Por: Gabriel Antonio Chantres Morales, estudiante de 5º semestre Prepa Santiago
De acuerdo a la Secretaría de Salud existen aproximadamente 21 mil personas que están en lista de espera para poder recibir un órgano (pulmones, hígado, corazón, páncreas, entre otros), pero sólo se realizan 180 trasplantes por año. Los que necesitan un órgano en buenas condiciones para seguir viviendo deben esperar para recibirlos, en el mejor de los casos, entre 11 a 19 meses en promedio.
Uno de los principales problemas en la donación de órganos es la desinformación que se tiene acerca de este tema, ya que muchos solemos tener ideas erróneas sobre el proceso o no vemos la donación como un acto voluntario y altruista. Otro problema, de índole técnico, puesto que algunos órganos requieren de ser trasladados en condiciones muy estrictas. A veces el donante tiene muerte cerebral, pero en otras ocasiones puede ser un familiar vivo como sucede en los trasplantes de riñón.
En el Senado de la República se aprobó una reforma a Ley General de Salud, en ella se especifica que todo mexicano mayor de edad puede ser donador de órganos en caso de muerte. El único impedimento es que el donador manifieste en vida por escrito que no desea hacerlo. Dicha reforma busca promover la cultura de la donación. Hay que destacar que, según el Centro de Trasplantes, ni el receptor o su familia conocerá la identidad del donante y viceversa.
Otro país que modificó sus leyes de salud para facilitar el proceso fue Holanda. También, como en el caso de México, se legisló para que toda persona mayor de edad pueda ser un potencial donante de órganos. No obstante, aún hay mucho por hacer en este tema. Hay que seguir trabajando en el convencimiento de los donantes, la legalidad y el tráfico clandestino de órganos. Por esta razón hay que despertar la conciencia de los mexicanos, divulgar información, hacer campañas para que entendamos la importancia que tiene este tema.
Es un deber como ciudadanos ayudar a nuestros semejantes, siempre y cuando esté dentro de nuestras posibilidades. Por esta razón es fundamental saber si nosotros o alguno de nuestros conocidos o familiares tiene alguna enfermedad que impida la donación segura de órganos. Por otro lado, hay que señalar que
este acto es un gesto altruista, de ayuda al otro, que no busca fama, créditos o reflectores. Es, sencillamente, compartir la vida para que otros tengan una segunda oportunidad. Ponernos en los zapatos de otros nos humaniza y nos hace solidarios.
Anímate a ser donador, puedes salvar más de una vida y dejar una huella imborrable en el mundo.