Desarrollo humano y social
Las penurias de la Fuerza Aérea Mexicana (segunda parte)
19 agosto Por: Herminio Sánchez de la Barquera Arroyo
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La semana pasada comenzamos a analizar la situación de la Fuerza Aérea Mexicana y exponíamos nuestro parecer de que se trata del arma más descuidada de las tres que componen las fuerzas armadas mexicanas, gravísimo error cuyas consecuencias se están pagando no solamente con la situación del sector defensa, sino también, muy lamentablemente, por la enorme cantidad de pérdida de vidas humanas en accidentes aéreos de la FAM. Seguiremos ahora evaluando sus capacidades y su estado actual, que en general es lamentable, pero que tiene también aspectos positivos.

Uno de ellos es que, desde aproximadamente el sexenio de Felipe Calderón, comenzó en México un esfuerzo para reemplazar las flotas aéreas a una escala que no se veía desde los años 80. El problema aquí es que, en lugar de mantener la modernización de la flota aérea como una actividad permanente, se dan grandes saltos: modernización – descuido – modernización. Es decir, no podemos estar adquiriendo equipo moderno cada 30 o 40 años, luego esperar que se deteriore para comprar de nuevo equipo actualizado. Otro problema de estos saltos de 30 años es que pasamos de mantener equipos relativamente baratos de operar (aunque sean inútiles) a sistemas de armas más sofisticados y más caros, por lo que en lugar de que los pilotos se vayan adaptando a la nueva tecnología en un proceso paulatino, de pronto hay que recuperar treinta años de atraso y pasar a administrar equipos más costosos. Y ahí es donde los políticos ponen el grito en el cielo. Además, no todo es equipamiento de ala fija y de ala rotativa: hay una carencia de bases aéreas, sobre todo en el norte del país, por lo que la capacidad para vigilar los estados más extensos, como Chihuahua y Durango, es muy baja.

Otro aspecto que tiene que ver con la modernización de la flota aérea es que en estos momentos estamos atravesando por un periodo muy interesante de transición hacia aparatos de nueva generación, por lo que los aviones de adiestramiento suizos Pilatus PC-7 y los finlandeses L-90TP Redigo, ambos muy eficientes pero ya entrados en años, se están reemplazando por los más modernos T-6C+ Texan II. La flota de los venerables helicópteros rusos Mi-17 cede su lugar a los UH-60M Black Hawk (que el Presidente electo no quiere comprar) y la variopinta flota de transporte pasará a ser una más homogénea, centrada en los Airbus C295M. Aquí hay dos comentarios positivos que exponer: por un lado, es más conveniente comprar armamento occidental que ruso, pues la tecnología occidental es más confiable y es compatible con la de países con las que colaboramos en temas de seguridad (Estados Unidos y Colombia, por ejemplo), el servicio post venta es mejor y las refacciones son más fácilmente asequibles. Por otro lado, es bueno que la Fuerza Aérea y la Armada busquen estandarizar sus equipos y sistemas, pues eso mejora la acción conjunta, el adiestramiento y el mantenimiento de equipos y plataformas. Lo que creo que es necesario impulsar con más fuerza es la expansión de las capacidades tecnológicas que puedan desarrollarse en México, tanto en el sector público como en la iniciativa privada. Allí están, por ejemplo, los excelentes vehículos aéreos no tripulados que se fabrican y desarrollan en nuestro país por empresas privadas.

El punto más lamentable de la Fuerza Aérea Mexicana es que ya quedó reducida a un servicio de transporte, con limitadas capacidades de patrulla y nula capacidad de combate. Tiene el raro honor de ser la única fuerza aérea de los países de la OCDE que carece por completo de la capacidad de por lo menos intentar garantizar la soberanía del espacio aéreo nacional, pues los únicos aviones caza ligeros Northrop F-5 E/F Tiger II que aún volaban en el escuadrón 401 ya no son operativos. De hecho, desde finales de 2017 no se ha vuelto a ver a un F-5 mexicano en el aire, pues el último que podía volar se averió en un aterrizaje. Independientemente de que los F-5 nunca estuvieron en condiciones de proteger el espacio aéreo nacional, sino solamente el de la capital del país (hasta en eso somos centralistas), hace falta algo más que aviones de combate en estado de volar y de operar eficientemente. En efecto: es imprescindible revisar las condiciones para que pueda llevarse a cabo tan delicada misión de defensa aérea, que parte de un sistema de detección y alerta, red segura de comunicaciones, armamento adecuado, interceptores de reacción o de turbohélice, etc. Subrayemos que México no tiene ni siquiera la capacidad de interceptar aviones y avionetas de ningún tipo. Quizá podamos detectar la violación del espacio aéreo por parte de una avioneta que probablemente transporte droga, pero no se le puede obligar a bajar.

A pesar de esta situación desastrosa, no es de esperar que se vaya a presentar algún cambio positivo en los próximos años, dado el total desinterés y la enorme ignorancia de nuestros políticos en lo que atañe a temas de defensa nacional en general y del ala de combate aéreo en particular. Yo propondría adquirir, a manera de compromiso (es decir, ni comprar aviones carísimos, ni seguir indefensos por más tiempo), unos F-16 o Gripen de segunda mano, o unos buenos Súper Tucano de turbohélice (EMBRAER EMB 314), estos últimos más económicos y de excelentes cualidades multipropósito. Pero parece que a nadie le preocupa que un país de la importancia económica y política de México, que se cuenta además entre los más extensos del mundo, no tenga ni la más mínima capacidad de vigilar, controlar y defender su espacio aéreo. Esta es tarea de verdaderos aviones de combate, no de avionetas ni de aviones de adiestramiento. Si a este negro panorama añadimos que la cobertura de radar es insuficiente y que las fuerzas armadas carecen de medios antiaéreos de otro tipo, resulta que la FAM no está cumpliendo con quizá la principal razón de ser de su existencia.

En conclusión: es evidente que hay avances en la FAM, pero casi todos ellos se remiten a la inercia que viene del sexenio anterior. Bueno es que ya se esté comprando equipo nuevo y no de segunda mano, pero la gran tarea pendiente (que no creo que el próximo gobierno resuelva) es el de la autonomía de la FAM respecto al Ejército. De la colapsada capacidad de defensa aérea ya mejor ni hablamos.

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