Hace un par de días, dos días anteriores a esta ceremonia, tuve la oportunidad de asistir a la asamblea de ANUIES, la asamblea nacional de esta asociación que agrupa a las principales universidades de nuestro país, tanto públicas como particulares y me llamaba la atención –comentábamos entre varios de los rectores que estábamos precisamente en una semana de graduaciones–que la reflexión común frente a la vorágine de acontecimientos que registramos día con día en el mundo entero –y en particular en México–, el común denominador sigue siendo –y yo creo que siempre lo será–, la apuesta por la persona y lo que ella significa.
Esta generación de jóvenes, ustedes, que pues más o menos los de licenciatura hace cuatro o cinco años ingresaban, algunos un poco más, en la maestría un poco menos, el doctorado, pues por ahí también, pero cuando ustedes estaban ingresando, probablemente ninguno de ustedes usaba UBER; ninguno de los que estábamos aquí nos imaginábamos que pudiera haber un movimiento en Inglaterra donde finalmente la Gran Bretaña se estaría exencionando o eximiendo de la Unión Europea, o ninguno nos hubiéramos imaginado que hubiese renunciado un Papa y hoy por hoy que un Tratado de Libre Comercio, como es el que sostiene nuestro país hasta ahora con los Estados Unidos y con Canadá estuviera en entredicho; una serie de cambios impresionantes que han sucedido en este periodo de cuatro, cinco años.
Entonces nos preguntábamos, estas personas que han pasado por nuestras aulas qué es lo que van a enfrentar y cuáles son esos referentes, esas herramientas, esas armas para poder acometer un proyecto de vida trascendente que les llene a prueba de y catalizado por todas estas innovaciones, estos cambios, pues todos estos proyectos –algunos para bien y otros no tanto–, pero finalmente están ahí; todo esto cruzado también con un sentimiento de nostalgia y se los confió, porque caí en la cuenta que un servidor con esta generación empieza a cumplir periodos completos donde las generaciones –pues en la gestión que abono– me toca servir junto con todo este equipo, pues va viendo de principio a fin cómo las generaciones van evolucionando y van transitando en su vivencia universitaria. Muchos de ustedes empezaron sus estudios a la par que un servidor al tomar las riendas de esta Universidad y el sentimiento verdaderamente es de nostalgia porque en la educación, lo que he descubierto es que se genera un lazo de este momento en el que se cumple un propósito, donde se cierra un ciclo en la vida de jóvenes, de profesionistas, uno se ve implicado y comprometido; estas reflexiones son las que compartíamos con este grupo de rectores.
De cara ya con esta ceremonia, yo lo que quisiera es compartir con ustedes tres aspectos que me parecen fundamentales y que trascienden a esta vorágine de cambios, de innovaciones, de retos que ustedes va a enfrentar, o ya están enfrentando hoy por hoy y de muchas situaciones que ustedes mismos van a provocar y que están llamados a provocar en esta vorágine que viene encaminada; puede ser muy entusiasmante, pero también hay que tener criterios –que yo creo–, se fincan en estos tres aspectos que vamos a tocar para efectos de que verdaderamente incidan en la transformación de la sociedad.
El primer punto en el que me quiero detener tiene que ver con este momento que vivimos y con la herencia histórica que ustedes literalmente hoy tienen a sus espaldas, me refiero a la familia, al valor de la familia; en esta primera reflexión, lo que quiero invitarlos es a ubicar este momento como una ocasión propicia para reconocer y agradecer a partir de una primera premisa, cada uno de los que estamos aquí. Ustedes han llegado hasta aquí gracias a su familia, en efecto, hoy debe ser un momento muy especial en sus vidas porque detrás de cada uno de ustedes, algunos han podido estar presentes hoy físicamente , pero quiero que se imaginen los que no, todo ese legado, ese respaldo que tienen respecto de cada una de sus familias, de sus esposos, esposas, todo lo que hay en esa tradición familiar en cada uno.
Ellos, sus padres en primer lugar, colaboraron en le milagro de sus vidas, en promover su desarrollo y crecimiento en una comunidad de amor, en procurar siempre con sus puntos falibles (7:36), pero finalmente poniendo en el centro la procuración de una comunidad de amor, una verdadera escuela de humanidad.
