Desarrollo humano y social
La nueva derecha, explicada en 5 respuestas
01 diciembre Por: Gerardo Enrique Garibay
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Bueno, pues Donald J. Trump ganó y encabezó una victoria histórica para los republicanos, que se anotaron mayorías en ambas cámaras, a pesar de que el actual presidente, Barack Obama, tiene índices de aprobación razonablemente buenos y a pesar de que los demócratas lanzaron a toda su maquinaria mediática en contra de Trump y compañía. Por ende estas fueron no sólo las elecciones que ganó Donald y perdió Hillary, sino las que gano Breitbart.com y perdió The New York Times, las que perdió la tecnocracia socialdemócrata y ganó una nueva derecha.

Como explicaba la semana pasada, no estamos ante un caso aislado. En el Reino Unido, con el Brexit; y en Colombia, con el referéndum que rechazó el acuerdo de paz con las FARC, se repitió casi la misma historia. Ante estas realidades, es inevitable preguntarnos cuáles son las razones detrás de la creciente nueva derecha, y aunque el tema requerirá de mucho más análisis, un primer punto de inicio consiste en hacernos 5 preguntas, para abrir el debate.

¿Qué sucederá a continuación?

Una cosa es indiscutible, la fuerza que llevó al triunfo a Donald Trump forma parte de un giro en las dinámicas e incluso en las simpatías políticas, que se está replicando a lo largo del mundo occidental, obviamente, con las particularidades de cada país, pero también con características en común, como el rechazo a la agenda globalista, oposición al establishment, al multiculturalismo y a las agendas de los organismos internacionales o el apoyo a la revalorización de las identidades nacionales, y están tomando impulso.

En Austria, el derechista FPÖ (Partido de la Libertad) ganó claramente la primera vuelta de las elecciones presidenciales del 24 de abril, desplazando hacia la irrelevancia  los candidatos de los partidos tradicionales (el Socialdemócrata y el Popular), aunque no logró alcanzar la mayoría necesaria para alzarse con la victoria de manera definitiva. Aun así, el candidato del el FPÖ, Norbert Hofer, se mantiene como amplio favorito para ganar en la segunda vuelta, a realizarse el 4 de diciembre.

Un triunfo de Hofer sería el cuarto al hilo para esta nueva derecha en menos de un año, sumándose a los del Reino Unido, Colombia y Estados Unidos, y marcaría tendencia de manera especial en el centro de Europa, donde Hungría (con la Unión Cívica Húngara) y Polonia (con Ley y Justicia) ya tienen gobiernos de corte relativamente similar.

Al mismo tiempo, en Francia, el derechista partido del Frente Nacional, que durante muchos años fue considerado una fuerza política marginal, ha dado el brinco a los primeros planos bajo el liderazgo de Marine Le Pen, que llevó al Frente a convertirse en la primera fuerza política de Francia en las pasadas elecciones para el parlamento europeo y tiene posibilidades reales de convertirse en la próxima presidenta del país en las elecciones del 23 de abril del 2017.

En Alemania, la oficialista Unión Cristianodemócrata de Ángela Merkel se ha visto rebasada desde la derecha por un nuevo partido, Alternativa para Alemania, que promueve un agenda populista y nacionalista con el éxito suficiente como para ganar puestos en las elecciones regionales de este año. Incluso en los muy liberales Países Bajos (léase Holanda), el ultraderechista Partido por la Libertad está encabezando las encuestas rumbo a las elecciones del 15 de marzo del 2017.

¿Quiénes integran este movimiento?

La respuesta inmediata sería hablar de racismo, xenofobia, intolerancia y ultra derecha, pero esta sería una simplificación idiota. La realidad es mucho más compleja. Es cierto que existe un ingrediente de radicales, pero este por sí sólo es incapaz de explicar el tamaño de la fuerza electoral de estas formaciones.

Se trata de una gran carpa, donde se encuentran conservadores sociales, hartos de las agendas globales en materia de aborto, ideología de género y similares; nacionalistas, exasperados con la imposición del multiculturalismo y la arrogancia de los “refugiados” principalmente en el caso de los musulmanes que han llegado por miles al centro de Europa; empresarios que buscan el cobijo de políticas proteccionistas para no tener que competir con el resto del mundo; algunos libertarios, que ven en el movimiento una oportunidad para deshacerse de las burocracias sin rostro que planifican a nivel internacional; liberales, que están ahí por el puro gusto de derrotar a los socialistas, y personas normales, que están hasta el copete de la corrección política y de la censura institucionalizada, y que no se sienten ni escuchadas ni representadas por las estructuras de los partidos tradicionales.

Pero también racistas y fascistas, atraídos por la oportunidad de dejar los márgenes de la política para montarse en un movimiento más respetable y con posibilidades reales de acceso al poder.

