Como todo gobierno que empieza a funcionar, el del Presidente López hereda algunos problemas del pasado algo remoto y del pasado inmediato, mientras que otros problemas se los ha buscado por su peculiar forma de ejercer el poder. Es decir, si bien es cierto que el Presidente llegó al poder respaldado por más de la mitad de los votos emitidos en las elecciones de 2018, también es cierto que hay un porcentaje muy alto de los electores que no le dio su voto. Esto quiere decir que es peligroso que crea que puede gobernar sin tomar en cuenta a este gran contingente. En una democracia no se puede gobernar en solitario sin que las consecuencias lleguen, tarde o temprano. Esta tendencia a gobernar sin tomar en cuenta la correlación de fuerzas lo llevó, por ejemplo, a orillar las cosas de tal forma que él acabó por nombrar a los integrantes que faltaban en la Comisión Reguladora de Energía, o a darle la vuelta al acuerdo del pasado 21 de Febrero y al Artículo 21 Constitucional, para nombrar a un militar en activo como comandante de la Guardia Nacional. Es más: aún antes de tomar posesión de su cargo, echó abajo, con los medios que ya todos conocemos, la terminación de la construcción del Nuevo Aeropuerto de la CDMX.
En lo que toca a la conformación de los mandos de la Guardia Nacional, podemos afirmar que engañó a la oposición y a las organizaciones civiles que exigían un mando y un carácter civil del nuevo cuerpo de seguridad que está en proceso de creación. Al final obtuvo lo que quería, aunque aún es temprano para calcular cuál será el costo político de su decisión. Me atrevo a pensar que para la siguiente ocasión en la que tenga que negociarse, tanto la oposición como las organizaciones no gubernamentales mostrarán más resistencia a creerle y a dialogar con los legisladores de MORENA, pues ya se vio que el Presidente puede actuar pasando por encima de ellos.
El hecho de que el comandante de la Guardia Nacional sea un militar en activo (hasta Agosto pasará a situación de retiro) es una muestra de que la estrategia del actual gobierno acentúa los rasgos de lo que hemos visto en las últimas décadas: la preferencia por la participación militar en tareas de seguridad pública. Sigo preguntándome por qué el gobierno no apostó por fortalecer a la Policía Federal, en lugar de buscar crear una corporación que, si bien aparece en la Constitución, allí es otra cosa: originalmente se trata de un cuerpo de defensa compuesto por civiles enrolados para actuar en casos de emergencia nacional y bajo el mando de los gobiernos de los estados. Ahora tendremos una especie de ensalada con policías militares y policías federales, con mando militar y con su Estado Mayor, aunque este se llame de otra forma: Coordinación Operativa Institucional, en donde también, por cierto, los militares son mayoría.
No conozco si existe en México algún estudio empírico que demuestre que, cuando colocamos a militares al frente de corporaciones policiacas, estas mejoren notablemente su funcionamiento. ¿Por qué, entonces, esa manía nacional? Estoy más que seguro de que un estudio así no existe, pues el gobierno ya lo hubiera mostrado. Comparto la opinión y la preocupación de expertos en la materia, que temen que esto acentúe esta tendencia, por lo que estamos, una vez más, obstaculizando la posibilidad de hacer carrera en México como mando policiaco civil. Si alguien quiere llegar arriba en el escalafón de las policías en México, es mejor ser militar. Deberíamos voltear a ver lo que ocurre con las experiencias exitosas que otros países de nuestra región han alcanzado con sus policías civiles, como en los casos de Chile y Colombia.
En el primer ejemplo estamos hablando de los llamados “Carabineros” (en su origen, sus miembros portaban carabinas), cuerpo civil de policía que depende del Ministerio del Interior y Seguridad Pública. Su actual comandante, el General Mario Rozas, no es un militar, sino que hizo su carrera como policía en dicho cuerpo. En lo que atañe a Colombia, la Policía Nacional depende del Ministerio de Defensa (que, como en casi todo el mundo civilizado, es dirigido por un civil). Sin embargo, esta corporación es de naturaleza civil y su comandante es un oficial que ha hecho toda su carrera allí, como policía: el General Óscar Atehortúa Duque.
Otro punto que me preocupa es que la Secretaría de la Defensa Nacional sigue acrecentando su influencia política y económica. Estará de facto a cargo de la Guardia Nacional, pues aun cuando el General Rodríguez Bucio pase a retiro en Agosto, la línea de mando desde la SEDENA no se romperá. ¿O alguien cree que el Secretario Durazo tendrá mayor influencia en la Guardia Nacional que el General Luis Crescencio Sandoval? Si así fuera, la terna para escoger al comandante de la Guardia la hubiera presentado él, y no el General Secretario. Creo que Alejandro Hope tiene razón: quizá lo que le quede a Alfonso Durazo sea esperar hasta que pueda contender por la gubernatura de Sonora.
Estoy seguro, viendo los currículos de los nuevos mandos de la Guardia nacional, de que se trata de personas con un perfil excelente. No tengo ninguna objeción en ese sentido. Lo que sí me preocupa es la insistencia en seguir involucrando a las fuerzas armadas en el combate a la delincuencia tanto organizada como común. Es un círculo vicioso que no tiene para cuándo romperse. La tarea urgente e importante es el fortalecimiento de las policías de los estados y de los municipios, atendiendo a los principios de solidaridad y subsidiariedad, atender a las políticas de prevención, de impartición de justicia, etc.
Es una verdadera lástima que haya perdido la opción civil y que se haya vuelto a privilegiar el camino militar. ¿Qué se le critica entonces a Peña y a Calderón? López va aún más allá, creando una especie de cuarta fuerza, junto al Ejército, a la disminuida y descuidada Fuerza Aérea y a la Armada. En el mediano plazo, será muy difícil que las fuerzas armadas regresen a sus cuarteles a ocuparse de las tareas para las que originalmente existen: las tareas de defensa nacional, de carácter militar. No solamente se quedarán un largo rato en tareas de seguridad a causa de la dependencia que se ha creado, sino también porque eso les da más presencia política y más peso en la vida del país. Y cada vez se antoja más difícil que renuncien a ello. Coincido igualmente con Hope: ahora estamos más lejos que nunca de una verdadera reforma democrática en materia de seguridad pública.
Dr. Herminio S. de la Barquera A.
Decano de Ciencias Sociales
UPAEP
Desarrollo humano y social
La Guardia Nacional y sus mandos
14 abril Por: Herminio Sánchez de la Barquera Arroyo