Desarrollo humano y social
El plan de la 4T, el neoliberalismo y la desaceleración económica
13 mayo Por: Daniel Ramírez Ortiz
Pin It


Una definición comúnmente aceptada del término neoliberalismo es ‘doctrina que promueve una disminución de la participación del estado en la economía a partir de promover el funcionamiento de mercados autorregulados y los derechos de propiedad privada’.

Llama la atención el papel central que el neoliberalismo ocupa en el Plan Nacional de Desarrollo (PND) 2019-2024 presentado recientemente por el gobierno en turno. Las palabras neoliberal y/o neoliberalismo se mencionan en más de 30 ocasiones a lo largo del escrito. Asimismo, el neoliberalismo es utilizado en la narrativa como la antítesis del actual gobierno al afirmar que el PND “tendrá carácter histórico porque marcará el fin de los planes neoliberales y debe distanciarse de ellos de manera clara y tajante”. En este aspecto hay cuatro consideraciones importantes que resaltar sobre el entendimiento y el uso que la ‘cuarta transformación’ (4T) tiene y hace del neoliberalismo y de cómo ello se traduce en políticas.

La primera de ellas es que los ideólogos de la 4T y los redactores del PND, ostentan una confusión evidente sobre la relación entre causas y efectos, al anteponer al neoliberalismo como la causa principal de una diversidad de problemas sociales que vive el país. Por ejemplo, para la 4T el neoliberalismo y la corrupción son dos caras de la misma moneda, ¿es esto cierto? Un breve vistazo al Índice Global de Percepción de la Corrupción desmiente tal afirmación al mostrar que Venezuela, un país nada neoliberal, ocupa el lugar 168 de 180 mientras que Estados Unidos, un país muy neoliberal ocupa el 22 de 180. ¿Cómo se explica esto? A diferencia de lo que argumenta la 4T, la causa eficiente de la corrupción no se encuentra en el modelo de desarrollo económico predominante en un país, sino más bien en la existencia de condiciones institucionales que promueven la impunidad. Es decir, si en México existe corrupción no es por el neoliberalismo sino por la incapacidad del estado mexicano de imponer sanciones a los que lucran con los recursos públicos, problema que antecede por décadas al giro neoliberal. ¿O acaso en los sexenios de Luis Echeverría y López Portillo, dos de los presidentes más anti-neoliberales, no hubo corrupción?

Lo mismo ocurre con la relación propuesta entre el neoliberalismo y el desempeño económico. ¿El neoliberalismo es el culpable de que la economía mexicana no crezca a los ritmos requeridos y que la economía no se desarrolle? En la 4T parece que se les ha olvidado que las políticas de apertura comercial y de inversión del salinato, encadenaron a la economía mexicana a los circuitos económicos globales rescatándola de una situación precaria de hiperinflación, deuda y bajo crecimiento económico heredado de la aplicación de una fallida estrategia desarrollista. También parece que se les olvida que en diversos de los sectores productivos de la economía mexicana no hay niveles adecuados de inversión productiva precisamente por la exclusividad del Estado como productor (caso de PEMEX y de la generación de energía) o como protector de monopolios (telecomunicaciones por ejemplo), situaciones que un neoliberal criticaría.

Segunda observación. La estrategia retórica de campaña de dividir a la sociedad entre buenos y malos, lamentablemente ha sido replicada en el principal documento estratégico del actual gobierno. En el PND el neoliberalismo y los presidentes que implementaron políticas neoliberales son los villanos del cuento, mientras que el héroe, por supuesto, es el gobierno de la 4T y la intervención del estado en la economía. Al respecto, identifico dos grandes riesgos de que esta visión maniquea predomine.

Por un lado, los sesgos y falacias al momento de leer la historia económica del país pueden conducir a la formulación de falsos problemas. En el PND se plantea que a partir del gobierno de Salinas de Gortari se implementó el neoliberalismo de forma “encarnizada y brutal” lo cual explica las condiciones de desigualdad y pobreza. Aplicar de forma radical la teoría neoliberal equivaldría a que el Estado haya dejado de brindar en lo absoluto servicios de educación, de salud, o transferencias para combatir marginación y pobreza. ¿Los gobiernos neoliberales mexicanos desmantelaron todo ello de forma radical? Pese a quien le pese, la respuesta es no. México es de los contados países en el mundo donde existen sistemas de educación y seguridad social extensos de índole público. De hecho el propio Salinas inauguró el programa transexenal de transferencias económicas a sectores vulnerables más importante en la historia de nuestro país.

