Un elenco refiere todos los encuentros del Papa con funcionarios del gobierno argentino y personajes vinculados. Con datos que contradicen los lugares comunes sobre una cierta tendencia política en los gestos de Francisco
La noticia pasó un tanto desapercibida. Pocos días atrás, el jefe de la Policía Federal Argentina, Néstor Roncaglia, viajó al Vaticano. Participó en un selecto grupo internacional de lucha contra la trata de personas. Y fue invitado especialmente a hablar durante una conferencia en la Sala de Prensa de la Santa Sede. Un gesto destacado, que en Argentina no pareció tener demasiado valor. Así como él, muchos otros funcionarios y personalidades vinculadas al actual gobierno argentino han pasado por Roma y han podido estrechar la mano del Papa. Aquí una reseña de esas audiencias, una lista hasta ahora desconocida.
Roncaglia forma parte del “Santa Marta Group”, una iniciativa de coordinación entre jefes de policía e instituciones de la Iglesia creada por iniciativa de Francisco en 2014. Sesionó los días 8 y 9 de febrero pasado. La última jornada, todos los asistentes participaron en un encuentro con el pontífice y, después, sólo dos jefes fueron convocados para el encuentro con los periodistas: Cressida Dick, comisionada del Servicio de Policía Metropolitano de Londres y el argentino.
No es la primera vez que el responsable de la Federal asiste a estos encuentros, ya lo había hecho en 2016 cuando pudo saludar al Papa e incluso bromeó con él. Lo acompañaba su esposa y su hijo más chico. Cuando intercambiaron algunas palabras, la mujer le dijo, espontánea: “Francisco cuídese”. El pontífice miró al jefe, se sonrió y respondió: “A mí me cuida la policía”.
La participación argentina en el “Santa Marta Group” resulta transversal y se remonta a la anterior gestión, encabezada por Cristina Fernández de Kirchner, cuando el jefe de la Federal era Román Di Santo. Roncaglia contó que apenas tomó posesión en 2016 la ministra de Seguridad argentina, Patricia Bullrich, prácticamente “lo obligó” a continuar la colaboración por considerarla de gran utilidad.
Este episodio resulta simbólico. Especialmente por ciertas interpretaciones, sobre todo mediáticas, que se multiplican respecto del Papa y de sus afinidades. Argentina padece la “grieta”. Una polarización política que pone a unos y a otros de lados contrarios de la misma vereda. En esta zanja imaginaria han caído todos: políticos, periodistas, personajes de la cultura y de los deportes. Jorge Mario Bergoglio no ha sido la excepción. Desde no pocos sectores se le busca “reclutar” en una u otra corriente, dando casi siempre más importancia a sus gestos (muchas veces descontextualizados) que a sus mensajes.
Por eso, resulta de gran utilidad repasar la lista en cuestión. Por ejemplo, la misma semana de la presencia de Roncaglia, el Papa saludó en la audiencia de los miércoles a Néstor Escudero, delegado del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI). Uno de los más de 250 despedidos de ese organismo. Francisco lo reconoció como un “trosko de Dios” y fundador, junto con Gustavo Vera, de la organización “La Alameda”. Lo animó y firmó su pechera verde.
Apenas a unos pasos de distancia, en la misma Aula Pablo VI, observó la escena Victoria Inés Roldán Méndez, legisladora e integrante, “desde siempre”, del oficialista Propuesta Republicana (PRO). Estaba acompañada por Agustín Pesce, vicepresidente segundo del Banco Nación. Ambos pudieron saludar al Papa poco después, pero los detalles no trascendieron.
Otro legislador de ese mismo partido y de frecuente relación con el líder católico es Omar Abboud. Referente de la comunidad musulmana en Argentina, es uno de los fundadores del Instituto del Diálogo Interreligioso (IDI). Mantiene una vieja amistad con Bergoglio, a quien acompañó en su visita apostólica por Tierra Santa y protagonizó, junto con él y el rabino Abraham Skorka, aquel histórico abrazo frente al muro de los lamentos.
En 2014, el IDI organizó un viaje por Medio Oriente que terminó en Santa Marta para un saludo con el Papa. La comitiva estuvo formada por católicos, islámicos y judíos en igual número: 15. Fueron de la partida el entonces diputado y actual ministro de Ambiente, Sergio Bergman, y Elsa Esther Baker de Awada, la madre de primera dama del país, Juliana Awada.
El actual presidente Mauricio Macri y su esposa protagonizaron en su tiempo un episodio particular. Con él todavía jefe de Gobierno de Buenos Aires en marzo de 2013, viajaron a la toma de posesión del flamante Papa por fuera de la comitiva oficial encabezada por la presidente Cristina Fernández de Kirchner. No contaban con pases para la ceremonia en la Plaza de San Pedro. Francisco supo de la situación, los mandó a buscar y los hizo colocar en la zona vip.
La cosa no quedó ahí, además quiso saludarlos en la Basílica de San Pedro justo antes de iniciar el rito, convirtiendo –de facto- a la pareja en los primeros funcionarios en estrechar su mano. Esto rompió el férreo protocolo según el cual, primero debe felicitar al nuevo líder católico el presidente de su país natal. El gesto fue tan clamoroso que la prensa argentina tituló: “La foto del Papa que el gobierno no quería”. Pocos meses después, el matrimonio volvió a Roma junto a su hija Antonia y fue recibido largamente en la Casa Santa Marta. Era el 18 de septiembre de 2013.
