Ocurrió hace dos días. Sandra manejaba de regreso a casa cuando en un semáforo se le acerca un hombre y le saca una pistola. Sólo dijo “dame el carro” y le apuntó a la cara, así que Sandra dejó en ese momento su vehículo. Era nuevo y se lo habían entregado la semana anterior.
La seguridad es un bien común, es decir un bien compartido. Cuando se pierde, es una sociedad entera la que ha perdido uno de sus bienes comunes de base. La experiencia de Sandra no es únicamente anecdótica porque en México, hoy en día, es habitual. Cada uno tiene historias de asalto que contar. El robo del carro de Sandra desvela algo más profundo, algo sistémico: la pérdida de una forma de convivencia marcada por la confianza al otro. A medida que se de-construye la confianza - a medida que prolifera el crimen - se electrifican bardas, se multiplican rejas en las tienditas del barrio, se vacían las calles al anochecer y se teme al extraño que se acerca en la calle. Esto es algo que nos pasa a todos y todos hemos perdido algo. Hemos perdido un bien que nos era común. ¿Cómo recuperarlo? ¿multiplicando policías y mecanismos de vigilancia? No. Un bien común debe ser apreciado, querido y creado por una populación entera. Mientras los mexicanos no queramos generar una convivencia segura para todos – y no sólo la mía, no sólo para algunos pocos – no podremos rehacernos del bien común que hemos perdido.
La Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP) ha creado un Instituto Promotor del Bien Común (IPBC). Este quiere por medio de una investigación rigurosa, de un trabajo de divulgación y de un esfuerzo de vertebración de la sociedad, promover la generación de bienes comunes y del bien común. El primer foro público del IPBC el próximo 7 de diciembre inicia las labores de este instituto y es abierto al público en general.
El primer reto que se propone el IPBC es la creación de un indicador de la cualidad del bien común alcanzado en comunidades locales. La pregunta del bien común es práctica y sencilla. ¿Qué es lo que valoramos juntos? ¿Cómo queremos alcanzarlo? ¿Quiénes participan al beneficio compartido generado por este bien común? Existen por lo tanto muchos bienes comunes en una sociedad. La pregunta esencial es cómo coexisten, si forman un nexo de bien común que sea coherente, justo, solidario, abierto al futuro. Valorar la cualidad de este nexo del bien común es lo que se propone el IPBC en los próximos años.
Para este propósito la UPAEP ha creado dos círculos de investigadores, uno local y otro compuesto por expertos internacionales del tema. Tres seminarios de investigación son previstos para este año académico. Uno en diciembre en Puebla, otro en mayo en Barcelona y un tercero en Notre Dame (US) en octubre. El objetivo es tener para el próximo año un indicador innovador, robusto y capaz de generar ideas de políticas sociales efectivas. Nuestro propósito es crear algo nuevo y útil, algo que permita dar respuestas nuevas a los desafíos de nuestra sociedad. La UPAEP concreta así su compromiso real e innovador con la sociedad.
Promover un enfoque de bien común para el desarrollo es algo novedoso. Los indicadores actuales son mayoritariamente basados sobre datos individuales que luego se agregan. Esta suma de datos personales supuestamente refleja una ‘realidad social’ (seguridad por número de crimen; salud por esperanza de vida, educación por número de egresados). Así no razona el enfoque del bien común. Los procesos sociales no pueden describirse por una suma. La educación o la salud no son bienes sociales que resultan de la suma del nivel educativo o del balance de salud de cada uno de los mexicanos. La educación o la salud se generan al contrario por medio de una voluntad compartida, de crear escuelas y hospitales cuyos beneficios sean accesibles para todos. Una pura racionalidad individual no puede dar cuentas de la generación de los bienes sociales (commons).
Necesitamos preguntarnos cuáles son los mecanismos por los cuales se generan estos bienes comunes y cómo evaluar la cualidad del nexo del bien común alcanzado. Semejante enfoque revoluciona la forma en la cual entendemos problemas como seguridad, pobreza o corrupción. En esta pequeña ‘revolución’ trabaja la UPAEP y el IPBC.
El bien común puede ser descrito como una esperanza. La esperanza que mi bien y el bien del otro no son fundamentalmente conflictivos, sino que se incrementan el uno al otro. Mi bien no se disminuye con bien del otro, sino que se enriquece de su bien. La seguridad del vecino, la educación de mi hijo, la salud de mi empleado no disminuyen mi seguridad, mi conocimiento o mi salud. Incrementan algo que es nuestro, humanizan nuestra convivencia, crean entre nosotros un nexo del bien común. Esta esperanza es a la base de una convicción: trabajar para que se realice el bien común es posible, es necesario, es el único camino posible para que la vida en México sea más humana.