¿Es este movimiento la alt-right de la que tanto se escucha en internet?

Uno de los primeros ecos digitales de este giro político fue el surgimiento de la Alt-Right, un movimiento político articulado a través de internet, que enarbola entre otras cosas, la exaltación nacional y la libertad de expresión. Es cierto que Steve Bannon, presidente de Breitbart Media y uno de los consejeros más cercanos de Donald Trump, tanto en la campaña como en el equipo de transición, es quizá uno de los principales articuladores de la Alt-Right, pero el mismo hecho de que Trump haya tenido que nombrar a un republicano tradicional (Reince Priebus) como jefe de gabinete, ilustra el hecho de que dentro de este movimiento existe más de un contrapeso.

Para decirlo claro, si los Alt-Right y los radicales quieren al menos una parte del pastel, tendrán que calmar sus ansias, para no espantar a los conservadores y a los liberales que también forman parte de este movimiento.

¿En serio viene de regreso Hitler?

Respuesta corta: NO. La gente pareciera creer que Hitler surgió por una especie de generación espontánea, algo así como si hubiera resultado de simplemente sumar populismo de derechas, sangre de ala de murciélago y salsa de tomate. No fue así. Hitler surgió y se consolidó en el poder, no como una anomalía del sistema político y académico, sino como su resultado normal.

Veamos: el socialismo de Hitler era aceptado como en la política como una opción válida; el nacionalismo también lo era, especialmente en Alemania, la política de raza fue alentada por la pseudo-ciencia conocida como eugenesia, promulgada con verdad en los círculos académicos y políticos, no sólo en Europa, sino también en Estados Unidos. Si bien en Norteamérica no se llegó al extremo de montar campos de exterminio, sí se realizaron decenas de miles de esterilizaciones forzadas, para evitar que nacieran “indeseables”.

Otra vez, para decirlo claro: Hitler no fue simplemente “una manzana podrida”, sino el fruto de todo un sistema político podrido, que llevaba echando pus al menos desde finales del siglo XIX (¿Bismarck, Bismarck, estás ahí?). Hoy las circunstancias son diferentes, incluso muchos de los votantes de Trump apoyan la integración de los migrantes, todos estamos acostumbrados a un intercambio comercial a nivel global, que no depende de fuerzas militares, todos entienden (en mayor o menor medida) que la economía de mercado es necesaria, y los avances tecnológicos han vuelto imposible que el estado centralice las decisiones y la vida en la manera en que lo hacía en el siglo pasado.

Ojo: esto no significa que el mundo esté libre del riesgo del autoritarismo, pero sí que esta amenaza no es exclusiva de la derecha, sino que está presente también, y quizá con mayor fuerza, en las tecnocracias, y que incluso en el peor de los casos, la tiranía del siglo XXI no se construirá con las reglas ni con las formas de la del siglo XX.

¿Cuál puede ser la respuesta de los libertarios?

Por inicio de cuentas, es importante recordar la dedicatoria que escribió Friedrich Hayek en su libro “Camino de Servidumbre”, refiriéndose a los “socialistas de todos los partidos”.

El socialismo y el autoritarismo burocrático que este arrastra tras de sí no es un monopolio de los marxistas y ni siquiera de la izquierda en general. Por el contrario, es una tentación que puede influir en cualquier movimiento político, y la nueva derecha está en un grave riesgo de caer en ella, a través del proteccionismo económico y de la exaltación de una serie específica de “valores nacionales” a través del Estado.

Aunque por una parte es indudable que muchos libertarios hemos saludado con alegría las derrotas de los socialdemócratas en lo que va del año,no podemos caer en el garlito de pensar que “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”, porque, si algo nos ha enseñado la historia, es que en la mayoría de las ocasiones los conflictos no suceden entre buenos y malos, sino entre malos y peores.

En pocas palabras, el ceder las banderas de la libertad y la colaboración voluntaria para tomar a cambio el martillo que el populismo nos ofrece para golpear a los socialistas de izquierda, podrá sentirse bien de momento, pero será trágico en el largo plazo.

Hoy más que nunca debemos entender que la lucha por la libertad se libra en tantos frentes como seres humanos existen sobre la faz de la tierra; que los enemigos de la libertad no siempre son tan evidentes como en su momento lo fue el comunismo; que el libertinaje irresponsable a cargo del estado y el populismo complaciente son tan peligrosos como el más sincero autoritarismo.

En palabras de Ludwig Von Mises: “No ceder al mal, sino combatirlo con mayor audacia”.

Por cierto…

Mientras Javier Duarte dicta cartitas, a Guillermo Padrés ya le dictaron formal prisión. Definitivamente para la tranza no hay como el partido de los originales.

 

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