Por: Ana Gabriela Berrio Becerra
Robert Louis Stevenson es uno de los escritores más importantes del siglo XIX. Nacido en Escocia en 1850, dedicó gran parte de su vida a imaginar mundos fantásticos y aventuras que sedujeron a los lectores de su época. Aun hoy, sus historias no han perdido vigencia y se han adaptado a caricaturas, películas y cómics.
El extraño caso del Doctor Jekyll y Mr. Hyde es una de las novelas más representativas de Stevenson. En ella crea una atmósfera misteriosa que, en un sentido profundo, nos habla de la condición humana y de lo que separa al hombre de la bestia.
La novela se desarrolla en Londres, una ciudad fría que sirve de marco a la tranformación del personaje principal, el doctor Jeckyll, gracias a una pócima científica. Es importante enfatizar que este elemento es vital ya que la pócima separa el lado “más humano” de una persona, de su parte oscura. Jekyll ingiere esta bebida y de ahí nace Mr. Hyde, la parte más maléfica del científico, capaz de cometer cualquier crimen sin el menor remordimiento.
Me ha parecido extraordinario el hecho de que una novela pueda relacionar la psicología y el misterio para retratar los claroscuros del ser humano. Stevenson nos dice, a través de un gran científico que busca la innovación y que no teme por experimentar, que siempre está al acecho una sombra que puede ser cruel y despiadada. Esta novela busca retratar el conflicto en el interior del ser humano entre el bien y el mal. Analizándola un poco y tratando de entender a Mr. Hyde, opino que este personaje tiene el propósito de darnos a entender que todos los monstruos son humanos y no son, necesariamente, criaturas tipo Hollywood que no tienen nada que ver con nosotros. Los monstruos verdaderos están en nosotros, se alimentan de nuestros propios demonios, sobreviven con nuestros temores. Sí, todos los monstruos son humanos, sólo que aún no han despertado.