Cada uno se puede imaginar las diferentes facetas de su vida, momentos difíciles, momentos muy alegres, pero que finalmente nos han llevado a estar aquí, a encontrarnos en esta Ceremonia.
Juan Pablo II decía que es en el matrimonio y la familia donde se constituye un complejo sistema de relaciones, mediante las cuales la persona humana es introducida en la gran familia humana y en última instancia incluso en la familia de Dios. Ese es el valor que tiene la familia, en la familia aprendemos a ser personas, en la familia aprendemos a relacionarnos con el otro y con esa relación con el otro, encontramos a nosotros mismo. La familia también nos hace ver que ninguna idea supera a la realidad, es decir, frente a muchas teorías a veces tendenciosas hoy podemos constatar que una mirada franca al conjunto de historias de todos los aquí presentes, con su peculiaridad y diversidad nos revela que existe un fenómeno constante, una realidad imbatible, la de la familia.
El sociólogo Pier Paolo Donati, sociólogo italiano, nos ayuda a entender esta lógica relacional y lo divide en tres aspectos que cada uno de nosotros puede constatar precisamente en este momento; recogiendo toda esta lógica de relaciones, la primera es esa relación recíproca entre hombre y mujer, única e insustituible, que es la que está llamada a dar vida y es la que estar llamada precisamente a generar estas relaciones de herencias tan ricas entre las diferentes generaciones, los abuelos, los padres, los matrimonios, los hijos.
Segundo es un bien relacional, es una serie de vinculaciones que es generada y gozada en conjunto por aquellos que la conforman, es decir, es en el seno de la familia, en esa comunidad, en ese hogar donde se genera vida, donde se generan esas relaciones de solidaridad, de reciprocidad, pero donde también se disfrutan, por eso es una comunidad perfecta, porque es en esa familia y es en esa herencia donde la humanidad tiene perspectiva de futuro y tiene perspectiva de sostenibilidad, pero sobre todo de felicidad.
Por último punto en esta descripción que hace Donati, por sus contribuciones a la sociedad de una comunidad sin sustitutos funcionales, con todo y sus áreas de oportunidad, con todo y su imperfección es en la familia y sólo en ella que podemos desarrollarnos con esa potencialidad.
Desde esa perspectiva podemos afirmar que cada uno, es en gran medida herencia de esas tradiciones y vivencias que nos han marcado a cada uno de nosotros y que si alzamos la mirada hacia delante, ahora en una prospectiva, encontraremos que el futuro de cada uno será tan grande y satisfactorio como la capacidad que tengamos y que tenga cada uno de honrar esa herencia e incluso de superarla. Nunca lo olvide, sus padres, su familia son la más rica fuente de inspiración para una vida bien lograda, plana y feliz.
Queridos papás el filósofo Goethe, decía que la misión de los padres es darle a los hijos raíces y alas, siéntanse hoy satisfechos porque con esta generación de jóvenes pueden constatar que lo han logrado.
Segundo aspecto que quisiera proponerles como reflexión en este momento que cumplen un ciclo muy relevante en sus vidas, si algo quisiéramos como comunidad educativa que se llevaran presente como aprendizaje, recogiendo todas las vivencias de la universidad es la propuesta que está escrita con letras perenes desde la fundación de la Universidad en lo que es la misión de la UPAEP, que es lo que pretende la UPAEP, “crear corrientes de pensamiento y formar líderes que transformen a la sociedad”, ese liderazgo es el que hoy más que nunca están comprometidos, porque han recibido mucho, están comprometidos a hacer vida.
Nuestra vida a demás de ser un don que se acoge de manera agradecida está llena de dotes y potencialidades insospechadas, ninguno de los que estamos aquí puede decir que se ha comprado determinados talentos o dones, es más nadie se ha comprado la posibilidad de estar aquí hoy presente en esta ceremonia de grado. Por supuesto que cada quien se ha empeñado en grande por asegurar que cultiva todos esos talentos, que aprovecha las oportunidades que se le han dado, pero nadie puede decir, yo estoy aquí por mi propio pie, de manera que todo lo que hemos recibido, todo lo que hoy tienes ha sido un don y el mérito en todo caso de cada uno de ustedes es haberlo sabido aprovechar y cultivar.
