El 6 de junio de 1944, hace 75 años, comenzó la operación militar más grande jamás vista antes en la historia: el desembarco de los ejércitos aliados en Normandía, para abrir un segundo frente contra la Alemania nazi (el otro era el frente oriental, empujado por los soviéticos). Este segundo frente significó para Hitler el principio del fin, pues los alemanes ya no pudieron resistir al mismo tiempo la tenaza de los dos frentes. Pero la liberación de Europa se pagó con un elevadísimo costo en vidas humanas. Cientos de miles de soldados y de civiles murieron durante el desembarco y en las campañas posteriores, hasta que, por fin, Hitler se suicidó y Alemania se rindió incondicionalmente en mayo siguiente. Es decir, después del desembarco, pasó todavía casi un año para que la horrenda Segunda Guerra Mundial terminara en Europa. En el Oriente la capitulación japonesa se firmó unos meses después: en agosto.
La denominación “Día D” (D-Day”) procede del lenguaje militar estadounidense y en un principio significaba la fecha en que alguna operación militar se llevaría a cabo, es decir, no se decía la fecha por motivos de secrecía o porque aún no se determinaba y se decía simplemente “D-Day” para el día y “H-Hour” para la hora. La primera vez que se tiene documentado el uso de este término es hacia el final de la Primera Guerra Mundial, en septiembre de 1918. Pero el “Día D” más famoso es precisamente el desembarco en Normandía y originalmente denominaba al 5 de junio, pero debido al mal tiempo y a la mar gruesa el desembarco se pospuso al 6. Como esta operación volvió a dicho término muy familiar y popular, se dejó de usar este nombre y, por ejemplo, para el desembarco en la isla de Leyte se empleó “A-Day” (octubre de 1944) y para la invasión de la isla de Okinawa, “L-Day” (abril de 1945).
La invasión de Normandía comenzó en las primeras horas del 6 de junio. La ocupación de toda Normandía estaba codificada con el nombre “Operation Overlord”, mientras que el desembarco tenía la denominación “Operation Neptune”. A las 0630 hrs. del jueves 6 de junio comenzó el desembarco más grande y complejo de la historia: 132 600 soldados aliados, en su mayoría estadounidenses, ingleses y canadienses, desembarcaron en las costas francesas, apoyados por 195 700 marineros a bordo de 6 939 embarcaciones, mientras que 11 590 aviones cubrían a las tropas en tierra o lanzaban a 23 400 paracaidistas. A esta descomunal fuerza material y de personal, los alemanes sólo pudieron oponer 40 000 soldados y 815 aviones, de los cuales quizá solamente la mitad estaba en condiciones de volar, por lo que ese mismo día por la tarde ya habían sido desalojados de casi todas sus posiciones frente a la playa.
Los aliados tuvieron unas 10 000 bajas, incluyendo 4 414 muertos, cifra mucho más alta que la que se creía hasta hace poco; es probable que la cifra real haya sido mayor. De todas maneras, los aliados habían calculado en un principio bajas más numerosas, siendo la infantería la que aportó la cantidad más elevada de muertes: el 90% de las pérdidas totales. Es más difícil calcular, por otro lado, las pérdidas del enemigo, así que se calcula que los alemanes tuvieron entre 4 000 y 9 000 muertos, heridos o prisioneros.
En realidad, los alemanes tenían mucho más soldados en la costa francesa que los que los aliados pudieron hacer desembarcar en Normandía, pero como no sabían exactamente por dónde sería el desembarco, estaban distribuidos a lo largo de muchos kilómetros, sobre todo en el norte, en la región de Calais, por donde pensaban que sería el desembarco aliado. La “Operación Neptuno” fue una verdadera proeza de organización, logística, inteligencia, adiestramiento y colaboración, que comenzó con la llegada a Inglaterra de millones de soldados de Estados Unidos y Canadá, meses de adiestramiento, maniobras navales, operaciones de inteligencia y contrainteligencia para confundir a los alemanes, acumulación de material de guerra y, finalmente, el despliegue ordenado y masivo hacia la costa de Normandía, que el enemigo había transformado en una verdadera fortaleza.
A pesar de la desesperada resistencia alemana, al final de ese jueves 6 los aliados ya habían logrado instalar y consolidar una cabeza de playa, totalmente defendible, por lo que inició el desembarco de material más pesado y variado. 5 días después ya había 326 547 soldados y más de cien mil toneladas de pertrechos. Pronto, con más de un millón de soldados en la Europa continental, los aliados comenzarían la presión del frente militar, poniendo rumbo a París, que caería, sin ser destruida, en agosto de ese mismo año.
Lo peor ocurrió después de la invasión: entre el desembarco en Normandía y la liberación de París, se calcula que perdieron la vida unos 200 000 aliados y alrededor de 240 000 alemanes, además de más de 20 000 civiles franceses. Y es que la batalla para conquistar la Normandía duró tres meses. Hacia finales de julio ya había casi un millón y medio de soldados aliados en la región, combatiendo a alrededor de 400 000 soldados alemanes. Es muy probable que el total de casas totalmente destruidas sea de unas 180 000, sin contar con innumerables monumentos históricos.
La guerra es una de las manifestaciones más irracionales de la historia de la humanidad, pero parece que fácilmente se olvida, cuando las generaciones que la padecieron dejan su lugar a las siguientes. Por eso, ayer, en la ceremonia que se desarrolló en Inglaterra para conmemorar este acontecimiento, uno de los 300 sobrevivientes del desembarco, el inglés John Jenkins, de 99 años de edad, les recordó a todos los presentes algo que debería darse por supuesto, pero que desafortunadamente no lo es: “¡No debemos olvidar nunca!”
Dr. Herminio S. de la Barquera A.
Decano de Ciencias Sociales
UPAEP
Desarrollo humano y social
A 75 años del desembarco en Normandía
09 junio Por: Herminio Sánchez de la Barquera Arroyo