Un día después de aquella toma de posesión, se organizó un encuentro de Francisco con un grupo de argentinos. Entre ellos destacó la legisladora del PRO, Victoria Morales Gorleri. “Fuimos a saludarlo uno por uno y cuando me vio llegar me dijo: ‘Éramos pocos…’, me reí y nos abrazamos. No tenía palabras y él se dio cuenta así que me dijo ‘qué lindo que estés acá’ y me preguntó por mi familia y mis hijos”, contó ella, según publicó la prensa argentina que destacó su paso por la Vicaría de Educación del Arzobispado de Buenos Aires de 1997 al 2007.
Meses más tarde, el 10 de agosto, Bergoglio recibió en Santa Marta al subjefe de la Policía Metropolitana, Ricardo Pedace, y al comisionado mayor Raúl Sánchez, director de Incorporaciones. La charla duró una hora. Al año siguiente, en septiembre de 2014, Diego Santilli pudo saludar a Francisco durante un congreso de la fundación Scholas Occurrentes. Él es hoy vicejefe de gobierno de Buenos Aires. También invitada por esa organización, estuvo en Roma Isela Costantini, quien posteriormente tomaría las riendas de Aerolíneas Argentinas.
Scholas ha acercado al Papa a no pocas personalidades del gobierno. Una de ellas es Esteban Bullrich, ex ministro de Educación nacional y actual Senador. A decir verdad, él mantiene una relación personal con Francisco, a quien le atribuye la curación de su hija. Ambos han dialogado en privado varias veces, e incluso el líder católico lo ha elogiado públicamente. El más reciente encuentro entre ellos tuvo lugar en octubre pasado, apenas después de su elección como senador, en la sede de la fundación pontificia en Roma.
Antes o después, otros altos funcionarios del PRO y la alianza Cambiemos han pasado por Santa Marta o las audiencias papales. En 2016 lo hizo el jefe de Gobierno de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, con su esposa, Bárbara Diez. Fue un encuentro íntimo, muy humano, que apenas trascendió a la prensa. Muy similar al reencuentro entre el pontífice y la vicepresidente, Gabriela Michetti en noviembre de ese año. Un diálogo de 55 minutos en la misma casa.
Tres meses después, en febrero de 2017, tocó viajar al Vaticano a María Eugenia Vidal, gobernadora de la Provincia de Buenos Aires, acompañada por la ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley y su esposo, Federico Salvai, también ministro de gobierno bonaerense. El Papa aprecia a estas dos mujeres, cuyo trabajo llegó a destacar públicamente. En abril siguiente, la canciller Susana Malcorra fue recibida en el Palacio Apostólico. En esa ocasión el pontífice le advirtió que sería la última política que recibiría antes de las elecciones de octubre siguiente. Ella ya había estado en Santa Marta en junio de 2016, para una audiencia que tendió puentes.
Otro ministro que dijo presente en Roma fue Jorge Triaca, titular del Trabajo. Adriana, viuda de su padre e histórico dirigente sindical de los plásticos, no sólo visitó al Papa sino que también se ofreció como interlocutora para llevar una carta apostólica al presidente Macri. Así lo hizo, en diciembre de 2015. Su amistad con Bergoglio es cercanísima, según refieren quienes la conocen.
La lista se puede completar con otros nombres. Como Facundo Del Gaiso, auditor porteño, o Jorge Garayalde, legislador del PRO que propuso bautizar como “Papa Francisco-Plaza Flores” a una estación de subterráneo. Hay que sumar los múltiples encuentros de funcionarios nacionales responsables de la relación institucional con la Iglesia: Santiago de Estrada y Alfredo Abriani, respectivamente secretario y subsecretario de Culto de la Nación.
Un capítulo aparte podría dedicarse a otras personalidades, no necesariamente ligadas al PRO pero sí muy opositoras al peronismo en general y a Cristina Fernández en particular. El 21 de octubre de 2014, con la presidente aún en el pleno de su poder, Francisco no escamoteó a la hora de recibir a un grupo de madres de la tragedia ferroviaria de Once. Encabezadas por María Luján Rey, ellas participaron en la misa privada de Santa Marta por la mañana y compartieron un largo rato con el Papa por la tarde.
“La corrupción mata. No bajen los brazos y no pierdan la esperanza”, les dijo Bergoglio, en un impulso sustancial a su reclamo de justicia y los procesos que ellas impulsaron contra altos funcionarios del gobierno kirchnerista a los cuales consideran responsables del violento choque de tren del 22 de febrero de 2012 que dejó 52 muertos (51 más un bebé en el seno materno) y más de 700 heridos.
Algo parecido ocurrió con Félix Díaz, el líder indígena de la comunidad Q’om que estuvo con el pontífice mientras era perseguido por el gobernador de Formosa Gildo Insfrán. La presidente Kirchner jamás lo recibió, el Papa sí. Además se podría mencionar la cercanía del Papa con uno de los intelectuales más críticos de la gestión de Cristina. Se trata del escritor cordobés Marcos Aguinis, autor de “La cruz invertida” y ex secretario de Cultura en el gobierno radical de Raúl Alfonsín. O su bendición a Sandra Arroyo Salgado, jueza y ex esposa del fiscal Alberto Nisman, aquel de la famosa denuncia contra Fernández de Kirchner que falleció en extrañas circunstancias.
La lista no es oficial, pero es verdadera. Está destinada a engrosarse, porque seguramente no reporta todos los encuentros. Muchos de ellos son informales y resultan muy difíciles de monitorear. Los gestos son más: cartas que nunca trascendieron públicamente, rosarios enviados y llamadas por teléfono. Igualmente, este elenco aporta datos necesarios para colocar las cosas en perspectiva. Ejercicio necesario a la hora de evitar cualquier instrumentalización.
Texto originalmente publicado en: www.lastampa.it