Con esas potencialidades, hoy lo que quiero invitarles es a descubrirlos o redescubrirlos con una mirada prospectiva, hoy es como si hubieran ya llegado a la cima y pueden ver en perspectiva todas y cada una de las facetas de su vida y reconocer todos esos talentos y cualidades que se les han dado, pueden ver eso en perspectiva y en esa lógica sentirse confiados y seguros porque han cultivado esos dones, pero sobre todo deben sentirse o están llamados a sentirse comprometidos a compartir gratuitamente lo que también han decidido de forma gratuita, su educación, sus amistades, un sin número de experiencias relevantes, significativas que los han marcado de por vida.
En este momento tan especial, cada uno de ustedes está llamado no solo a desarrollar, a desplegar todos esos dones y potencialidades, sino a tomar el timón para ser autores y actores de su propia vida respondiendo con alegría al mundo que reciben en sus manos para transformarlo bajo la consigna de velar siempre por el bien común.
El liderazgo UPAEP que están llamados a ejercer parte de tomar esos dones y salir al encuentro con el otro, porque es en ese encuentro –y yo espero que a estas alturas con las diferentes experiencias que han vivido en la universidad lo hayan descubierto y lo hayan constatado–, donde entendemos quienes somos y a quiénes nos debemos y la transformación que somos capaces de generar.
Sin ir muy lejos en estos acontecimientos que ya se han analizado mucho, los acontecimientos recientes del temblor, de las diferentes situaciones que hemos vivido como comunidad y muchas anteriores de servicios, de emprendimientos de proyectos, eso ha quedado de relieve y constatado en la comunidad UPAEP y en muchas otras comunidades, más aún, es en el servicio al otro donde encontramos el mejor regalo y el mayor don, a lo que todos estamos llamados, la satisfacción plena, la felicidad.
Nada de lo que ha sucedido en nuestras vidas es una casualidad y nada de lo que nos sucederá ahora que enfrentes este mundo del trabajo, de los proyectos del emprendimiento, en fin, cualquier cosa que te depare, nada es fruto del azar. Nuestra vida tiene un para qué y ese para qué lo encontramos en los otros; en efecto necesitamos de los demás y los demás necesitan de nosotros, de la mejor versión de nosotros mismos, esa es la semilla de la verdadera transformación.
Por eso que es que el liderazgo transformador juega a la inversa, le apostamos a desgastarnos en el servicio a los demás para entonces encontrar ese proyecto de vida que verdaderamente te reta, para encontrar ese lead motive, esa razón de ser para una vida verdaderamente plena.
Para finalizar este aspecto de liderazgo, hay que decir que un líder transformador es aquel que ha sabido leer los signos de los tiempos y desde ahí fincar una vida con propósito. Estamos en una época y en un momento coyuntural muy relevante, que de nuevo yo creo que se deben de preguntar cuál es el rol que les toca, particularmente en México saben que estamos iniciando, por ejemplo, un proceso electoral en el que la voz definitoria va a estar precisamente en esta generación de jóvenes que van a definir el rumbo de nuestro país, y así como eso, en muchos aspectos profesionales, empresariales, políticos, sociales, culturales.
Ustedes tienen una respuesta que dar a partir de lo que han recibido; de modo que, queridos jóvenes, queridos graduados, hoy están llamados a responderles a un México que amamos, pero a un México que por lo mismo que nos implica ese amor por la patria, por la tierra que nos ha visto nacer y desarrollarnos, es un México que nos duele, es un México que no nos gusta, es un México que si verdaderamente somos congruentes nos debe implicar personalísimamente.
Eso es a lo que tiene que responder ese líder transformador en el ámbito que le toque vivir, un líder transformador alimenta el sentido de su vida en la lógica de la alteridad que radica en el acto de amar hasta darse por completo. El líder UPAEP es el que está dispuesto a dar ese paso al frente; si algo distingue a esta Institución desde su fundación es que hubo un puñado de jóvenes que se atrevieron a hacer la diferencia, que frente a todo lo que veían ahí afuera, que frente a lo que todos hoy señalan como ayer, hubo un puñado de jóvenes acompañados de profesores y de líderes sociales que decidieron dar ese paso al frente y empezar a ser la diferencia, sin que tuvieran garantizado el éxito como pudiéramos hoy ver en lo que se ha generado, por ejemplo, del proyecto UPAEP.