Con lo anterior no pretendo negar que los servicios sociales del estado mexicano sean insuficientes o que no se haya lucrado políticamente con las transferencias, pero la desigualdad económica y la pobreza, encuentran más sus causas en la ineficiencia con la que el estado ejecuta su gasto público, que en la falta absoluta de transferencias gubernamentales. Sin embargo, para la narrativa de la 4T el problema radica en la ausencia de estado impuesta por la era neoliberal, no en el malfuncionamiento de las políticas sociales actuales.

Por otro lado, actuar bajo la creencia de que las políticas neoliberales son siempre lo peor y las políticas estatistas lo mejor, puede nublar la toma de decisiones sobre temas relevantes, al no reconocer que en la compleja realidad mexicana, habrá problemas que se puedan resolver de manera más eficiente con una política neoliberal y habrá otros que podrán ser mejor solucionados con una política de intervención estatal. Por ejemplo, ¿será adecuado que el estado mexicano le apueste a refinar petróleo cuando la evidencia a nivel mundial dice que, por los márgenes de utilidad, lo más adecuado es que agentes privados realicen dicha actividad? O ¿será mejor para los mexicanos que el petróleo de aguas profundas se extraiga con dinero de sus impuestos a pesar del riesgo de inversión que conlleva? ¿No es mejor que el capital privado corra con dicho riesgo? Bajo la óptica maniquea de la 4T, la política neoliberal siempre es la peor opción aunque la realidad y la evidencia digan lo contrario.

Tercera observación. A pesar de que en el discurso oficial el gobierno de la 4T se ha distanciado tajantemente del Consenso de Washington para adherirse al Consenso Bolivariano, en los poco más de 5 meses, el actual gobierno de forma paradójica ha dado continuidad a medidas muy neoliberales. Sin pretender ser exhaustivo menciono las siguientes. El gobierno de la 4T está empeñado en darle continuidad a la piedra angular de la era neoliberal mexicana: el tratado de libre comercio con los Estados Unidos y Canadá que contiene reglas profundamente neoliberales que restringen de manera contundente la capacidad del estado para regular los flujos económicos transnacionales, para formular estrategias de desarrollo y para conducir la macroeconomía (el T-MEC a diferencia del TLCAN, contiene un capítulo sobre lo último). Asimismo, hasta el momento la 4T ha garantizado la autonomía al Banco de México que en últimas fechas ha instaurado la política monetaria predilecta de los neoliberales: mantener altas tasas de interés en pro de controlar la inflación y apreciar el tipo de cambio, a costa del consumo y el crecimiento económico. ¿Qué explica esta disonancia entre el discurso y las acciones? ¿Será que la realidad se impone al necio prejuicio ideológico? ¿O más bien, el desmantelamiento de la política neoliberal será gradual?

Cuarta observación: Institucionalizar un discurso político maniqueo y confrontacional entre el neoliberalismo y la 4T, le puede dar réditos políticos importantes al gobierno en turno a través de proveer de identidad y de un discurso articulado (aunque falaz) a la base social de MORENA, además de conformar un chivo expiatorio para adjudicar culpas cuando las cosas no salgan como lo prometido. Sin embargo, en materia de economía y políticas públicas si resulta preocupante que el andamiaje teórico del plan maestro gubernamental, se encuentre tan desconectado de la realidad, apele a tantos fetiches ideológicos y no resista, en diversas de sus aristas, el más mínimo examen lógico.

Resulta preocupante sobre todo, cuando hay claros signos de desaceleración del ciclo económico mexicano. En febrero de este año hubo una contracción del PIB y del consumo privado de menos 0.2%, y una disminución de 2.5% de la inversión fija bruta. Conducir un país con una clara tendencia a la baja y con tal vendaje ideológico en los ojos, sí que puede provocar efectos encarnizados y brutales de forma más pronta de la que imaginamos.

Dr. Derzu Daniel Ramírez
Profesor – Investigador
Escuela de Relaciones Internacionales
UPAEP

Galerías