Desarrollo humano y social
Trump y su doctrina proteccionista ¿qué es lo que viene?
19 enero Por: Daniel Ramírez Ortiz
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“Los modernos creyentes en el  libre comercio defienden su ideal con una pasión que hace que Robespiere parezca prudente… Ellos defienden el libre comercio desenfrenado, incluso cuando ayuda a China a convertirse en una superpotencia…” Lo anterior,  fue parte del contenido de una editorial publicada hace años por Robert Lighthizer, propuesto por Trump para encabezar el USTR, la oficina gubernamental de Estados Unidos encargada de formular y llevar a la práctica la política y las negociaciones comerciales internacionales. 

Las anteriores palabras reflejan que hay un cambio en el pensamiento en las élites políticas estadounidenses con respecto al libre comercio.  Al respecto, México además de China ha sido el blanco de los ataques de esta nueva doctrina. Incluso antes de tomar posesión, Trump ha dejado ver que, a través de prometer un esquema fiscal más benigno, de transformar (o incluso cancelar) el TLCAN, y de amenazar con impuestos fronterizos a las empresas que exporten a los Estados Unidos, forzará a las mismas a instalarse en su territorio nacional con miras a reindustrializar  su economía.  En otras palabras, intervenir agresivamente en la economía para hacer que Estados Unidos gane incluso en detrimento de los demás países.

Por la dependencia económica que tiene México con su vecino del norte, la doctrina proteccionista trumpista, ha creado un nivel de  incertidumbre que está afectando diversas variables de la micro y la macroeconomía mexicana. Ante tal contexto, se vuelve necesario reflexionar sobre el futuro inmediato para tratar de tener una perspectiva sobre qué es lo que se viene. ¿Hasta qué punto dicha doctrina proteccionista se puede llevar a la práctica, qué obstáculos e incentivos enfrentaría un proyecto de tales características?

A continuación expongo algunas razones de por qué no es tan fácil que la doctrina proteccionista de D. Trump se cumpla al pie de la letra. Al mismo tiempo, también señalo  dos incentivos importantes que pueden promover que el nuevo gobierno estadounidense materialice lo más pronto posible dicho plan, teniendo como prioridad la relación comercial con México. 

La primera de ellas tiene que ver con el acceso a los mercados internacionales que los productores estadounidenses tienen gracias a los pactos internacionales de libre comercio. Desde hace mucho tiempo, a las empresas estadounidenses les quedó chico su mercado interno, lo cual explica que  durante gran parte de siglo XX, el ejecutivo estadunidense fuese uno de los principales  propulsores de acuerdos de libre comercio  y de organizaciones globales como la Organización Mundial del Comercio (OMC). Recurrir a medidas proteccionistas como las anunciadas por Trump, violaría disposiciones contenidas en el  TLCAN y en la OMC. Si EEUU sale del tratado regional,   sus empresas dejarían  de tener un paso libre de aranceles a la treceava economía más grande del mundo, un costo importante pero soportable, ya que la relación comercial quedaría regulada por las reglas de la organización global. Que Trump, decida dar un manotazo al esquema de la OMC, lo veo francamente difícil, puesto que significaría cerrarle mercados globales a la industria estadounidense que supuestamente él busca fortalecer. 

La segunda razón tiene que ver con que el esquema de producción regionalizado en el que operan  muchas corporaciones estadunidenses en la región de América del Norte. Esta segmentación regional de la producción, ha sido la estrategia de competitividad que le ha permitido a muchas de las industrias estadounidenses hacer frente a sus competidores de otras latitudes, por medio de garantizar la porosidad de las fronteras económicas de los tres países miembros del tratado y aprovechar las ventajas comparativas de los factores de la producción. Por ejemplo,  para algunos sectores manufactureros, el proceso de producción de un bien, implica diversos cruces trasfronterizos antes de convertirse en un producto final. De esta forma,  las exportaciones de México hacia EEUU no sólo añaden valor en nuestro país, sino también lo hacen en la economía del vecino del norte. Hay cifras que sugieren que el 40% del valor de las exportaciones mexicanas, se produjo en EEUU. Meter un impuesto o un arancel a dicho mecanismo de producción regional, sería dañino para la economía mexicana, pero también lo sería para muchas de las industrias estadounidenses, las cuales estarían condenadas a perder ingresos y competitividad.

La tercera tiene que ver con el nivel de asimetrías presentes en la relación económica. Si bien México no ocupa un lugar cardinal  en el comercio exterior de Estados Unidos (al ser el destino del 15% de las exportaciones y su tercer socio comercial) no se puede decir lo mismo para importantes regiones económicas de Estados Unidos como California o Texas. Para dichas entidades, México es su principal socio comercial. Hay cifras que sugieren que más de 7 millones de empleos en Estados Unidos, dependen de la relación comercial con México. Poner en práctica medidas proteccionistas en contra de México sería un golpe duro para dichos estados. ¿Será factible que Trump se arriesgue a crear tensiones con entidades federales que por sí solas son más grandes que muchas de las economías nacionales a nivel mundial? Se ve difícil.

Por último, la vecindad geográfica entre EEUU y México, ha hecho que históricamente la estabilidad política y económica de México sea un factor crucial en la lectura de seguridad nacional de los EEUU. Como ejemplo de ello, durante la década de los noventa, el gobierno de los EEUU gestionó uno de los rescates económicos más caros de la historia para evitar que la economía mexicana colapsara después de la crisis de 1995. En este aspecto, ¿de verdad las instituciones de contrapeso en EEUU, permitirán que Trump aplique su doctrina proteccionista y nociva para la estabilidad mexicana, sabiendo que invariablemente los EEUU tendrían que absorber muchos de los efectos  negativos de una situación de crisis? Se ve complejo.

Es decir, creo que la realidad económica tendrá posibilidades de descafeinar muchos de los  elementos de la doctrina trumpista. Con ella, se verían lastimados diversos intereses de uno y otro lado de la frontera. Sin embargo, existen también  incentivos políticos para que dicha doctrina se materialice pronto. A continuación resalto dos de ellos.

En relación al primero, el presidente de EEUU es un político que en su primer periodo de mandato se encuentra en campaña política permanente para la posible reelección.  Si tomamos en cuenta que la redefinición de las relaciones con México, fue una de las promesas centrales de la campaña electoral dirigida a una sociedad cansada del libre comercio, existen fuertes razones para que Trump ejerza acciones implacables que le ayuden a crear la percepción de que es un político que cumple. 

El segundo me preocupa más. Antes de tomar posesión, Trump ha puesto en marcha una diplomacia global de alta tensión, en la que de forma directa busca confrontarse con potencias como China o Japón. En el momento en que como presidente se tenga que enfrentar políticamente a estas potencias, requerirá de un abundante capital político y de una imagen de fortaleza. Para construir ello, necesitará hacer creíble su posición proteccionista a partir de demostraciones de poder en las que someta a otros países a su doctrina. Me temo que dar un duro golpe de timón a la relación con México, puede ser el ejemplo de fuerza que Trump requerirá dar. 

 

Trump toma posesión el 20 de enero, su posible secretario de comercio ya anunció que una de sus primeras acciones será mandar una carta oficial a México y Canadá, para comunicarles el deseo de renegociar el TLCAN. No falta mucho tiempo para poder constatar cómo es que  los costos y los incentivos entremezclados en la relación regional, serán utilizados por los actores involucrados.  

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