Desarrollo humano y social
A 500 años del cisma luterano
28 octubre Por: Herminio Sánchez de la Barquera Arroyo
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El próximo martes 31 de Octubre se conmemora el quingentésimo aniversario del movimiento luterano, acontecimiento de importancia mundial que significó nada menos que la división espiritual de Europa. Esto es de tal trascendencia, que podemos decir sin temor alguno que, en cuestiones de fe, marca el fin de la Edad Media y el inicio de la Edad Moderna. Hasta ese momento, Europa occidental, si bien no siempre en comunión política con el Papa, sí se declaraba en comunión espiritual con la Santa Sede. La única división clara era con respecto a la Iglesia griega, llamada ya “Ortodoxa”, desde mediados del siglo XI. Esta separación era en realidad más que religiosa, política, pues el Patriarca de Constantinopla dependía fuertemente del Emperador bizantino, mientras que el Papa era de alguna manera independiente; ninguno reconocía la supremacía del otro.

El caso de Martin Luther (1483-1546) es distinto. Hombre de profunda fe y de amplísima cultura, ingresó a la Orden de San Agustín, se dice que movido por un juramento que le hizo a la Virgen María durante una terrible tormenta. Profundamente mariano, estudió teología y pronto se significó por ser un excelente profesor universitario y un teólogo de enorme capacidad.

En 1511 emprendió un viaje a Roma, por encargo de su Orden. Allí se sorprendió enormemente por la vida licenciosa de la sociedad y del clero de la ciudad eterna, si bien parece que aún no se indignaba por la costumbre de la venta de indulgencias. Esta práctica, de dudosa base teológica, era común en aquellos años: uno recibía una especie de “constancia”, después de haber dado dinero, para poder liberarse del purgatorio a pesar de haber cometido pecados, o servía también para liberar de él a personas ya fallecidas. Una frase que ilustra esta sorprendente práctica se la debemos al predicador de indulgencias Johann Tetzel: “En cuanto caen las monedas en la urna, sale el alma del purgatorio”. El dinero recolectado mediante esta venta de indulgencias servía para muchas cosas: algunos obispos empleaban el dinero para pagar sus deudas (por ejemplo, para pagar a quienes les habían prestado dinero para “comprar” el cargo); también se usaban para financiar proyectos arquitectónicos, como fue la construcción de la basílica de San Pedro, en Roma. 

Ya desde 1516 se muestra Luther contrario a esta perniciosa práctica; en Septiembre de 1517 redacta unas “Tesis” (argumentos) en contra de ellas y se las manda a su Arzobispo, residente en Maguncia, las distribuye entre sus conocidos y las discute con alumnos. Esta era una práctica común en el mundo universitario de la época: la discusión pública de ideas (en Alemania, la defensa de la tesis doctoral frente al sínodo se sigue llamando “Disputatio”).

La leyenda dice que el 31 de Octubre de 1517 clavó estas tesis en las puertas de la iglesia del castillo de Wittenberg. Esto no está plenamente comprobado y no es muy probable que en realidad haya ocurrido, pues una persona tan educada como él difícilmente habría procedido como un vándalo, clavando en la puerta de una iglesia unas hojas que, de todas maneras, la inmensa mayoría de quienes pasaran por allí o entraran a la iglesia no habría podido leer.

Personalmente, creo que el problema de Luther no fue el haberse pronunciado contra la tremenda e inocultable corrupción de la Iglesia de aquella época, sino que después extendió la discusión a temas teológicos, terreno donde no se puede discutir: podemos negociar sobre medidas contra la corrupción y las malas costumbres, pero no sobre temas de fe como los sacramentos o la importancia del Magisterio de la Iglesia. O se cree o no se cree en ello.

Luther dio gran importancia a la lectura personal de la Biblia, diciendo que cada quien la puede leer y entender independientemente del Magisterio de la Iglesia; en este individualismo veo una falla de origen que después llevaría, en el Viejo y en el Nuevo Mundo (particularmente en los Estados Unidos), al surgimiento de una inmensa cantidad de congregaciones religiosas (sectas) que ponen el acento prácticamente en donde uno quiere o entiende. Sin embargo, a diferencia de estas sectas, las iglesias luteranas tienen una sólida teología, que actualmente, en Europa, se nutre y se comparte en ricas discusiones ecuménicas con la de la Iglesia católica. Por el contrario, las sectas provenientes en su mayoría de nuestro vecino del norte tienden a entender la Sagrada Escritura de manera literal, por lo que no merecen el adjetivo de “protestantes”, sino de “fundamentalistas”.

A propósito de dicho título: “protestante” se debe al hecho de que los luteranos protestaron en contra de la determinación de la Dieta (parlamento) reunida en la ciudad alemana de Speyer, de quitar la protección de la que gozaban algunas ciudades que acogían a los luteranos.

El nombre “Reforma luterana” no es histórica ni técnicamente correcto, pues se reforma algo desde adentro, no creando una separación o rompimiento de lo que se intentaba reformar. Por lo tanto, si juzgamos el proceder de Luther por lo que buscaba originalmente, sí podríamos hablar de una reforma, pues no pensaba separarse de la Iglesia católica; pero si lo juzgamos por lo que acabó realmente provocando (separarse de ella), entonces no fue una reforma, sino un cisma.

Las enormes repercusiones de este movimiento luterano han sido en este año un tema importantísimo en la discusión académica en Europa: sus efectos en las artes (sobre todo en la música), en la teología, en la lengua alemana, en la concepción del “yo”, en el espíritu del capitalismo liberal, en la filosofía, en la política, en el rompimiento de la unidad espiritual, en la riqueza que los príncipes adquirieron apoderándose de los bienes de la Iglesia católica (“A río revuelto…”). En México, a pesar de dichas repercusiones, no se ha conmemorado de manera adecuada. Sólo unas cuantas instituciones educativas en la Ciudad de México lo han hecho.

Por eso es importante señalar que la UPAEP, dando muestras de lo que significa verdaderamente la catolicidad, será sede, los días 30 y 31 de Octubre, de un simposio en donde expertos de talla internacional discutirán y reflexionarán acerca de los alcances hasta nuestros días de este movimiento religioso, social, político y cultural. La cita será el lunes 30 de las 1700 a las 2000 hrs., en el Centro de Vinculación, y el martes, allí mismo, todo el día. La Embajada Alemana ha enviado una exposición conmemorativa que se inaugurará antes de iniciar los trabajos del simposio. La entrada es libre.    

 

Dr. Herminio S. de la Barquera y A.

Dirección de Posgrados en Ciencias Sociales

Grupo de Investigación en Ciencias Sociales (INCISO-UPAEP)

 

 

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