de prendas de vestir en los países más pobres. Andrew Morgan entrevista a personas que conocen, de primera mano, las externalidades de la industria textil y las consecuencias de la moda rápida.
The true cost es un filme interesante porque te muestra la realidad: buscamos tener ropa a la moda y de buena calidad, pero que sea barata. Por esta razón buscamos una tienda que satisfaga esas expectativas. Además, queremos ahorrar lo más que se pueda. Las fábricas de ropa buscan que las maquiladoras bajen sus precios para que ellos puedan vender la ropa más barata. El objetivo es ser cada vez más competitivo sin importar que los trabajadores ganen cada vez menos o que se comprometa la calidad del producto. Los trabajadores, en particular, sufren mucho porque, en el afán de minimizar costos, las empresas no invierten en seguridad y salud para ellos. Muchas maquiladoras que trabajan para marcas importantes obligan a sus empleados a trabajar jornadas de muchas horas al día en condiciones de poca seguridad. Un ejemplo de los peligros que enfrentan los trabajadores de estas fábricas es la tragedia de Bangladesh en 2013: el edificio Rana Plaza, en el distrito de Savar, se derrumbó. En ese lugar trabajaban más de 3 mil personas confeccionando ropa para grandes marcas. Esta tragedia cobró más de mil vidas. Después se supo que se habían ignorado las advertencias de grietas en los muros y obligaron a las personas a continuar trabajando sin importar el riesgo que corrían.
Otro aspecto oscuro de la industria de la moda es la insalubridad: muchos trabajadores manipulan telas fabricadas con algodón en el cual se utilizan pesticidas sumamente dañinos. Esto ocasiona incontables daños a la salud, principalmente cáncer y retraso mental. En los últimos años en un pueblo de India han nacido 60 niños con retraso mental por causa de los pesticidas usados para cultivos como el algodón. Como se acaba de mencionar, los afectados no son solo los trabajadores, sino también los pueblos donde están ubicadas estas maquiladoras ya que los residuos químicos que son usados para tratar las telas van hacia los ríos. En Kampur, el río Ganges está sufriendo las consecuencias de la industria maquiladora ya que se han detectado residuos peligrosos como el cromo-6 que, incluso, llega hasta el agua potable y los cultivos. En las zonas contaminadas es común ver a personas con vitiligo, erupciones o ampollas. La ictericia también se ha vuelto una enfermedad muy común en estas poblaciones; afecta el hígado y es ocasionada por consumir agua contaminada.
The true cost muestra, también, las protestas de la gente que está en contra de este tipo de negocios: en Camboya las personas se cansaron y alzaron la voz, pero las autoridades reprimieron las marchas con disparos. Las calles se convirtieron en en un campo de guerra por dos días. Los trabajadores sólo exigían que se les pagara el salario mínimo de 160 dólares mensuales, pero lo que obtuvieron fue más muertes.
Creo que este documental te deja pensando sobre el mundo en el que vivimos. Incluso hace que te sientas un poco mal porque seguramente has comprado ropa de marcas que acostumbran prácticas que van en contra de los derechos humanos y laborales. Como dice el documental, este problema debe resolverse empezando por obligar a que las fábricas y maquiladoras respeten todas las leyes de trabajo y los derechos de las personas. Nosotros también podemos ayudar si compramos ropa de marcas que respeten los derechos de los trabajadores y el medio ambiente. También podemos invitar a otras personas para que abran los ojos, reflexionen y practiquen un consumo responsable. Así, poco a poco, el cambio será cada vez más notorio.