(De una ciencia humana que vuelve a brillar)
LA DEFENSA DE LA HISTORIA I
La reivindicación del estudio de la Historia y las Humanidades como derecho del ser humano y pilar de su sociedad se lanza a la búsqueda de respuestas desde el presente para comprender el pasado. Va ligada inexorablemente dicha pregunta a la formación de nuestra identidad. El ser de hoy no se ha dejado de preguntar desde el origen de los tiempos sobre su origen, evolución y devenir. Conocerse a uno mismo como máxima socrática, unido a comprenderse a uno mismo, nos lleva a la defensa indudable del estudio de esta ciencia. Lejos del superado fin de la Historia, hoy, nos planteamos una vez más que si careciendo de su análisis nos desdibujamos, fragmentamos y enfrentamos. Tan solo debemos adentrarnos en el estudio de la Historia para reafirmar y potenciar los principios humanistas del hombre del s.XXI sin los cuales tan solo estaremos condenados a nuestra propia extinción.
En el s.XVIII el estudio de la Historia llegó a las aulas de la Universidad de la mano de los estados nacionales que buscaron formar ciudadanos con ¨amor a la patria¨ como nos cita Seyfert. Estos factores unieron esta ciencia a la instrucción cívica y los motivos de su estudio estaban ligados a la política y el patriotismo. Joaquín Prats nos plantea que parece indudable que ciertos de estos componentes llegan a nuestros días pero a los cuales se ha unido de forma significativa el eje de la formación de ciudadanos libres.
Por un lado tenemos el cambio de pasar de formar patriotas a formar ciudadanos libres con pensamientos críticos capaces de gestionar las acciones del presente. Pero a ello añadimos que el capitalismo prevaleció con la intención de formar ciudadanos que produzcan riqueza de la forma más rápida posible olvidando en su inmediatez los pilares de su propia estructura social. ¿Al no dar la Historia una fuente de riqueza inmediata y directa debemos dejarla en la cueva? Ni siquiera es el hecho de si la Historia genera o no genera capital, la cohesión social con el conocimiento de la Historia es vital para generar dicha riqueza pues de otra manera nos enfrentamos y nos desdibujamos nos diría Prats.
La Historia es un eje fundamental en la formación integral del ser humano. El mundo postmodernista que pretendió eliminar de todo proceso educativo el estudio de esta ciencia se ha visto impulsado por la especialización técnica de materias que supuestamente desembocan en un mayor y aparente beneficio económico tras su etapa formativa. En algunos países como Inglaterra, Italia, España o Japón se han propuesto normativas en educación que manifestaban un declive de las humanidades y de la Historia favorecido el planteamiento de buscar aumentar las horas de otras disciplinas con aparentemente mayor beneficio y utilidad práctica para sus ciudadanos. A este factor debemos sumar el nuevo ansia de la inmediatez y afirmar que algunos de nuestros alumnos se muestran más interesados por los problemas y eventos actuales que por los hechos del pasado; todo lo contrario que muestra una buena didáctica de la Historia.
¿Y qué hacemos ante la máxima de ¨siempre me gustó la Historia¨? Pues es otra maravillosa área de oportunidad pues muchas personas ¨aman¨ algún momento de la Historia: o aquel suceso, o aquel personaje, o aquellos siglos… la fascinación por la Historia atrapa y nunca deja marchar. Debemos añadir que incluso aquellos que la vieron estática, aburrida y monótona, si entran en contacto con la Historia humanista del s.XXI didáctica y creativa, quedan prendados de ella.
De cualquier estímulo puede surgir el ansia por conocer sobre la Historia. El peinado de tu abuela en los años sesenta, esa figurilla de barro encontrada en un jardín, la moneda que te regaló tu padrino en plata brillante, el meme sobre aquella elección presidencial que quedó residual en una memoria de 16 gb. … todos son inicios de un camino que lleva a preguntarnos ¿cómo sucedió?
Existen las siguientes claves en la defensa de la Historia de las cuales Joaquín Prats ha instaurado las bases de muchas de ellas:
1. Eliminar las visiones de ser instrumento de un nacionalismo defensivo para adentrarnos en la historia de las gentes, procesos, fenómenos, culturas que enseñe a entendernos en un mundo globalizado.
2. Evitar la manipulación de la Historia para defender o justificar proyectos políticos.
3. Enseñar Historia es enseñar a pensar, históricamente, por lo que debemos incorporar simulaciones, actividades creativas y didácticas.
4. La Historia en su Academia en una de las materias educativas con mayor posibilidad de crear corrientes de pensamiento y líderes que transformen la sociedad.
Es necesario, por tanto, el respeto a esta ciencia y su defensa dentro de las humanidades como pilar en los planes de estudio si queremos contribuir a una sociedad más justa que se comprenda así misma en la etapa de los primeros veinte años del siglo XXI con la vista puesta en llegar a la mitad de otro siglo, que nunca dejará de mirar hacia atrás para reconocerse.
Mtro. David Sánchez Sánchez
Director Académico de la Maestría en Estudios Históricos
Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla