Por: Raúl Palacios Tapia, alumno de 1er semestre de Prepa Santiago.
En mi opinión los museos son espacios de suma importancia dentro de la estructura de cualquier país. La finalidad de los museos es la de conservar, investigar, exponer o exhibir todo tipo de colecciones. A través de objetos, resguardan una parte muy importante de la historia, del arte y de la cultura de los lugares donde se sitúan.
Además, estos centros culturales son lugares que van más allá del entretenimiento, son un espacio en el que se aprende y se conoce a través de la experimentación, es decir, de la manera más práctica posible. Allí, las personas se pueden conectar cara a cara con la visión de una sociedad o, por ejemplo, saber cómo vivían nuestros antepasados o cómo se desarrollaron todas las civilizaciones que surgieron en la antigüedad.
El pasado jueves 18 de octubre todos los chicos de primer semestre de Prepa UPAEP Santiago visitamos el Museo Nacional de Antropología e Historia que se encuentra en la Ciudad de México. Para mí fue una experiencia muy significativa y gratificante.
El recorrido comenzó aproximadamente a las doce del día. El plan era usar dos horas para realizar las actividades propuestas por los maestros. Decidimos empezar por la sala “Los inicios del hombre”. En ese lugar pudimos encontrar una gran cantidad de información acerca de cómo fueron evolucionando los seres humanos, cómo vivían y cómo fue recabada la información sobre su modo de vida. La siguiente parada fue la cultura Maya. Esta sala me dejó sorprendido pues pude conocer el significado de las pirámides para ellos y la riqueza de sus construcciones que aún se pueden visitar en México. Me cautivaron los detalles como los colores que usaban para sus edificios y el significado de su escritura.
Después pasamos a las culturas del sur de México donde encontramos la cultura Olmeca; por desgracia gran parte de la exposición estaba cerrada por motivos de remodelación a causa del terremoto del año pasado. Sin embargo, la sala que muestra la cultura Mexica, Teotihuacana y Azteca estaba abierta. Esa exposición fue cautivante, pude contemplar piezas de un tamaño impresionante, hechas con detalles finos y precisos.
Una de las piezas que más me gustó fue la representación de Xochipilli, Dios del Amor y la Belleza. También conocimos el Penacho de Moctezuma y a Coatlicue, la madre de Huitzilopochtli. Pero sin lugar a dudas la pieza que más me sorprendió, cautivó y enamoró aún más de nuestra cultura fue La Piedra de Sol o Calendario Azteca. Esta obra está exhibida en la sala de la cultura Azteca y se encuentra en lo más alto de la sala con una serie de luces que la hacen lucir de una manera única. Dicha pieza es, por excelencia, una de las más representativas de nuestro pasado.
Este viaje me dejó experiencias muy gratas y comprendí, después de todo el recorrido que hice con mis compañeros, la magia que encierran los museos así como la importancia que tienen para conocer de dónde venimos y cómo se ha construido la sociedad que habitamos.