Al principio los fundadores no tenían idea en lo que esto iba a derivar, pero ese es el arrojo de los jóvenes, si bien la situaciones de hace cuarenta y cuatro años eran diferentes socialmente hablando respecto a lo que vivimos hoy. Les tengo una noticia, ese arrojo, ese dar el primer paso, ese apostarse por marcar la diferencia es igualmente imperativo hoy frente a la desigualdad, frente a la corrupción, frente a la indiferencia. Hoy México pide que estas generaciones de jóvenes se atrevan a dar ese paso.
Madre Teresa decía, ten en cuenta lo siguiente, yo puedo hacer algo que tu no puedes y tu puedes hacer algo que yo no puedo, pero los dos tenemos que hacerlo, los dos nos tenemos que atrever a hacer esa diferencia. México entonces requiere esos jóvenes, ese puñado de jóvenes con personalidad propia que se animen a remar contra corriente, porque ciertamente habrá que hacerlo, si esto fuera fácil cualquiera ya lo hubiera hecho, se necesita de hombre y mujeres audaces, resueltos a edificar con la entrega de sí, una nueva civilización profundamente humana y solidaria,
Queridos jóvenes optar por un liderazgo transformador no es una elección más, es la ruta de la propia transformación, es el crisol de una vida plena y feliz, es por ello que vale la pena, es por ello que vale la vida.
Una última reflexión, mucho más cortita, pero que me parece absolutamente radical, muchos de ustedes seguramente en el trayecto universitario estuvieron presentes, quizás recibieron, quizás vieron en alguna de sus amistades este premio de la Cruz Forjada, yo quiero hoy cerrar mi reflexión con un alusión precisamente a ese premio. Todo lo que hemos dicho hasta ahora, tiene que ver con dos aspectos fundamentales en la vida de cualquier persona, pero yo digo particularmente del universitario UPAEP, el liderazgo transformador que propone la universidad, este momento de cierre de una etapa tan relevante en sus vidas, responde una doble lógica; una, la de la superación en cada una de las áreas del saber, de poner en juego cada uno de sus talentos y acrecentarlos, buscar la trascendencia, buscar la reflexión en cada una de las disciplinas que ustedes han elegido, algunos en una etapa universitaria, de licenciatura, otros en un posgrado para seguir perfeccionando, para seguir creciendo, cultivando esos talentos y que bueno que así sea; una dimensión vertical de superación pero que en UPAEP no se entiende, y ésta es otra gran dimensión, en UPAEP no se entiende como decíamos si no tiene un para qué, si no tiene un sentido de poner en juego eso que hemos aprendido y cultivado para transformar, para volcarlo en servicio de los demás, insisto en cualquiera de los medios en los que te encuentres, en empresa, en administración pública, en la propia academia.
Decía San Pablo que la ciencia por la ciencia misma hincha, te sientes orgulloso, sabes mucho, pero la ciencia con amor, edifica y eso es lo que buscamos, esa horizontalidad, pues eso queridos jóvenes es lo que queremos simbolizar y recoger de ese símbolo de la Cruz Forjada, que si en algún momento te recuerdas de tu Alma Mater, Alma Nutricia, lo que significa tu Alma Mater UPAEP, cuando estés retado ante diferentes aspectos profesionales, personales, en fin, de toda índole, si necesitas un referente acuérdate de esa Cruz Forjada, una Cruz que nos recuerda que las dos dimensiones más relevantes son estas que van por ese crecimiento profesional y personal, pero que no puede estar separado de ese crecimiento en alteridad, en proximidad, en volcarte por el otro, y si encuentras esa encrucijada, encontrarás una vida feliz.
Un último elemento, la Cruz, es forjada y si ustedes recuerdan tiene una forma de espada, que eso te recuerde que la vida es lucha, que para hacer la diferencia, para responder esos paraqués que te implican un proyecto de vida trascendente. Hay que esforzarse y hay que remar contra corriente, porque el país lo pide, porque tu entorno lo exige, porque finalmente a lo que te queremos invitar hoy que te gradúas, es a que lleves por siempre tatuado ese espíritu águila que caracteriza a los universitarios UPAEP.
Queridos jóvenes háganlo UPAEP de por vida que Dios los bendiga siempre, en hora buena para todos.